jueves, 22 de noviembre de 2012

En Brasil, es lanzada la última obra del Fundador de los Heraldos del Evangelio

20 de Noviembre de 2012 

Caieiras (Martes, 20-12-2012, Gaudium Press) Ayer, durante una solemne eucaristía celebrada en la Basílica de Nuestra Señora del Rosario -en Caieras, estado de São Paulo, Brasil- fue oficialmente lanzada la última obra del fundador de los Heraldos del Evangelio, Mons. João Scognamiglio Clá Dias. Los primeros volúmenes de la colección ‘Lo inédito sobre los Evangelios', han sido editados conjuntamente por los Heraldos del Evangelio y la Libreria Editrice Vaticana en cuatro lenguas: portugués, español, italiano e inglés, con prefacio de S.E.R. el Cardenal Franc Rodé, Prefecto Emérito de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.

Entre la provechosa actividad intelectual y pastoral que Mons. João Scognamiglio ejerce incansablemente desde los primeros momentos de su vocación para la vida consagrada, se destaca su faceta de predicador. Todos los días, el fundador de los Heraldos del Evangelio comenta las lecturas de la Liturgia de la Palabra en la Santa Misa, lo que se constituye en un espléndido medio de formación exegética, doctrinaria y moral. 

Es en estos comentarios litúrgicos donde tienen su origen los artículos mensuales que sobre el Evangelio dominical se publican en la revista ‘Heraldos del Evangelio'. Desde su creación en el 2002, la revista ha publicado casi dos centenas de estos artículos.

En la obra lanzada el día de ayer, fueron editados en dos volúmenes los comentarios a los evangelios de los domingos correspondientes al Año C del ciclo litúrgico, buena parte de ellos no publicados hasta ahora. El 'Año C' será recorrido por la Iglesia a partir del próximo periodo de Adviento, que da inicio en diciembre y que continuará a lo largo de todo el año 2013. El volumen V contiene los comentarios correspondientes a los domingos de los tiempos de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua, y un apéndice con los comentarios a los Evangelios de las Solemnidades del Señor en el Tiempo Ordinario, mientras que el volumen VI recorre los 33 domingos del Tiempo Ordinario.

Sucesivas presentaciones de la obra se realizarán en los diferentes países donde ella será divulgada. Se destaca la presentación de las ediciones española e italiana el próximo día 28 de noviembre en el Auditorio San Pío X de la Ciudad Eterna, con la presencia de S.E.R. el Card. Franc. Rodé, S.E.R. Mons. Jean-Louis Bruguès, OP, Archivista y Bibliotecario de la Santa Iglesia Romana, y Mons. Giuseppe Scotti, Presidente de la Libreria Editrice Vaticana y de la Fundación Vaticana Joseph Ratzinger.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Libro del Presidente de los Heraldos del Evangelio será lanzado en Roma

Roma (Viernes, 16-11-2012, Gaudium Press) El próximo día miércoles 28 de noviembre, en el Auditorio San Pío X de la Via dell'Ospedale 153 en Roma, se realizará el lanzamiento del libro "L'inedito sui Vangeli" (Lo inédito en los Evangelios, en traducción libre), de autoría de Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP, Presidente de la Asociación Heraldos del Evangelio.

4.jpg.pngLa colección "L'inedito sui Vangeli" es una publicación conjunta internacional en 4 lenguas de la Librería Editrice Vaticana (LEV) y los Heraldos del Evangelio. En concreto, durante el acto, será presentado el Volumen V de la colección -que comenta los Evangelios de los Domingos de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua, y de las Solemnidades del Señor en el Tiempo Ordinario del Año C-, y el Volumen VI, que comenta los Evangelios de los Domingos del Tiempo Ordinario del Año C.

Durante el acto, el Padre José Francisco Hernández EP, Procurador General de los Heraldos del Evangelio, hará el Saludo inicial, tras lo cual realizarán sendas intervenciones el Cardenal Franc Rodé, prefecto emérito de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, Mons. Jean-Louis Brugès, Archivista y Bibliotecario de la Santa Romana Iglesia, y Mons. Giuseppe A. Scotti, presidente de la LEV y de la Fundación Vaticana Joseph Ratzinger.

