viernes, 13 de agosto de 2010

Se salvó porque llevaba el Rosario en la cintura

No es posible expresar cuánto la Santísima Virgen estima el Rosario sobre todas las demás devociones, y cómo es generosa en recompensar a los que trabajan para divulgarlo.
Cuenta San Luis María Grignion de Montfort el caso de Afonso IX, Rey de León, a quien Nuestra Señora protegió particularmente, por el simple hecho de portar el Rosario en la cintura.

Deseando que sus súbditos honrasen a la Santísima Virgen, y para animarlos con su ejemplo, se le ocurrió a ese monarca portar ostensivamente un gran Rosario, aunque no lo rezase.
Esto bastó para incentivar a sus cortesanos a rezarlo devotamente.

Algún tiempo después, el rey estuvo a las puertas de la muerte, acometido por una grave enfermedad. Fue entonces transportado en espíritu al tribunal de Dios, donde los demonios lo acusaron de todos sus crímenes. Y cuando iba ser condenado a las penas eternas, se presentó en su defensa la Santísima Virgen delante de Jesús.

En un plato de la balanza, fueron colocados los pecados del Rey. En el otro, la Virgen María colocó el gran Rosario que él portara en honor a Ella, juntamente con los Rosarios que, debido a su ejemplo, habían rezado otras personas, y estos pesaban más que todos los pecados por él cometidos.

Después, María Santísima, mirando con misericordia al Rey, dijo: "Conseguí de mi Hijo, como recompensa por el pequeño servicio que me hiciste, llevando en la cintura el Rosario, el prolongamiento de tu vida por unos años más. Empléalos bien, y haz penitencia".

Volviendo en sí, el rey exclamó: "Oh! Bendito Rosario de la Santísima Virgen, por él es que fui libre de la condena eterna!" Y, recuperando la salud, pasó a rezar el Rosario todos los días hasta el fin de la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario