martes, 29 de diciembre de 2015

Los Santos Inocentes

Redacción (Lunes, 28-12-2015, Gaudium Press) Cuando se sentía a las puertas de la muerte, Jacob llamó a sus doce hijos para bendecidlos antes de marcharse. A su primogénito Rubén, debido a su mala conducta, le retiró la primacía, así como a sus dos siguientes hijos, Simeón y Leví, por la crueldad que habían demostrado (cf. Gn 49, 3-7). Le correspondió a Judá, el cuarto, recibir de su padre la autoridad sobre sus hermanos y el privilegio de ver surgir de su linaje al Mesías, Aquel a propósito de quien Dios había prometido a Abraham: "Por tu descendencia se bendecirán todas las naciones de la Tierra" (Gn 22, 18). De este modo, dieciséis siglos antes del nacimiento de Jesús en Belén, el patriarca Jacob profetizaba la venida del Redentor.

El momento de la llegada de este esperado Rey, fue definido por el longevo patriarca con estas palabras: "El cetro no se apartará de Judá ni el bastón de mando de entre sus piernas, hasta que llegue Aquel a quien le pertenece y a quien los pueblos deben obediencia" (Gn 49, 10).

La estirpe de Judá, en la persona de David, gobernaría de hecho sobre las demás tribus, al ocupar el trono en Jerusalén. Aunque Dios le retirara a la descendencia de David, debido a la infidelidad de su sucesor Salomón, el gobierno de diez tribus - permitiendo que se fundase el "reino del norte" con Jeroboám como rey, un simple siervo- no le faltaría nunca a David "una lámpara" (1 R 11, 36), conforme le había sido prometido: "Pero mi fidelidad no se retirará de él, como se la retiré a Saúl, al que aparté de tu presencia. Tu casa y tu reino durarán eternamente delante de mí, y tu trono será estable para siempre" (1 S 7, 15-16). Así, hasta la entrada de Nabucodonosor, rey de Babilonia, que devastó la ciudad y llevó a la población al cautiverio, siempre hubo un hijo de David, del linaje bendito de Judá, sentado en el legítimo trono de su padre.

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Cegado por el orgullo, Herodes creyó que tendría poder suficiente como para oponerse a los planes divinos y cambiar, según sus caprichos, aquello que Dios había determinado desde toda la eternidad

Los hijos de Leví gobiernan al Pueblo Elegido
Habían pasado ya setenta años de este doloroso exilio, cuando el monarca persa Ciro el Grande conquista Babilonia y emite un decreto en el que autoriza el regreso de los israelitas a su patria (cf. Esd 1, 2-4). Entonces, muchos de ellos, entre los que había un gran contingente de sacerdotes y levitas, emprendieron el viaje de vuelta a Jerusalén (cf. Esd 2, 1-67).

La influencia preponderante que ejercía la casta sacerdotal durante este nuevo período dio origen a un clima de creciente religiosidad, lo que hacía que el pequeño estado hebreo fuera cada vez más teocrático.1

De hecho, a pesar de que el país aún estaba sujeto a soberanos extranjeros -primero persas, después griegos- los verdaderos detentores del poder serían los sumos sacerdotes, asistidos por un consejo de ancianos, constituido por una aristocracia que, a su vez, estaba formado en su mayoría por sacerdotes.

En el siglo II a. C. se desencadenó una furiosa persecución contra la religión de Israel cuando subió al trono de Siria Antíoco IV Epífanes -"un hombre despreciable" (Dn 11, 21), auténtico "retoño de pecado" (1 M 1, 10). Los Macabeos, de linaje sacerdotal, se sublevaron contra el seléucida y obtuvieron grandes victorias, consiguiendo que la nación hebrea tuviera un poder y una gloria comparables a los de los tiempos antiguos. Muchos israelitas juzgaron que ese triunfo era un signo claro de la mano divina y transfirieron la realeza a la tribu de Leví.

Así, los descendientes de aquellos héroes, llamados asmoneos, ocuparían simultáneamente la cátedra del supremo pontificado y el trono real.

Aunque, muchos siglos antes, le había sido retirado el cetro a la tribu de Judá, Israel continuaba siendo regido por hijos de la sangre de Jacob, sucesores del patriarca Abraham, herederos de las promesas de Dios.

Herodes: el rey sanguinario
Las circunstancias volvieron a cambiar cuando, alegando luchas fratricidas en el seno mismo de la familia de los asmoneos, Roma intervino mediante las armas y el emperador Marco Antonio le otorgó el título de rey de los judíos a un extranjero, detestado por la nación por que pertenecía al pueblo idumeo, enemigo irreconciliable de Israel: Herodes I el Grande.

La profecía de Jacob comenzaba a realizarse: no obstante el gobierno de Herodes marcase para los judíos un período de terror, humillación y tiranía, no faltaron almas justas y piadosas que supieron interpretar los acontecimientos y reconocer que los días del Mesías habían llegado.

El nuevo monarca no tardó en demostrar que todas sus acciones y gestiones administrativas eran movidas por una orgullosa codicia. El odio y desprecio de sus súbditos, cuyo peso sentía sobre sí, sumados a la natural inseguridad de quien es excesivamente ambicioso, le hacían temer al ver en cualquier persona que sobresaliese por sus cualidades o conquistase la simpatía del pueblo a un adversario de su poder.

Durante los años de su largo reinado quitó del medio, sin escrúpulos, a todos los que conspiraban contra él o a aquellos que simplemente le hacían sombra a su persona. Los parientes más próximos -entre ellos su esposa Mariamna y tres hijos- y un gran número de aristócratas de Judea fueron cayendo uno a uno bajo los golpes de su crueldad. No había nada que supusiera un obstáculo a esa feroz voluntad, llena de arrogancia y sedienta de dominio.

El tirano tiembla ante un niño
¡Qué susto no se llevaría ese sanguinario tirano, ya viejo, amargado por el peso de los innumerables crímenes que había cometido, cuando vio que llegaba a Jerusalén una suntuosa caravana venida de Oriente con tres Magos que preguntaban por el "rey de los judíos que acaba de nacer" (Mt 2, 2)! Inmediatamente la inquietud y la perturbación se apoderaron de su corazón: consideró amenazada la estabilidad de su trono.

Esta agitación traducía muy bien lo ausente que estaba Dios de sus pensamientos y perspectivas, como comenta, con mucho acierto, un piadoso escritor: "El alma recta y sincera no se turba jamás, porque posee a Dios. Donde Dios mora, no es posible la turbación, dice el Espíritu Santo. Non in commotione Dominus (1 R 19, 11). Si un alma llega experimentar turbación, es que ha perdido a Dios y con Él su rectitud y su candor.

Que Herodes se turbase, no debiera extrañarnos; al fin y al cabo era un usurpador, y al escuchar que un rey de los judíos acababa de nacer, debió temer necesariamente perder a un tiempo el trono y la corona".2

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Herodes esperó impaciente y receloso durante varios días el regreso de los Magos; al darse cuenta de que fue engañado resolvió perpetrar el crimen más horrendo de su vida

Sin embargo, con la astucia característica de los "hijos de este siglo" (Lc 16, 8), Herodes indagó a los sacerdotes y a los maestros de las Escrituras para saber cuál era el lugar señalado por los profetas como la cuna del Mesías. Una vez que obtuvo la respuesta, tomó la resolución de matar al recién nacido. Llamó a los Magos para indicarles el camino de Belén, fingiendo tener gran piedad, pero en realidad ansiaba servirse de ellos para llevar a cabo sus perversas intenciones.

Cegado por el orgullo, ese inicuo monarca creyó que tendría poder suficiente como para oponerse a los planes divinos y cambiar, según sus caprichos, aquello que Dios había determinado desde toda la eternidad y anunciado por boca de sus mensajeros.

A este respecto comenta San Juan Crisóstomo: "Tal es por naturaleza la maldad: choca contra sí misma y emprende lo imposible. Considerad la insensatez de Herodes. Si creía en la profecía y tenía su cumplimiento por ineludible, su intento, evidentemente, era imposible. 

Si no creía ni esperaba que se cumpliera lo que decía, no había por qué temer y espantarse ni tender asechanzas a nadie. Luego por uno y otro lado estaba demás el embuste".3
Dos discretas intervenciones de la Providencia divina -un sueño enviado para alertar a los Magos y la aparición de un ángel a San José- fueron suficientes para echar por tierra las hábiles maquinaciones del tirano.