"Encontramos caracterizada con frecuencia en estas páginas la solución a los problemas espirituales del homem del S. XXI", afirma el Cardenal Rodé en la presentación que hace del libro.

El Coro de los Heraldos del Evangelio ofrecerá a los asistentes un ‘Momento musical', después de lo cual se brindará un cocktail.

sábado, 17 de noviembre de 2012

Cardenal O'Malley celebra derrota electoral del suicidio asistido en E.E.U.U.

Baltimore (Jueves, 15-11-2012, Gaudium Press) Uno de los resultados de las pasadas elecciones que no ha sido difundido ampliamente es la desaprobación popular de una iniciativa que pretendía legalizar el suicidio asistido en el estado de Massachusetts. La Iglesia Católica local, bajo la autoridad del Cardenal Sean O'Malley, Arzobispo de Boston, se opuso firmemente y lideró la campaña de votación en contra. La lucha había sido calificada por el propio prelado como "cuesta arriba" por la superioridad de recursos económicos en la contraparte (ver noticia anterior) y la Iglesia consiguió un resultado a la vez sorpresivo y esperanzador.

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Cardenal Sean O'Malley
Durante su intervención frente a los Obispos reunidos en la Asamblea Plenaria de Otoño de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), el Card. O'Malley refirió las lecciones aprendidas de este importante logro y la vocación de la Iglesia, que "siempre ha estado comprometida con un final digno y compasivo de la vida humana". El prelado recordó el interés por mejorar y garantizar el acceso a los cuidados paliativos y el apoyo que debe brindarse a los enfermos y sus familias.

"Igual que en nuestra lucha en contra del aborto", explicó el Cardenal, "no es suficiente con condenar". Así como la Iglesia trabaja para apoyar a las madres que se sienten presionadas a abortar, "de la misma manera, tenemos que llegar a quienes enfrentan dificultades al final de su vida", exhortó. La solución nunca será procurar la muerte, explicó, sino, como afirmó la declaración de los Obispos norteamericanos sobre el tema citada por el prelado: "La verdadera compasión alivia el sufrimiento mientras mantiene la solidaridad con aquellos que sufren".

El deber de los Obispos de guiar a los fieles hacia el verdadero bien se expresa en su participación en el debate público. "La Iglesia presta un importante servicio al sopesar los asuntos éticos y morales", describió el Arzobispo. Entre los males que traería la aprobación del suicidio asistido, el prelado destacó la muerte espiritual (causada por el pecado), la depreciación de la vida humana y la corrupción de la profesión médica.

Finalmente, el Card. O'Malley refirió el ideal por el cual lucha la Iglesia y que fue respaldado por los electores de Massachusetts: "Estamos llamados a trabajar por una sociedad más justa donde los débiles y vulnerables son cuidados y protegidos". Este ideal está inspirado en los valores espirituales y la doctrina cristiana. "Seremos juzgados por cómo tratamos a aquellos que están enfermos", concluyó el prelado. "Ellos necesitan nuestro ciudad y protección, no fármacos letales. Trabajemos juntos para construir una civilización de amor - un amor que es más fuerte que la muerte".

Con información de Zenit.

"La sociedad no debe permitir o alentar la eliminación de vidas": dicen Obispos Uruguayos

Florida (Jueves, 15-11-2012, Gaudium Press) "Los Obispos del Uruguay expresamos nuestro pesar por la aprobación de la ley llamada de ‘interrupción voluntaria del embarazo'. Entendemos que esta ley es un claro retroceso para nuestro pueblo que ha fundado su existencia en el respeto a la libertad, en la defensa de la vida de todo ser humano y en la solidaridad con el más débil", de esta manera los Obispos del país austral manifestaron este semana su tristeza por la ley aprobada en Uruguay el pasado 17 de octubre, con la que se permite la llamada "interrupción del embarazo" durante las primeras 12 semanas de gestación.

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La ley aprobada en Uruguay el pasado 17 de octubre permite el aborto durante las primeras 12 semanas de gestación
En el marco de la segunda Asamblea Plenaria Ordinaria de la Conferencia Episcopal Uruguaya (CEU) del presente año, que ocurrió del 8 al 13 de noviembre, los obispos del país austral dieron a conocer la declaración "Defendiendo la vida ganamos todos".

En ella, los prelados recuerdan que la vida humana "es un derecho inalienable" que está consagrado tanto en la Constitución de la República del Uruguay, como en el Pacto de San José de Costa Rica, que fue ratificado por el país.

Razón por la cual los obispos creen que esta ley, al permitir la muerte de criaturas humanas inocentes, "hiere la tradición nacional en lo más profundo y no aporta soluciones". Asimismo, "no ampara a la mujer", puesto que se le propone la peor salida: "eliminar la vida del hijo y cargar con las graves secuelas de este hecho", y "tiene una consecuencia negativa en la formación de la conciencia de los ciudadanos al presentar como lícita la violación del derecho humano fundamental que es la vida".

De esta manera, señalan enfáticamente que "la sociedad no debe permitir o alentar la eliminación de vidas", más sí "atender a la madre que vive una situación de un embarazo no deseado".

Dicen, además, que "no por haber sido aprobada esta ley", significa que ella sea "moralmente buena". "La moralidad de los actos no depende de las leyes humanas. Recordamos el deber y el derecho de seguir las obligaciones de la ley natural inscritas en la propia conciencia", agregan.

En este sentido, los obispos uruguayos también llaman a los laicos católicos y a los hombres y mujeres de buena voluntad, para que aporten esfuerzos que permitan que la legislación "respete el derecho a la vida humana desde su concepción".

Expresan, igualmente, que mientras no sea derogada esta ley "se debe respetar la conciencia de los médicos y de otros trabajadores de la salud, y no discriminar a aquellos que presentan una objeción de conciencia".

Finalmente, los obispos felicitan y animan a quienes, desde la actividad política y partir de asociaciones civiles, "han defendido la vida humana del concebido no nacido", e invitan a los uruguayos para que unan esfuerzos en la "construcción de un país donde cada vida humana sea recibida no como una carga, sino como una verdadera bendición".

Con información de la Conferencia Episcopal Uruguaya. 

Isabel de Hungría: Reina, Madre, Viuda, Pobre y Santa

Redacción (Jueves, 15-11-2012, Gaudium Press) En santa Isabel pareciera que la santidad venía desde la cuna. Nació en 1207 en Hungría.A los 4 años entraba en la iglesia del castillo, abría el gran libro de los salmos, y sin saber leer todavía, lo miraba detenidamente mientras pasaba muchas horas recogida en oración.Al jugar con otras niñas, buscaba alguna manera de encaminarlas hacia la capilla.Cuando la encontraba cerrada, besaba la puerta, la cerradura y las paredes, puesto que, como decía, "Dios está reposando adentro".

Antes de cumplir diez años perdió a su madre, la reina Gertrudis. En la misma época falleció también su protector, el duque Hermann, su futuro suegro, que la quería como a una hija precisamente por su piedad llena de candor e inocencia.

Con 13 años de edad se celebró su matrimonio con el poderoso y no menos piadoso duque Luis de Turingia, al que había sido prometida desde la más tierna infancia. En su corta existencia -murió a los 24 años- conquistó el más glorioso de los títulos: el de santa.

Caridad en grado heroico

Santa Isabel hacía buen uso de la inmensa riqueza de su esposo, dando generosas limosnas a los pobres, y causando con ello una profunda irritación a muchos miembros de la corte, en especial sus dos cuñados, Enrique y Conrado, que no perdían ocasión para intentar hacerle mal acusándola de "dilapidar el patrimonio familiar".

Pero a ella no le bastaba con simplemente dar monedas o alimentos. Su amor a Dios la impelía a acciones mucho más generosas. Cierta vez un leproso pedía limosna en la puerta del castillo.

Guiada por una inspiración divina, la joven y hermosa duquesa bajó en busca del lazaroso, lo llevó de la mano hasta su cuarto y lo hizo tenderse en el lecho matrimonial. Luego de curar sus llagas lo dejó reposando, cubierto con una sábana.