Éste, a pesar de todo, estuvo esperando impaciente y receloso durante varios días el regreso de aquellos nobles extranjeros; al darse cuenta de que fue engañado, dio rienda suelta a su cólera y se resolvió perpetrar el crimen más horrendo de su vida: para que el pequeño Rey de los judíos no se escapase de su venganza, debían perecer todos los infantes de Belén y de los alrededores.

El martirio de los inocentes
Enorme fue la consternación en la ciudad de Belén. Poco después de haber obtenido la honra de recibir al Esperado de las naciones, sus casas se llenaron de cadáveres, y los gritos de dolor de las madres, confundidos con los gemidos de los niños, resonaban por todas las calles. Escena atroz y lacerante: contemplar como los chiquillos eran arrancados de los brazos maternos y traspasados por las espadas de los mercenarios. "¿Por qué hacía Cristo esto?", se pregunta San Pedro Crisólogo. "¿Por qué abandonó a los que sabía que habrían de ser buscados por su causa y por su causa habrían de morir? Él había nacido rey y Rey del Cielo, ¿por qué abandonó a los que eran inocentes? ¿Por qué desdeñó un ejército de su misma edad? ¿Por qué abandonó de esa manera a los que descansaban en una cuna como Él, y el enemigo, que buscaba sólo al rey, causó daño a todos los soldados?" 4
Y el mismo santo responde: "Hermanos, Cristo no abandonó a sus soldados, sino que les dio una suerte mejor, les concedió triunfar antes que vivir, les hizo alcanzar la victoria sin lucha alguna, les concedió las coronas antes que sus miembros se hubieran desarrollado, quiso que pasaran por encima de los vicios por su poder, que poseyeran el Cielo antes que la Tierra".5

Conforme había sido profetizado por David, los llantos de esos pequeños mártires resonaban en la presencia del Altísimo como cánticos de gloria y, al mismo tiempo, censuraban al rey impío que los había condenado: "Por la boca de los niños y de los que maman has dado argumento contra tus adversarios, para reducir al silencio al enemigo y al rebelde" (Sal 8, 3).

Su sangre subía al Cielo como sacrificio puro y agradable de "animales sin defecto" (cf. Ex 12, 2-5) ofrecida en honra del divino Infante recién nacido.

3.jpgLos niños que jugaban a la vera de su madre dejaron sus inocentes entretenimientos para irse a jugar a la vera del trono de Dios.

Con su característica elocuencia, así lo comenta Bossuet: "Bienaventurados niños, cuya vida ha sido inmolada para preservar la vida de vuestro Salvador, si vuestras madres hubieran conocido este misterio, en vez de gritar y llorar, no se oirían más que bendiciones y alabanzas".6

Inquietud de Herodes y triunfo de los niños
Llama la atención el antagonismo entre el estado de espíritu de Herodes y el de los Santos Inocentes: por una parte encontramos la figura de un hombre apegado al poder, celoso de su autoridad, que juzga todos los hechos desde su óptica de mediocres intereses; y en el extremo opuesto, niños inocentes, confiados y admirativos, incapaces de hacer daño alguno.

Después de su hediondo crimen, Herodes experimenta en su interior la tristeza y el desasosiego. Incluso, ni después de haber recibido la noticia de que sus órdenes han sido ejecutadas disfrutará de tranquilidad, ya que a la aflicción constante de perder el trono se le ha sumado el remordimiento del infanticidio cometido que le corroe el alma como, en breve, los gusanos corroerían sus carnes.

De forma muy diversa, los niños se vieron elevados a la categoría de hermanos de Cristo y príncipes de su Reino.

Los amaba y, por eso, los cogió como un capullo que empieza a desabotonar sus pétalos a la vida, para llevarlos a la visión beatífica cuando abriese, triunfante, las puertas del Cielo.
Porque, "¿habrá quien dude de las coronas de los Inocentes?", se pregunta San Bernardo. Y añade: "¿Es menor acaso la piedad de Cristo que la impiedad de Herodes para creer que éste haya podido entregar unos inocentes a la muerte y no haya podido Cristo coronar a los que fueron muertos por Él? [...] Éstos, verdaderamente, son tus mártires, ¡oh Dios!, para que resplandezca con más evidencia el privilegio de tu gracia en quienes ni el hombre ni el ángel descubren mérito alguno".7

La infancia, modelo de inocencia
El Verbo se hizo carne y vino al mundo para obrar la Redención y, a partir de ella, publicar en la Tierra "el año de gracia del Señor" (Is, 61, 2), un nuevo régimen, basado en la caridad y en la misericordia, por el cual el hombre pasa de la condición de esclavo a la categoría de hijo de Dios, teniendo como regla de vida la búsqueda de la perfección, a imagen del Padre celestial (cf. Mt 5, 48).

Para que seamos sus discípulos, Jesús no nos manda que adquiramos una ciencia erudita, ni siquiera nos exige la práctica de penitencias y austeridades demasiado pesadas.
Al contrario, nos propone un modelo accesible a todos: "En verdad os digo, si no os volviereis y os hiciereis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos" (Mt 18, 3).

Afirma el Papa San León I, en uno de sus sermones: "Cristo ama a la infancia, que asumió, en primer lugar, en el alma y en el cuerpo.

Cristo ama a la infancia, maestra de la humildad, regla de la inocencia, modelo de mansedumbre.

Cristo ama a la infancia, hacia la que orienta el proceder de los adultos y reconduce la edad de los ancianos.

Atrae a ejemplo de ella a aquellos que eleva al Reino eterno".8

Para que seamos partícipes de su Reino y convidados del banquete eterno, somos llamados a dejarnos conducir por la mano de Dios como niños dóciles y confiados, sin que opongamos resistencia a su santa voluntad.

Jesús nos trae, cada Navidad, la invitación a la restauración de la inocencia y está dispuesto a restablecerla en el corazón de quien quiera beneficiarse de su gracia, ya que por nosotros mismos no tenemos las fuerzas suficientes para liberarnos de nuestros pecados.

Nos está esperando y se nos dará Él mismo como recompensa en la hora de nuestra muerte, haciéndonos herederos de la felicidad sin término: "Dejad a los niños, y no les impidáis que vengan a mí, porque el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos" (Mt 19, 14).
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1 Cf. ROBERT, André; TRICOT, A. Initiation biblique . 2ª ed. París: Desclée et Cie., 1948, p. 679
2 D'HAUTERIVE, P. La suma del predicador . París: Louis Vivès, 1888, t. II, p. 104
3 SAN JUAN CRISÓSTOMO. Homilías sobre el Evangelio de San Mateo. Obras . 2ª ed. Madrid: BAC, 2007, t. II, p. 131
4 SAN PEDRO CRISÓLOGO . Apud La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia . Thomas Oden (Org.). Madrid: Ciudad Nueva, 2004, p. 78
5 Ídem, ibídem.
6 BOSSUET, Jacques Bénigne. Oeuvres choisies de Bossuet . Versailles: J. A. Lebel, 1821, p. 425
7 SAN BERNARDO DE CLARAVAL. Obras completas . Madrid: BAC, 1953, t. I, pp. 292-293
8 SAN LEÓN MAGNO. Sermons . 2. ed. Paris: Du Cerf, 1964, t. I, Sermo VII in Epiphaniae olemnitate, p. 280

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El Padre Pío era un gran devoto del Niño Jesús, cuentan que se le aparecía

Redacción (Lunes, 28-12-2015, Gaudium Press) Además de su innegable amor por la Virgen María, por su devoción al Santo Rosario y por ser conocido como un magnífico confesor y por los estigmas que mostraba en sus manos, San Pío de Pietrelcina era un gran devoto del Niño Jesús, tanto así que en su vida como sacerdote tuvo varios eventos extraordinarios con Dios infante, que el santo guardaba con gran celo evitando que se hicieran públicos.

De estos hechos milagrosos solo se conocen tres que quedaron documentados en su biografía. El primero de ellos, según documentó el Padre Agostino de San Marco in Lemis, ocurrió en 1911 cuando el sacerdote capuchino residía en el convento de Venafro en Isernia, Italia. Se cuenta que el santo cayó en un profundo éxtasis cuando se le apareció en Niño Jesús, quien se le presentó no como normalmente lo solemos ver, sino con los estigmas de la crucifixión en manos, pies y costado. Quienes documentaron este acontecimiento, no les es extraño que el Niño Dios se presentase con los estigmas, ya que para el Padre Pío siempre habló del vínculo entre la fiesta de la Navidad con aquella de Pascua.