"¡Qué escándalo!" - bramaron los intrigantes, que se apuraron en llamar al duque. Cuando éste llegó, encontró a Isabel radiante de felicidad. Confiada en que su digno esposo aprobaría tan heroico acto de caridad, le contó el hecho y añadió: -Id al cuarto a ver.

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En santa Isabel reluce la solicitud hacia
los necesitados, pero fue eximia en la práctica
de todas las virtudes
Una maravillosa sorpresa aguardaba al valiente duque: cuando levantó la sábana no vio a un leproso, ¡sino a Nuestro Señor Jesucristo! El Redentor se dejó contemplar sólo por un instante, lo suficiente para confirmar en esas dos almas de elección la certeza del buen camino.

Socorro de los infelices

El año 1226, mientras su marido estaba en Italia con el Emperador Federico II, una hambruna terrible asoló a Alemania, sobre todo a Turingia. Por campos y bosques, multitudes errantes de desventurados buscaban raíces y frutas para alimentarse. Los bueyes, caballos y otros animales que morían eran devorados enseguida por los hambrientos. En corto tiempo la muerte comenzó su tarea, y los cadáveres se apilaban en campos y caminos.

En ese espantoso trance, la única preocupación de Isabel, día y noche, era socorrer a los infelices. Transformó su castillo en la "morada de la caridad sin límites" -al decir de un biógrafo- y repartió a los indigentes todo el tesoro ducal. Venciendo la oposición de algunos administradores egoístas, mandó abrir los graneros del castillo, cuya distribución dirigió personalmente y sin guardar nada para sus mismos familiares. Con equilibrio y criterio, daba una ración diaria a cada necesitado. Los que no podían subir hasta el castillo, sea por debilidad o enfermedad, eran objeto de una deferencia especial de la santa, que bajaba al pie de la montaña para atenderlos.

Fundó tres hospitales, uno para mujeres pobres, otro solamente para niños y un tercero para todos en general.

Donde hubiera un agonizante, ahí estaba ella para ayudarlo a bien morir. Después pasaba un largo tiempo en oración por las almas de los fallecidos, muchos de los cuales enterró con sus manos, cubiertos con sábanas que ella misma había tejido.

Pasado ese terrible período de desolación, congregó a los hombres y mujeres aptos para el trabajo, les proporcionó zapatos, ropas y herramientas si acaso no tenían, y les ordenó cultivar el campo. En breve tiempo retornó la bonanza y pudo ver con alegría que el trigo llenaba los graneros y la sonrisa volvía a los labios de su gente.

Comienzan las grandes pruebas

Para gloria de su Iglesia y edificación de los fieles, Dios hace brillar en el alma de cada santo una virtud especial. Por ejemplo, en san Francisco de Asís fue la pobreza; en santa Bernardita, la humildad; en san Luis Gonzaga, la castidad, y así en cada cual.

Pero eso no significa que dicha virtud exista de forma aislada, como una torre en medio de una inmensa planicie. No. Todas las virtudes son hermanas; es imposible progresar o decaer en una sin avanzar o retroceder en las demás.

En santa Isabel reluce la solicitud hacia los necesitados, pero fue eximia en la práctica de todas las virtudes. Pocas personas llevaron tan lejos el desapego a los bienes de esta tierra y la amorosa conformidad con la voluntad de Dios. Unida en matrimonio a un marido ejemplar, le prodigaba todo el afecto natural y legítimo de su noble corazón, siendo retribuida en la misma proporción. Pero mucho más que eso, los unía el amor a Dios, el deseo de perfección.

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Unida en matrimonio a un marido ejemplar, le
prodigaba todo el afecto natural y legítimo de 

su noble corazón, siendo retribuida en la 
misma proporción
Semejante perspectiva nos permite comprender con facilidad el dolor de la separación, cuando el Duque de Turingia marchó a la Cruzada en 1227. Sufrimiento incomparablemente mayor cuando poco después recibió la noticia de su muerte en la expedición, antes de llegar a Tierra Santa.

Del castillo a un refugio de puercos
Pero este era nada más que el inicio de una cascada de amarguras. Ahora ya no contaba con la protección de su virtuoso cónyuge, lo que aprovecharon sus dos cuñados para dar rienda suelta al odio que sentían. El mismo día la expulsaron del castillo con sus cuatro hijos pequeños, bajo un frío riguroso, sin dejarle llevar dinero, abrigo ni alimento. En un colmo de crueldad, prohibieron con severas penas que cualquier habitante de la ciudad les diera cobijo.

Tras haber golpeado innumerables puertas, un tabernero -apiadado, si bien temeroso a las represalias- la recibió, pero ofreciéndole de albergue una especie de caballeriza que también servía como chiquero. Así fue como la duquesa e hija de reyes se encontró pasando la noche junto a sus hijos en compañía de puercos, abrigándose con los implementos de cacería para no sucumbir al frío.

Al día siguiente, personas con caridad y carácter le llevaron alimentos. Una noche y un día los pasó en esta "posada para cerdos", donde fue altamente recompensada con una aparición de Nuestro Señor Jesucristo.

Un viejo sacerdote de las inmediaciones le ofreció alojamiento, aunque no disponía más que de una misérrima casucha. Cierto día la santa duquesa visitó el convento de los Frailes Menores para hacer un pedido. ¿De socorro, tal vez? No; les pidió que cantaran el Te Deum, con la intención de agradecer al Señor por la gracia de compartir sus sufrimientos.

Por orden de sus cuñados, algunos verdugos la arrancaron de ese miserable hospedaje, para mantenerla prisionera en pésimas condiciones en las dependencias de un viejo castillo.

Rehúsa el más ventajoso casamiento de su época

Luego de meses de crueles padecimientos, su tía Matilde, abadesa de Kitzing, supo lo sucedido y despachó mensajeros con dos vehículos para llevarla junto a sus hijos a su convento.

Poco tiempo había pasado cuando su tío Egbert, Príncipe-Obispo de Bamberg, le comunicó una propuesta de matrimonio con el Emperador Federico II, el más poderoso soberano de aquella época. ¡Pero Isabel tenía ambiciones mucho más grandes! Su corazón aspiraba a lo Infinito, sin que nada pudiera satisfacerlo en esta tierra.

En los mismos días, regresaban a Turingia los caballeros que habían acompañado al duque Luis en la fatídica Cruzada. Presentándose ante Conrado y Enrique, les reprocharon valientemente la dureza y crueldad con que habían tratado a la viuda y a los hijos de su propio hermano. Los dos culpables no soportaron la altiva franqueza de sus vasallos y, llorando, pidieron el perdón de Isabel, restituyéndole todos los bienes de los que la habían despojado.

Al servicio de los enfermos

La santa mandó construir al lado del convento de los Frailes Menores una casa modestísima -apodada "palacio de abyección" por los parientes de su fallecido esposo- en la que se instaungría ló con los hijos y criados que le habían permanecido fieles.

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Santa Isabel hizo un buen uso de la inmensa riqueza de su esposo, distribuyendo a los pobres generosas limosnas
El Viernes Santo de 1229 pronunció sus votos en la Orden de San Francisco y tomó el hábito de las Clarisas. Habiendo edificado para sí nada más que una pobre morada, invirtió sus recursos en construir iglesias para Dios y hospitales para los pobres, a los que cuidaba ella misma de día y de noche, con tanto o más cariño y solicitud que antes. Dios le concedió la gracia de entregar a los desvalidos no sólo el pan del cuerpo sino también el esplendor de su propia luz, a través de los milagros que realizaba por su intermedio.

Curas milagrosas

Un día encontró a un niño lisiado y deforme tirado en la solera de la puerta de un hospital. Además de sordomudo, no sabía andar más que a cuatro patas, como si de un animal se tratara. Había sido abandonado ahí por su madre con la esperanza de que la duquesa se apiadara y lo recogiera. Tan pronto lo vio, Isabel acudió para acariciar sus cabellos sucios y revueltos. Y le preguntó:

- ¿Dónde están tus padres? ¿Quién te dejó aquí? Al no recibir respuesta, repitió las preguntas; pero la pobre criatura sólo la miraba con ojos desencajados. Recelando alguna posesión diabólica, dijo con alta y clara voz:
- ¡En nombre de Jesucristo, te ordeno a ti o a quien se encuentre en ti que me diga de dónde vienes!