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Se conocen tres eventos extraordinarios que relacionan al Santo de Pietrelcina con el Niño Dios.
El segundo evento extraordinario registrado ocurrió en septiembre de 1919, siendo documentado por el Padre Raffaele de Sant'Elia a Pianisi en el manuscrito "Apuntes breves sobre la vida del Padre Pío y mi larga permanencia con él". En dicho escrito el sacerdote narra lo siguiente: "Después de ocho años de vida militar, debía continuar los estudios de teología y prepararme para la ordenación sacerdotal. Yo dormía en una celda estrecha, casi enfrente al número 5, que era del Padre Pío. La noche entre el 19 y 20 (de septiembre de 1919) no podía dormir. Hacia media noche me levanto, asustado. El pasillo estaba sumergido en la oscuridad, rota solo por la luz tenue de un candil de petróleo. Mientras estaba a la puerta para salir, veo pasar al Padre Pío, todo luminoso, con el Niño Jesús en brazos. Avanzaba lentamente murmurando oraciones. Pasa delante de mí, todo radiante de luz, y no advierte mi presencia. Sólo algunos años después he sabido que el 20 de septiembre era el primer aniversario de sus llagas".

La tercera aparición registrada ocurrió en la Nochebuena de 1922. Lucía Lazanda, quien era hija espiritual del Padre Pío, señala que aquella noche, cuando el santo se preparaba para celebrar la Vigilia de Navidad, y ella esperaba junto a otras dos mujeres, quienes se quedaron dormidas, vio como el sacerdote se detuvo junto a una ventana y de repente con un rayo de luz se le apareció el Niño Jesús entre sus brazos. Al desaparecer el halo luminoso, el santo notó que Lucía lo miraba atónita. Se le acerca y le pregunta: "Lucía, ¿qué has visto?", a lo que ella respondió: "Padre, he visto todo". San Pío le advirtió con severidad que no contase nada de lo que había presenciado.

No es de extrañar que el santo de Pietrelcina recibiese estas gracias especiales de Dios en su divina infancia, ya que el Padre Pío, desde pequeño, ya manifestaba su gran amor y devoción por el Niño Jesús. De acuerdo con varios biógrafos, a San Pío, siendo niño, le encantaba modelar con barro pequeñas imágenes del nacimiento, que colocaba en una gruta y decoraba con lucecitas. Dicen que el pequeño santo permanecía horas y horas delante del Belén rezando el Rosario y cantando canciones de cuna al Niño Dios.

Ya de grande, y junto a su celda en San Giovanni Rotondo, el Padre contaba con una hermosa imagen del Niño Jesús de 80 centímetros de altura que le encantaba abrazar y besar con frecuencia.

"Al comenzar la santa novena en honor del santo Niño Jesús, mi espíritu se ha sentido como renacer a una vida nueva; el corazón se siente demasiado pequeño para contener los bienes del cielo; el alma se siente deshacerse completamente ante la presencia de nuestro Dios, que se ha hecho carne por nosotros", escribió el santo en una ocasión en los días previos a la Navidad.

Con información de Religión en Libertad

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"La familia cristiana asume con todas las consecuencias la presencia de Dios": Mons. Osoro

Madrid (Lunes, 28-12-2015, Gaudium Press) Una invitación a contemplar la Sagrada Familia de Nazaret fue la que hizo Mons. Carlos Osoro, Arzobispo de Madrid, el pasado domingo 27 durante la santa misa que presidió al medio día en la Catedral de la Almudena.

El prelado celebró por segundo año consecutivo la Jornada de la Sagrada Familia que una vez más tuvo lugar en el templo capitalino con la participación de las familias madrileñas quienes desde tempranas horas acudieron al lugar para recibir la bendición de su pastor.

 "Familia hogar de la misericordia" fue el lema del evento.

Durante la homilía el Arzobispo llamó a los presentes a grabar en su corazón tres aspectos que son esenciales cuando se contempla a la Sagrada Familia: El primero, como señaló citando las lecturas proclamadas, "nos lo acaba de decir el libro del Eclesiástico: para venir a esta existencia necesitamos necesariamente de dos laderas: padre y madre".

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Por segundo año consecutivo Mons. Carlos Osoro presidió en la Catedral de la Almudena la Jornada de la Sagrada Familia / Foto: Miguel Hernández Santos - archimadrid.org.
"Sin esas laderas, por muchos inventos que hagamos los hombres, no venimos a la existencia. Por eso ha sido maravilloso ver como las familias se inician precisamente con el padre y la madre, con los esposos, que lo dan todo gratuitamente, se dan gratuitamente, como se da Dios a los hombres (...) Cómo no honrar a los padres, cómo no respetar al padre y a la madre. Ese respeto trae la alegría a los hijos (...) El que valora estas laderas, acumula grandes tesoros y grandes riquezas", agregó.

Como segundo aspecto, Mons. Osoro llamó a las familias a vivir la santidad y a ser misericordiosas: "haced un cántico a la familia, pero que sea un cántico con vuestra propia vida (...) Sois elegidos por Dios, tenéis la santidad misma de Dios y vestíos de la misericordia que Dios os ha regalado (...) ‘La familia, hogar de misericordia', dice el slogan de este año (...) Si el Señor nos ha perdonado, haced vosotros lo mismo, y esto comienza en la familia cristiana en la que se introduce la presencia de Dios y se respeta la presencia de Dios; el amor mismo de Dios se manifiesta, se regala".

Y en tercer lugar, les exhortó a ser familias misioneras: "haceos familias misioneras (...) que se convierten en templo vivo de un Dios que quiere comunicarse, que no quiere encerrarse en sí mismo. Familias misioneras en las que Jesús nos describe dónde está la clave (...) Convertid vuestros hogares en esa casa de la que Jesús habla, en esa casa en la que Jesús vivió con María y con José, convertirla (...) Ofreceos como familias misioneras, subid a la fiesta, y la fiesta es dejar entrar al Señor en vuestra vida, una misión que os entrega a Jesús a todas las familias, una misión que hoy os entrega diciéndoos también Jesús: pero no sabíais que yo, y vosotros que sois mi cuerpo, tenéis que estar en la Casa de mi Padre?".

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Durante la Jornada, Mons. Osoro bendijo a las familias madrileñas / Foto: Miguel Hernández Santos - archimadrid.org.
En otro momento, prelado apeló para que en la Archidiócesis de Madrid la familia tenga el protagonismo, aquel que "es sanador de la existencia y de la convivencia humana", porque "la familia cristiana asume con todas las consecuencias la presencia de Dios en el seno de ella, y entrega el abrazo de Dios a los que viven y a los que se acercan a esa familia. Entregan en definitiva la misericordia".

Finalmente, les llamó a ser "esa familia sagrada que ofrece misericordia", desde "una atmósfera de amor, de perdón, de entrega, de alegría, de compasión con los que más necesitan".

La Jornada de la Sagrada Familia, que culminó el pasado domingo, comenzó desde el sábado 26 con la entrada por la Puerta Santa de la Catedral de la Almudena y la catequesis para las familias que ofreció Mons. Osoro desde las 19:45 horas.

Este día también se llevó a cabo una peregrinación a la Cripta de la Almudena y el rezo del Santo Rosario y se dio inicio a las 24 horas de Adoración con el Santísimo Sacramento, para pedir de manera especial por las familias.

La jornada continuó el domingo a partir de las 9:00 horas con la bendición de cada familia por parte del Arzobispo de Madrid, la celebración Eucarística de las 12:00 del mediodía, la bendición general de las familias, y las Vísperas con bendición de los novios. El evento fue clausurado con un recital que ofreció el Coro de la JMJ.

Con información de la Archidiócesis de Madrid.

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miércoles, 23 de diciembre de 2015

Asista al original ¡Pesebre de luz, Sonido y Movimientos!

Fuente de riqueza para la Iglesia

Redacción (Lunes, 21-12-2015, Gaudium Press) Se cuenta un hecho curioso de la vida de San Francisco Javier que, encontrándose en las lejanas tierras de las Indias, recién llegado de Portugal, inició su misión apostólica entre este pueblo completamente desconocido para él. A medida que el tiempo pasaba, San Francisco descubría la mentalidad y el modo de ser de los orientales, encontrando en ellos grandes habilidades que mucho podrían contribuir para la glorificación y expansión del Cristianismo en aquellos parajes.

En una de sus actividades apostólicas, se deparó por primera vez con un grupo de personas provenidas de Japón, encantándose, sobretodo, con la gran sabiduría de esta gente. En esta ocasión, San Francisco, como un buen hijo de San Ignacio, no tardó en usar su inteligencia para intentar, a través de estos japoneses, expandir, de alguna forma, su apostolado. Suplicó entonces a ellos que hiciesen llegar al Rey un pedido de su parte: una autorización para evangelizar Japón.

Ahora, la realización de su idea no fue tan fácil cuanto pensara. Después de varios intentos de un encuentro con el monarca, que resultaron frustrados, pensó lo siguiente: conociendo la apetencia de los japoneses por todo lo que hay de belleza, intentaría, de alguna manera, presentarse delante del Rey, vistiendo las suntuosas vestiduras de aquella nación. De esta forma, podría conseguir más fácilmente la estima del monarca, reluciendo a sus ojos como alguien de valor.

De hecho, ¡así fue realizado! En una de las ceremonias efectuadas en el palacio real, San Francisco consiguió presentarse delante del monarca, llevando consigo veintinueve portugueses más, todos vestidos con trajes de gala.

Llegando al palacio, San Francisco organizó una entrada en cortejo con un cuadro de Nuestra Señora, deseando que la Virgen Santísima, con sus gracias, comenzase en aquel instante a tocar las almas. En pocos minutos, San Francisco estaba delante del monarca pagano. Él y sus compañeros lo saludaron con grandes venias y, en seguida, el apóstol pronunció un discurso, esparciendo el buen olor de Nuestro Señor Jesucristo delante de todos. Delante de tanta belleza, pompa y, sobretodo, viendo de cerca la magnificencia del espíritu católico en aquellos treinta occidentales, el monarca se conmovió y tornó realidad el sueño de San Francisco de evangelizar y convertir Japón.

Este hecho, ocurrido en el Japón del s. XVI, bien puede representar la actuación del ceremonial en la Historia. Dios creó los hombres con una naturaleza que constantemente lo busca en la Creación. Tal como los japoneses conocidos por San Francisco, frecuentemente, el ser humano crea símbolos, ritos y ceremonias para transponer, de forma material, aquella sed de lo Divino puesta en su alma.

Así, por disposición divina, la humanidad fue llamada a reflexionar el propio Dios en la esfera temporal, sea en sus actos, sea en sus obras, en cualquier época de la Historia, buscando sobre todo en Dios su modelo perfecto. De hecho, la gloria de Dios es el fin último de todas las cosas, y, cumple sobre todo a los seres inteligentes, mediante el recto uso de su libre arbitrio, ofrecer una alabanza voluntaria a su Creador.

Entretanto, a lo largo de los siglos los hombres se volvieron para sí, se olvidaron de su Creador y decayeron tanto al punto de tornarse los neopaganos del siglo XXI.

Pero Dios no abandona a sus hijos y, para traerlos nuevamente a sí, suscita, en la Iglesia, instituciones que, a través de la belleza, sobretodo presente en las ceremonias, despiertan en ellos - como ya había hecho con los de antes - el sentido de lo maravilloso adormecido en sus almas, inclusive invitando a muchos de ellos a servir de forma especial como instrumentos para la implantación del Reino del Inmaculado Corazón de María, que no es sino el propio Reino de Cristo, en la Tierra.

Por la Hna. Michelle Sangy, EP

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Exponen en Roma imagen del Niño Jesús considerada reliquia del Padre Pío

Roma (Martes, 22-12-2015, Gaudium Press) Entre las devociones que tenía el Padre Pío había una muy especial: la del Niño Jesús. Tanto era su amor por Jesús en su infancia que el santo de Pietrelcina tenía en su celda de San Giovanni Rotondo una hermosa estatuilla del Divino Infante que, de acuerdo con quienes lo conocieron, le encantaba abrazar y besar con frecuencia.

Esta imagen, de unos 80 centímetros de altura y esculpida en madera, permanecerá expuesta desde el próximo 24 de diciembre al 6 de enero en la iglesia de San Salvatore in Lauro en Roma. La efigie se le conoce como el "Bambinello dei baci" -"El Niñito de los besos", y es considerada una reliquia del santo italiano.

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La imagen la tenía el santo en su celda en San Giovanni Rotondo, mide 80 centímetros y fue fabricada en un solo tronco de madera / Foto: sansalvatoreinlauro.org
El Divino Niño, que al observarse detona gran ternura, fue donado por el Padre Pío al actor Carlo Campanini hace 49 años y hoy es custodiada por su hija María Pía, quien cada año la ofrece a la iglesia de San Salvatore para la veneración de los fieles.

"Papá frecuentaba San Giovanni Rotondo, y cuando iba a encontrarse con el Padre Pío, veía esta bella estatua fuera de su celda. Un día al iniciar la primavera de 1966 le pide al Padre Pío poder hacerlo salir de su ‘confín' de oración y llevarlo ‘al mundo'. El fraile superior no lo pensó dos veces y se lo donó. Desde entonces lo custodia mi familia", comenta María Pía.
La efigie, fue tallada por un artesano desconocido quien escogió un único pedazo de madera. El Pequeño Jesús, quien está vestido con una túnica de color beige, bendice con su mano derecha y con la izquierda toma su corazón del que arde una llamita dorada. Sobre su cabeza el Niño también cuenta con una corona grabada con las palabras "Cuor del Mondo" - "Corazón del Mundo".

Precisamente la iglesia de San Salvatore recibirá durante la primera semana de febrero el cuerpo de San Pío de Pietrelcina para la veneración de los fieles antes de su traslado a la Basílica de San Pedro, donde sus restos mortales estarán expuestos, junto con los de San Leopodo Madric, con motivo del Jubileo Extraordinario de la Misericordia. Ambos santos capuchinos son modelo para los confesores, por lo tanto testimonio para el Año Santo convocado por el Papa Francisco. La exposición de las reliquias de los sacerdotes frailes será el próximo 10 de febrero durante el Miércoles de Ceniza.

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Cuerpo incorrupto del Padre Pío de Pietrelcina.
Esta será la primera vez que el cuerpo del Padre Pío se traslade al Vaticano, pero no la primera de su ostensión, ya que su cuerpo incorrupto se expone desde e junio de 2013 en San Giovanni Rotondo, su santuario.

El Padre Pío, quien falleció el 20 de septiembre de 1968 en olor de santidad y sufriendo por 50 años los estigmas, fue canonizado en el 2002 por San Juan Pablo II, gracias al milagro atribuido a su mediación ocurrido al niño Mateo Colella quien se recuperó, sin explicación médica alguna, de una meningitis fulminante.

Durante solemne celebración de su canonización, San Juan Pablo II se refirió al Padre Pío como un gran distribuidor de misericordia: "El padre Pío fue generoso dispensador de la misericordia divina, poniéndose a disposición de todos a través de la acogida, de la dirección espiritual y especialmente de la administración del sacramento de la penitencia.

También yo, durante mi juventud, tuve el privilegio de aprovechar su disponibilidad hacia los penitentes. El ministerio del confesonario, que constituye uno de los rasgos distintivos de su apostolado, atraía a multitudes innumerables de fieles al convento de San Giovanni Rotondo. Aunque aquel singular confesor trataba a los peregrinos con aparente dureza, estos, tomando conciencia de la gravedad del pecado y sinceramente arrepentidos, volvían casi siempre para recibir el abrazo pacificador del perdón sacramental".

Con información de RomaSette.it, sansalvatoreinlauro.org y Vatican.va.

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jueves, 17 de diciembre de 2015

Confesión difícil… Comunión llena de dulzura

Redacción (Miércoles, 16-12-2015, Gaudium Press) En su célebre libro Memoires d'outre tombe ("Memorias de ultratumba"), el vizconde de Chateaubriand -destacado hombre público y uno de los mayores escritores de la lengua francesa- revela cómo superó una prueba que tantos hombres ya atravesaron, y tantos más pasarán aún. Esta es la historia tal como él mismo la relató:

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* * *

El día de mi Primera Comunión se acercaba. Mi piedad parecía sincera y edificaba a todos mis compañeros; mis repetidas mortificaciones causaban preocupación incluso a los profesores.

Tenía como confesor al Superior del seminario, un hombre de cincuenta años, de aspecto severo. Cada vez que me arrodillaba en el tribunal de la penitencia, me interrogaba con ansiedad. Sorprendido con la superficialidad de mis faltas, no sabía cómo conciliar mi turbación con la irrelevancia de los secretos declarados. Y mientras más se acercaba el día de la Pascua, más incómodas se hacían sus preguntas:

-¿Usted no me esconde nada?
-No, Padre, no.
-¿No cometió tal pecado?
-No, Padre, no.
Y siempre:
-No, Padre, no.
Y él me despedía de nuevo, dudando, suspirando, mirándome hasta el fondo del alma; y yo salía de su presencia pálido y desfigurado como un criminal.

Recibiría la absolución el Miércoles Santo. Había pasado la noche del martes al miércoles en fervorosa oración y leyendo, lleno de terror, un libro sobre confesiones sacrílegas. El miércoles, a las tres de la tarde, salimos rumbo al seminario en compañía de nuestros padres.

Al llegar a la iglesia me postré a los pies del sagrario, abstraído, fuera de mí. Cuando me levanté para ir a la sacristía, donde me esperaba el Superior, me temblaban las rodillas. Me hinqué a los pies del sacerdote y recé el "Yo confieso" con una voz tan alterada que casi no pude terminarlo.

-Y bien, ¿no olvidó usted alguna cosa?- me preguntaba el hombre de Dios.
Yo seguía callado.

Su interrogatorio volvía a empezar, y el fatídico "no, Padre, no" se escapó de mi boca.
Él se recogió para pedir consejo a Aquel que otorgó a los apóstoles el poder de atar y desatar las almas, y con gran esfuerzo se preparó para darme la absolución.

Si el cielo hubiera descargado un rayo sobre mí, me habría causado menos pavor.

Grité: "¡Todavía no lo dije todo!"
Y el temible juez, delegado de la Justicia Suprema, cuya mirada me inspiraba tanto temor, convertido en el pastor más lleno de dulzura, me abrazaba deshecho en lágrimas:
-Vamos, hijo querido, ¡sea valiente!- me decía.

Jamás había experimentado tanto regocijo. Si me hubieran quitado el peso de una montaña, no me habrían aliviado tanto: ¡sollozaba de alegría! Me atrevo a decir que aquel día me sentí por primera vez un hombre honesto.

Vencida la primera dificultad, el resto fue fácil.

-En fin, ahora está libre de sus pecados gracias a esta confesión valerosa... aunque tardía- añadió el sacerdote.

Y alzando su mano derecha, pronunció la fórmula de la absolución. Esta segunda vez su brazo, lejos de ser amenazante, hacía bajar sobre mi frente el rocío celestial. Me incliné para recibirla y lo que sentía me hacía compartir la alegría de los ángeles. Me levanté y fui a abrazar precipitadamente a mi madre, que me esperaba a los pies del altar.

Ya no parecía el mismo frente a mis profesores y compañeros: caminaba con paso ligero, con la frente en alto, con aire radiante, en el triunfo de un arrepentido.

* * *
A la mañana siguiente, Jueves Santo, día en que la Iglesia rememora la institución del Santísimo Sacramento, Chateaubriand hizo su Primera Comunión.

Lo que sintió su pequeño corazón de niño permanece como un secreto entre Dios y él. Pero podemos afirmar que la presencia de Jesús-Hostia en su alma lo estremeció de amor y felicidad; pues él mismo aseguraría más tarde que, tal como los mártires de antaño, en aquella ocasión habría dado gustoso su vida y su sangre para alabar y honrar al Señor Sacramentado.

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Curso de latín de la Iglesia en Pakistán obtiene inesperado éxito

Karachi (Miércoles, 16-12-2015, Gaudium Press) El Centro de Catequesis de la Diócesis de Karachi, Pakistán, registra un éxito sorpresivo en una actividad que se pensaba sólo era atractiva para sacerdotes y religiosos: el estudio de latín. Un programa creado en el mes de octubre por su Director, el P. Arthur Charles, con motivo del Jubileo de la Misericordia, fue más allá del público especializado esperado y en él participan personas de todo tipo, interesadas por esta lengua tradicionalmente ligada a la vida de la Iglesia.

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Mons. Evarist Pinto,  Arzobispo emérito de Karachi, Pakistán. Foto: UK in Pakistan.
"El latín ofrece a los estudiantes la oportunidad de aprender las oraciones fundamentales de la Iglesia, de leer y entender más acerca la Sagrada Escritura, así como acercarse a las canciones e himnos", explicó a Fides el P. Charles. 

"Representa un enriquecimiento cultural y espiritual para todo el mundo".

Las clases son impartidas por una religiosa dominica, la Hna. Roshan Mariam, y corresponden a un conocimiento básico de la lengua. El avance de los estudiantes es tal que ya son capaces de mantener una conversación sencilla, gracias a una estructura de talleres que resultaron de gran atractivo en la comunidad católica.

El Arzobispo emérito de Karachi, Mons. Evarist Pinto, saludó a los estudiantes en latín para animarlos en su interés: "Salve, fratres et sorores, amici et amicae. Laudamus Deum et gratias agimus per hoc cursus Latino. Nunc possumus Latine loqui et Latine scribere. Deo gratias" (Buenos días , hermanos y hermanas , amigos y amigos . Damos gracias y alabamos a Dios por este curso Latino . Ahora son capaces de practicar el hablar y escribir en latín. Gracias a Dios). El prelado recordó la gran influencia de los textos latinos en la cultura occidental y la importancia de este conocimiento para valorar el patrimonio de la Iglesia Universal.

Con información de Fides.

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miércoles, 16 de diciembre de 2015

Los hombres de hoy buscan la paz y no la encuentran

Redacción (Martes, 15-12-2015, Gaudium Press) Es imposible meditar sobre la Navidad sin que nos vengan a la mente - y diríamos a los oídos - las palabras armoniosas e iluminadas con que los ángeles, apareciendo súbitamente junto al ángel que les anunciaba el nacimiento del Redentor, alabando a Dios, cantaban la gran noticia diciendo: "Gloria a Dios en lo más alto de los Cielos y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad" (Lc 2, 14). Anuncio lleno de simplicidad, que hasta un niño puede comprender, que encerraba en sí verdades de las más profundas.

Cuántas veces, durante el año tan convulsionado que hemos vivido, y que en poco termina, hemos oído hablar de paz. Poco hemos escuchado de la "gloria a Dios en lo más alto de los Cielos" en donde no hay disensión alguna. Cada vez vemos menos hombres de "buena voluntad", dispuestos hacia los otros, llenos de amor para con el prójimo.

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Ante eso nos preguntamos: ¿por qué los hombres quieren tanto la paz y no la encuentran?, ¿qué es concretamente la paz?
Unos la considerarán un bienestar, sin enfermedades, sin luchas ni adversidades, nada de riesgos. Aprovechando la vida terrena, este recorrido en este "valle de lágrimas", para gozar en todo momento. La "gloria de Dios" pues, nada tiene que ver con la paz. Será querer que todos vivan alegres y felices. Son hombres y mujeres con una mentalidad plasmada en que la gloria de Dios es una cosa insignificante, sin importancia alguna. Nada tiene que ver con la paz en la tierra.

Pero, no se puede disociar la gloria de Dios y la paz en la tierra. Si los hombres no dan gloria a Dios, pues, como evidente consecuencia, no habrá paz en el mundo.

Cuando la adoración del dinero, la divinización de las masas, el gusto por los placeres más vanos, el dominio despótico de la fuerza bruta, el sincretismo religioso (es decir cualquiera puede creer lo que se le antoje), en fin, el paganismo en todos sus aspectos, va invadiendo la faz de la tierra, el resultado es la falta de paz que estamos viviendo. Buscamos la paz, y la paz no habita en medio de nosotros.

La paz es la tranquilidad, pero no una tranquilidad cualquiera. San Agustín nos enseña que "la paz es la tranquilidad del orden". Es decir: sólo donde hay orden es que hay verdadera paz. Cuando se vive en medio del desorden no hay paz; lo que se pueda sentir como paz es la "paz" que se siente en los pantanos, o en los cementerios, en donde existe la muerte y la desintegración de los cadáveres, la transformación, "pues eres polvo y al polvo volverás" (Gén 3, 19).

Ante todo eso, acabamos sintiendo en torno nuestro un abismo entre el ideal y la realidad de lo que vivimos. Se enfrentan la justicia y la injusticia, el bien y el mal, la virtud y el pecado. Hemos llegado a conquistar el mundo entero. La ciencia y la técnica nos rodean, y hasta nos sirven en numerosos aspectos. Máquinas y más máquinas cumplen funciones que sorprenden mismo a aquellos que han sobrepasado el medio siglo de existencia. Pero...no tenemos tranquilidad, no tenemos moralidad, no tenemos honradez, no tenemos... fe. Un viejo psiquiatra comentaba que hasta los enfermos, perdiendo la religiosidad, no tienen paz de alma. El desasosiego corroe los corazones de los contemporáneos.

Esto nos hace pensar en cómo obtener una disposición correcta de todas las cosas de la vida terrena. Nada mejor para eso que llevemos nuestros pensamientos a la noche de Navidad, que nuestros oídos se embelesen con ese canto, de todos conocido y tantas veces recitado: "Noche de paz, noche de amor, todo duerme en derredor". Es el "Stille Nacht" que nos eleva, cada año, en su manifestación de compasión para con el Niño Dios recién nacido, como que nos dice: es tan pequeño ese Dios infinito, es tan infinito ese Dios pequeño. Movimientos interiores de compasión y de respeto nos inspira esta bella canción navideña cuando la oímos o cantamos.

Volvamos nuestras miradas al Niño Jesús, el Dios hecho hombre, el Príncipe de la Paz, ahora sí, con mayúscula. Decía un gran católico del siglo pasado que "sin Tí Señor, la paz es una mentira, y al final, todo se convierte en guerra". Lo veremos en los Nacimientos, durante este tiempo de Navidad, en la augusta pobreza de una gruta, junto a la Virgen, su Santísima Madre, y San José. Lo apreciaremos en la debilidad de un niño, en un pesebre - lugar donde comían los animales -, ¡qué cuna tan tosca y sencilla!
Ahí está quien, nos invita a transformar el curso de la historia de los hombres, a salir de atolladero que nos llena de tristeza. Invitándonos al camino de la austeridad, del amor a la cruz, de la justicia ante todo tipo de iniquidades, de desapego a los placeres ilícitos, a la pureza de vida en un mundo lleno de depravaciones.

Si la humanidad caminase en el cumplimiento de la Ley de Dios, de inmediato, esta crisis moral, esta crisis de fe, esta crisis religiosa, dejaría de existir. La responsabilidad está en nosotros mismos. Que se produzca en cada uno de nosotros una "metanoia", es decir, un cambio de mentalidad. Si no se hace eso, todo lo que se intente, será en vano.

Y, cuando nos inclinemos ante el Nacimiento, mirando encantados las imagencitas de la Sagrada Familia, y sintamos cómo Dios quiso ponerse a nuestro alcance, con familiaridad, pidamos por nuestra reforma personal, y por la reforma del prójimo. Ahí sí tendremos por seguro, que la crisis contemporánea tendrá solución.

"En primer lugar -decía Benedicto XVI - la paz debe ser construida en los corazones. Es en ellos donde se desenvuelven sentimientos que pueden alimentarla o, al contrario, amenazarla hasta sofocarla"; agregando sabiamente que: "es en el corazón del hombre el lugar de las intervenciones de Dios" (20-9-2006).

Así rezan, en la Santa Misa, los fieles al aproximarse el momento de la Comunión, a coro: "Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros". En la tercera vez afirman: "danos la paz".

Que el Niño Jesús, la Virgen y San José, derramen sobre todos ustedes sus bendiciones, llenen sus corazones de las santas y puras alegrías de la Navidad recibiendo, la paz verdadera, la Paz de Cristo.

Por el P. Fernando Gioia, EP
(Publicado en LaPrensaGráfica.com, 15-12-2015)

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David salva a Saúl

Redacción (Martes, 15-12-2015, Gaudium Press) En su execrando deseo de matar a David, Saúl acabó quedándose al alcance de la mano del valiente guerrero. Pero David no quiso eliminar a aquel que era el ungido del Señor.

Después de David vencer a los filisteos en Ceila, sus seguidores ya eran 600 hombres. Perseguido por el impío Saúl, el huía de un lugar para otro, acompañado de su pequeña tropa.

Humildad de Jonathan

Estando David en el desierto de Zif, Jonathan, hijo de Saúl, fue a encontrarse con él y lo animó diciendo: "No temas, pues la mano de mi padre no te alcanzará. Tu reinarás sobre Israel, y yo seré tu segundo" (I Sm 23, 17).

Es bella la actitud sin pretensiones de Jonathan. "El está seguro de que en adelante su amigo será rey, y no le envidia ese título; él espera por lo menos permanecer junto a David, ocupando el segundo puesto." [1]

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Rey David - Retablo de la Catedral vieja de Salamanca
Ambos renovaron el pacto de amistad delante del Señor, y Jonathan volvió para su casa. Los dos amigos no irían a verse más.

El valeroso guerrero fue para el desierto de Engadi. Sabiendo de eso, Saúl reunió a 3.000 soldados de élite y partió en búsqueda de David. En cierto momento, Saúl precisó entrar en una gruta que era enorme; en el fondo de ella estaban David y sus seguidores.

"Entonces David se aproximó suavemente y cortó la punta del manto de Saúl" (I Sm 24, 5).
Los soldados de David querían que él matase a Saúl allí mismo. Pero el varón de Dios les dijo que no levantaría la mano contra el ungido del Señor. "Y con palabras firmes, David contuvo a sus hombres y no permitió que se lanzasen sobre Saúl" (I Sm 24, 8).

Respeto de David por el ungido del Señor
Cuando Saúl salió de la gruta, David se retiró luego después y gritó atrás de él: "¡Señor mi rey!". Saúl se volvió y David, habiéndose prosternado, le dijo:
¿"Por qué das oídos a los que te dicen que David procura tu ruina? Viste hoy que el Señor te entregó en mis manos, en la gruta. Pensé en matarte, pero reflexioné: ‘No levantare la mano contra mi señor, pues él es el ungido de Dios, y mi padre'. Ve en mi mano la punta de tu manto, y reconoce que no hay maldad ni rebeldía en mi" (cf. I Sm 24, 10-12).

Es de notar la humildad y el respeto de David que, aún después de las diversas tentativas homicidas de Saúl, lo llama padre.

Entonces, Saúl se puso a llorar en voz alta. Después reconoció que David solo quería su bien, en cuanto él, Saúl, le deseaba apenas el mal. En aquel instante adquirirá la certeza de que David sería Rey de Israel. Y le pidió que jurase, en nombre de Dios, que no eliminaría a los descendientes de Saúl. Y el fiel David hizo el juramento.

Después, Saúl fue a su casa; David y sus seguidores se dirigieron a un refugio.

El arrepentimiento de Saúl no fue real y profundo, sino superficial y pasajero. Poco tiempo después, él nuevamente irá a la búsqueda del inocente David, intentando matarlo.

En este intermedio, falleció el profeta Samuel, con la edad aproximada de 80 años. Fue una "pérdida enorme para Israel, aunque el papel activo de Samuel hace mucho tiempo cesara". [2]
"Todo Israel se reunió para los funerales" (I Sm 25, 1) y fue sepultado en Ramá. Tal fue su vida virtuosa que la Iglesia lo considera Santo, siendo su memoria celebrada el 20 de agosto.

Nabal recusa atender a David
David se dirigió al desierto de Maon, en el cual había una localidad llamada Carmel, donde vivía Nabal con su esposa Abigail, "muy sensata y bonita". Nabal se torno muy rico, poseía 3.000 ovejas y mil cabras, pero era "grosero y malo" (I Sm 25, 3).

Pasando por serias dificultades en encontrar alimento, David envió a diez jóvenes a Nabal a fin de pedirle auxilio, utilizando las palabras: "Dad lo que tuvieres a mano a estos siervos tuyos y a tu hijo David" (I Sm 25, 8).

David quiso honrar a Nabal con este número de enviados; él había prestado muy buenos servicios a Nabal, protegiendo sus rebaños y pastores contra los malhechores del desierto. [3] Y, con gran modestia, David se declara "hijo" de Nabal.

El pésimo Nabal les respondió que no sabía quién era David, insinuando que él sería una especie de esclavo rebelado contra su señor.

Los jóvenes regresaron y contaron todo a David, el cual ordenó a sus seguidores que ciñesen la espada. Y, acompañado de 400 hombres, partió decidido a matar a todos los siervos de Nabal, del sexo masculino.

Uno de los criados de Abigail le informó al respecto del inminente peligro que todos allí corrían. Y acrecentó que los siervos de David siempre trataron muy bien a los siervos de Nabal, y que hasta aún les sirvieron de "muro de defensa, día y noche" (I Sm 25, 16) contra los enemigos, en cuanto ellos apacentaban los rebaños.

¿Qué hará Abigail para salvar a sus siervos? Con profunda humildad, providenciará los medios para aplacar a David.

Que Nuestra Señora nos libre del vicio del orgullo que hoy abunda en todos los sectores, y nos conceda la virtud de la humildad.

Por Paulo Francisco Martos
(in Noções de História Sagrada (53))
.................................................
1 - FILLION, Louis-Claude. La Sainte Bible commentée. 3. ed. Paris: Letouzey et aîné. 1923, v.II, p.306-307 .
2 - Idem, ibidem, p. 312.
3 - Cf. FILLION, ibidem, p 312-313.


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viernes, 11 de diciembre de 2015

Los sacerdotes deben estar disponibles a ofrecer la misericordia de Dios: Obispo uruguayo

Salto (Jueves, 10-12-2015, Gaudium Press) Mons. Pablo Galiberti, Obispo de Salto en Uruguay, ha dirigido un mensaje a los sacerdotes de su diócesis con ocasión del inicio el Jubileo Extraordinario de la Misericordia -que comenzó el pasado martes 8 de diciembre en la solemnidad de la Inmaculada Concepción-, llamándolos a estar disponibles para ofrecer la misericordia de Dios.

"El Jubileo extraordinario que iniciamos el 8 de diciembre (...) nos pide una generosa disponibilidad para celebrar la reconciliación y tiempo para escuchar, consolar y atender a quienes nos necesitan", escribe el prelado al recordar palabras del Papa Francisco cuando expresa que ve a la Iglesia "como un hospital de campaña después de una batalla".

Dice, entonces, que "se hace urgente aplicar a las heridas más graves el remedio de la misericordia, el único que sana y recupera la dignidad pisoteada".

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el Obispo de Salto invita a los sacerdotes para que abran a los fieles las puertas del "Evangelio de la Misericordia" / Foto: Lawrence OP.
En este sentido el Obispo de Salto invita a los sacerdotes para que abran a los fieles las puertas del "Evangelio de la Misericordia", llevando a ellos palabras, escuchándoles, alimentándoles las obras de misericordia, tanto corporales como espirituales.

"Que nos contagiemos todos con este espíritu y disponibilidad, para atender a lo más urgente que precisan nuestros fieles y ofrecer lo más hermoso del tesoro espiritual de la Iglesia: la Misericordia de Dios" agrega el prelado.

Al concluir la misiva, Mons. Galimberti también anima a los sacerdotes para que durante el Año Santo se intensifiquen las obras de misericordia y para que en cada templo parroquial se celebre con gran alegría los días patronales, así como cada primer viernes de mes y las fechas importantes del Jubileo.

Esta invitación del Obispo Uruguayo también hace eco al apelo que hizo el Papa Francisco en la Bula ‘Misericordiae Vultus' con la que convocó el Año Santo de la Misericordia. En ella el Santo Padre dice: "nunca me cansaré de insistir en que los confesores sean un verdadero signo de la misericordia del Padre. Ser confesores no se improvisa. Se llega a serlo cuando, ante todo, nos hacemos nosotros penitentes en busca de perdón. Nunca nos olvidemos que ser confesores significa participar de la misma misión de Jesús y ser signo concreto de la continuidad de un amor divino que perdona y que salva".

"Cada confesor deberá acoger a los fieles como el padre en la parábola del hijo pródigo: un padre que corre al encuentro del hijo no obstante hubiese dilapidado sus bienes. Los confesores están llamados a abrazar ese hijo arrepentido que vuelve a casa y a manifestar la alegría por haberlo encontrado (...) En fin, los confesores están llamados a ser siempre, en todas partes, en cada situación y a pesar de todo, el signo del primado de la misericordia", continúa el Papa.

En unión a este llamado, el Santo Padre también ha invitado para que durante el Jubileo, sobre todo durante el tiempo de Cuaresma, se incremente en las diócesis la iniciativa "24 horas para el Señor", para que más personas, especialmente los alejados, se acerquen al Sacramento de la Reconciliación.

"Muchas personas están volviendo a acercarse al sacramento de la Reconciliación y entre ellas muchos jóvenes, quienes en una experiencia semejante suelen reencontrar el camino para volver al Señor, para vivir un momento de intensa oración y redescubrir el sentido de la propia vida. De nuevo ponemos convencidos en el centro el sacramento de la Reconciliación, porque nos permite experimentar en carne propia la grandeza de la misericordia. Será para cada penitente fuente de verdadera paz interior", escribe el Papa en la Bula de convocación del Año Santo.

Con información de la Conferencia Episcopal Uruguaya y vatican.va.

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Como se combinan la misericordia y la corrección en un padre de familia, según el Cardenal Müller

Ciudad del Vaticano (Jueves, 10-12-2015, Gaudium Press) En entrevista concedida a Aci Stampa, agencia en italiano del grupo ACI, el prefecto de la Congregación para la doctrina de la Fe, Cardenal Gerhard Müller, respondió a la siguiente pregunta: "¿Puede un padre ser misericordioso y corregir a sus hijos?". La respuesta fue más que afirmativa: "En realidad, si un padre no corrige a sus hijos, y en cambio justifica o minimiza sus errores, no los amaría o los estaría enviando directamente hacia el desastre", expresó el purpurado.

Verdaderamente, "un padre que no ayuda a sus hijos a reconocer sus errores no los estima verdaderamente y no confía en la posibilidad de que cambien".

"Porque la misericordia lleva inscritos en sí, indeleble e inseparablemente, el amor y la verdad. Pertenece a la tradición cristiana, desde las Escrituras hasta el Magisterio de los últimos Papas, que amor y verdad están juntos o juntos caen: no hay amor sin verdad y no hay verdad auténtica sin amor. ¿Y esto acaso no debería valer también para la doctrina?"
La misericordia, "es lo contrario del laissez faire (dejar hacer)... esta no es la actitud de Dios hacia el hombre: basta leer los evangelios y ver cómo se comportaba Jesús que era bueno pero al mismo tiempo no ocultaba la verdad. Y la doctrina tiene el mismo objetivo de ayudarnos a conocer la verdad, nos ayuda a aceptarla en su integridad y a no engañar a la verdad".

"La doctrina, para nosotros los cristianos, no tiene como última referencia las ideas (que tenemos) sobre Dios o sobre la salvación que nos ofrece, sino la vida misma de Dios y su irrupción en la vida del hombre: es una ayuda para comprender quién es Dios y qué cosa está en juego con la salvación que Dios ofrece a la vida concreta del hombre" dijo el Cardenal.

Entretanto, "para comprender todo esto es necesario una razón humilde, que no se erige presuntuosamente como la medida de todas las cosas. Desafortunadamente el pensamiento que surge de la modernidad, que nos ha dejado una heredad también de muchas cosas bellas, nos ha privado de esta humildad".

Con información de ACI

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jueves, 10 de diciembre de 2015

Año Santo: Lo que se debe saber sobre las Obras de Misericordia

Redacción (Miércoles, 09-12-2015, Gaudium Press) Con el Año Santo de la Misericordia, que inicio el pasado 8 de diciembre en la solemnidad de la Inmaculada Concepción, el Santo Padre Francisco ha hecho una especial invitación para que se reflexione y se pongan en práctica las Obras de Misericordia.

Así está escrito en la Bula ‘Misericordiae Vultus' con la que el Santo Padre convocó el Jubileo Extraordinario: "Es mi vivo deseo que el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina. La predicación de Jesús nos presenta estas obras de misericordia para que podamos darnos cuenta si vivimos o no como discípulos suyos".

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Obra Jesús Cura al Ciego de El Greco.
Y... ¿Qué son las Obras de Misericordia?
De acuerdo con el Catecismo de la Iglesia Católica, las Obras de Misericordia "son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales. Instruir, aconsejar, consolar, confortar, son obras espirituales de misericordia, como también lo son perdonar y sufrir con paciencia. Las obras de misericordia corporales consisten especialmente en dar de comer al hambriento, dar techo a quien no lo tiene, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a los presos, enterrar a los muertos".

"Entre estas obras -sigue el Catecismo-, la limosna hecha a los pobres es uno de los principales testimonios de la caridad fraterna; es también una práctica de justicia que agrada a Dios".

Las 14 Obras de Misericordia
Siendo así, existen 14 Obras de Misericordia: siete corporales y siete espirituales. Las obras de misericordia corporales son: visitar a los enfermos, dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, dar posada al peregrino, vestir al desnudo, visitar a los presos y enterrar a los difuntos.
Mientras que las obras de misericordia espirituales son: enseñar al que no sabe, dar buen consejo al que lo necesita, corregir al que se equivoca, perdonar al que nos ofende, consolar al triste, sufrir con paciencia los defectos del prójimo y rezar a Dios por los vivos y los difuntos.

"En el ocaso de nuestras vidas seremos juzgados en el amor"
El Papa Francisco en la Bula de convocación del Jubileo extraordinario habla también del efecto de las obras de misericordia en quien las practica, recordando que no se puede escapar a las Palabras de Jesús, ya que con base a ellas seremos juzgados: "si dimos de comer al hambriento y de beber al sediento. Si acogimos al extranjero y vestimos al desnudo. Si dedicamos tiempo para acompañar al que estaba enfermo o prisionero. 

Igualmente se nos preguntará si ayudamos a superar la duda, que hace caer en el miedo y en ocasiones es fuente de soledad; si fuimos capaces de vencer la ignorancia en la que viven millones de personas, sobre todo los niños privados de la ayuda necesaria para ser rescatados de la pobreza; si fuimos capaces de ser cercanos a quien estaba solo y afligido; si perdonamos a quien nos ofendió y rechazamos cualquier forma de rencor o de odio que conduce a la violencia; si tuvimos paciencia siguiendo el ejemplo de Dios que es tan paciente con nosotros; finalmente, si encomendamos al Señor en la oración nuestros hermanos y hermanas".

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Obra Multiplicación de los Panes y Peces, Parroquia de los Jesuitas, Santander.
El Papa concluye: "En cada uno de estos ‘más pequeños' está presente Cristo mismo. Su carne se hace de nuevo visible como cuerpo martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, en fuga (...) para que nosotros los reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos con cuidado. No olvidemos las palabras de san Juan de la Cruz: ‘En el ocaso de nuestras vidas, seremos juzgados en el amor'".

Con información de vatican.va.

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Canónigo penitenciario de Málaga, España, recuerda que la Confesión sana y da alegría

Málaga (Miércoles, 09-12-2015, Gaudium Press) El P. Ildefonso López, Canónigo penitenciario de la Catedral de Málaga, España, recordó la importancia del Sacramento de la Penitencia al inicio del Año Jubilar de la Misericordia. La Confesión "no sólo sana, sino que alegra y sobre todo, tras mi experiencia de tantos años de sacerdote, creo que toda persona que se acerca al confesonario sale totalmente distinta", afirmó, con la experiencia de 61 años de ministerio sacerdotal.

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La Confesión es uno de los pilares del Año Santo de la Misericordia. Foto: Bennet Summers.
Para el Canónigo, existen tres claves para aprovechar el tiempo de gracia del Año Santo, en diálogo con Religión en Libertad: "En primer lugar, reconocerse pecador y, desde ahí, pedir al Señor la gracia del arrepentimiento", indicó. "Sabemos que Dios es el que nos perdona, pero a través del sacerdote". El sacramento de la Confesión es "poco valorado" en la actualidad, en medio de la confusión y la creencia de no necesitar la ayuda divina y el consejo de los sacerdotes.

"Yo creo que es momento para contemplar la misericordia de Dios, meditar en ella, agradecerla y no perder de vista las palabras de Jesús: tenemos que ser misericordiosos como el Padre es con nosotros. Ése sería el segundo punto, somos sujetos de misericordia", expuso el P. López. "Y el tercer punto sería que tenemos que ser testigos y transmisores de la misericordia del Señor, individual y colectivamente, como Iglesia, la madre de la misericordia, maestra y ejemplo de misericordia."

El Canónico recomendó a los sacerdotes aplicar la experiencia de haber recibido ellos mismos de manera frecuente el sacramento y no tener prisa en la administración del sacramento de la Penitencia. "Cada persona tiene su problemática, su edad y hay que darle un consejo distinto. No sirve que a todos los jóvenes se les diga lo mismo y se les ponga la misma penitencia. Hay que hacer un poco de discernimiento, siempre en beneficio del penitente", concluyó. "Yo creo que el confesonario es una gran escuela para los sacerdotes".

Con información de Religión en Libertad.

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Obispo bendice Pesebre Monumento, en Salvador-Brasil

Salvador (Martes, 09-12-2015, Gaudium Press) En la Arquidiócesis de Salvador, Brasil, estuvieron reunidos hombres, mujeres y niños de diversas parroquias y comunidades en la Plaza de la Sede para presenciar el momento de la bendición concedida por el obispo auxiliar, Mons. Estevam dos Santos Silva Filho, al Pesebre Monumento.

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En exposición hasta el día 6 de enero, la representación del nacimiento del Niño Jesús es una de las acciones de la 5ª edición del proyecto "Salvador, Ciudad Natal del Brasil".
El montaje del Pesebre Monumento, según Mons. Estevam, evidencia el deseo de la Arquidiócesis de Salvador de expresar el mismo deseo de San Francisco de Asís cuando representó el nacimiento de Jesús por primera vez.

"San Francisco tuvo esa idea fabulosa: armar el pesebre para presentar al mundo el gran mensaje: el Emanuel, el Dios, está con nosotros. Él vive, Él tiene un mensaje expreso en un pequeño niño. Un niño que trae alegría, que trae tantas posibilidades para una familia. Por lo tanto, debido a ese niño, todos nosotros debemos envolvernos para crear así una familia, una ciudad más fraterna, más justa", dijo.

En el instante en que bendecía las imágenes que componen el pesebre, el prelado llamó la atención del público para la centralidad de la Navidad, que es la persona del Niño Jesús. Además, recordó que Salvador es considerado como un lugar privilegiado por el hecho de llevar consigo el nombre del Dios que se hizo niño.

"Así como los ángeles aparecieron y comunicaron la gran alegría: ¡‘nació el Salvador!', aquí en este lugar podamos tener esa certeza que el Salvador escogió esta ciudad y nuestro corazón más una vez para renacer y llevar el mensaje de reconciliación al mundo", destacó Mons. Estevam.

Después de la bendición los participantes tuvieron la oportunidad de asistir a una representación teatral de Navidad, que contó con la participación del grupo de Oración Por el Arte (OPA).

Mons. Estevam además enfatizó junto a los fieles bahianos que nunca debemos olvidarnos que cada persona pertenece al Señor.

"Nuestra Arquidiócesis desea que en todas las calles, en todas las casas, en todos los hogares, en todas las periferias pueda llegar ese mensaje de Navidad, que es un mensaje de reconciliación. Nuestra Arquidiócesis desea hacer una invitación, por medio del pesebre, a todas las familias para una ciudad, un estado, un país y un mundo más fraternos, donde la violencia religiosa sea cortada, donde los contra-testimonios, como el de la corrupción, de la falta de compromiso con el otro puedan quedarse en el pasado. Que a ejemplo de San Francisco de Asís podamos tener motivos para reconstruir nuestra historia", concluyó. (LMI)

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domingo, 6 de diciembre de 2015

En Catedral de Río de Janeiro se oficiará matrimonio de 230 parejas

Río de Janeiro (Jueves, 03-12-2015, Gaudium Press) En la Ciudad Maravillosa, más de 230 parejas participarán del mayor casamiento comunitario realizado por la Arquidiócesis de Río. La celebración tendrá lugar en la Catedral Metropolitana, el próximo sábado 5, y será presidida por el Cardenal Arzobispo Orani João Tempesta.

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En nota, la Arquidiócesis destaca que esa "es la primera vez que sucede un casamiento comunitario a nivel arquidiocesano en Río y con un grupo tan grande de parejas", siendo que la media normal de matrimonios comunitarios es de hasta 40 parejas.

El llamado "Día del Sí", resultante de una asociación de la Arquidiócesis de Río con el Tribunal de Justicia del Estado de Río de Janeiro (TJ-RJ) y la Asociación de Magistrados del Estado de Río de Janeiro (Amaerj), tiene la propuesta de regularizar, de forma gratuita, la situación civil y religiosa de parejas que ya viven juntas.

El obispo auxiliar Mons. Paulo Cezar Costa explicó que "una unión sin el matrimonio civil y religioso forma un lazo frágil entre un hombre y una mujer. Cuando esa unión tiene una legalidad delante de la ley y es un sacramento delante de Dios, ella se torna más consistente para los cónyuges y para los hijos. La familia es una institución fundamental para la sociedad", comentó.

A su vez, Monseñor Joel Portella Amado, uno de los organizadores del extenso matrimonio comunitario, cree que con este proyecto, "la Iglesia favorece el amor de la pareja, la importancia de la familia y la vivencia de la Fe en todas las dimensiones, principalmente en la dimensión conyugal".

"Yo he encontrado, en las entrevistas que he hecho, a parejas de Fe que no se casaron principalmente por dos motivos: cuando jóvenes no podían pagar y ahora tienen vergüenza de contar al párroco que no son casados. Para tener una idea, la pareja más vieja que tenemos es de un señor de 84 años con una señora de 64", declaró.

En la visión del religioso, "la mayoría de las personas tienen el sueño del matrimonio religioso. Y para muchas, ese sueño es bloqueado porque ellos piensan que casarse en la Iglesia es caro. Lo que no es una realidad". (LMI)

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