En el mismo instante el niño se incorporó y, sin que antes le hubieran enseñado a hablar, le explicó con desembarazo su triste vida. Después cayó de rodillas y mientras lloraba de alegría, glorificaba a Dios todopoderoso.

- Yo no conocía a Dios ni sabía de su existencia. Todo mi ser estaba muerto. No sabía nada. Bendita seas, señora, porque hiciste que Dios no me permitiera morir tal como he vivido hasta el presente. A estas palabras, Isabel se puso de rodillas para agradecer al Señor junto al niño, y por fin le recomendó:

- Ahora regresa donde tus padres y no les digas nada de lo que te ocurrió. Di solamente que Dios te auxilió. Guárdate siempre del pecado, no sea que vuelvas a ser lo que eras.

La noticia de este milagro corrió como un reguero de pólvora, propagando por Turingia entera la fama de santidad de Isabel. En consecuencia, aumentó el número de los que acudían a verla; y por intercesión suya, Dios se dignaba atenderlos a todos.

Dejó caer la cabeza como si durmiera

El 16 de noviembre de 1231 la santa enfermó. Cuando hubo recibido la unción de los enfermos y el viático, Nuestro Señor se le apareció para revelarle que en tres días vendría a llevarla al Cielo. Su rostro quedó tan brillante después de esta visión, que era casi imposible mirarla fijamente.

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Pocas personas tomaron tan seriamente el 
desapego a los bienes de esta tierra y se
conformaron con la amorosa
voluntad de Dios
Al primer canto del gallo del día 19, Isabel exclamó: "Esta es la hora en que Jesús nació de la Virgen María. ¡Qué gallo imponente y hermoso sería ése, el primero en cantar aquella noche maravillosa! ¡Oh Jesús que rescataste el mundo y me rescataste a mí!" Añadió luego:"¡Oh María, oh Madre, ven en mi socorro!".

Enseguida musitó: "Silencio... silencio..." Y dejó caer la cabeza como si durmiera. Su alma acababa de entrar a la gloria sin fin.
Para satisfacer la devoción del pueblo que afluía de todas partes, su bendito cuerpo permaneció expuesto en la iglesia por cuatro días. Muchísimos milagros certificaron su santidad. Fue solemnemente canonizada en 1235 por el Papa Gregorio IX.

Familia de alta nobleza y grandes Santos

Hungría dio a la Iglesia numerosos santos, oriundos de todos los estratos sociales. Es el único país que tiene la gloria de venerar en los altares a tres de sus reyes: San Esteban, San Américo y San Ladislao. Pero sin lugar a dudas, Santa Isabel es la más venerada por el pueblo húngaro.

La santa duquesa de Turingia no fue una figura aislada en su tiempo, en plena Edad Media, dulce primavera de la Fe. Era sobrina de Santa Eduvigis, duquesa de Polonia, y tía de la suave Santa Isabel, reina de Portugal. Con las gracias celestiales que ganó y el ejemplo de su vida, logró la conversión de sus dos cuñados, Enrique y Conrado.

La de esté último fue más radical: junto a sus compañeros de armas se dirigió a Roma, todos descalzos, para rogar al Papa el perdón por sus desmanes. Luego de cumplir la penitencia que el Pontífice le impuso, ingresó a la Orden de Santa María de los Caballeros Teutónicos.

En 1243, Conrado enfermó de muerte. Era tan grande la pureza de su alma, que la cercanía de cualquier persona en pecado mortal le provocaba agudos dolores. Murió poco después, embriagado en la gloria celestial.

Por Antonio Queiroz

martes, 13 de noviembre de 2012

Uruguay: Comunión reparadora de los Primeros Sábados en la Iglesia de El Cordón.


Bendecida nueva capilla de los Heraldos del Evangelio en la Archidiócesis de Toledo

La Casa que los Heraldos del Evangelio tienen en la provincia de Toledo, inauguró su nueva Capilla con una solemne Misa celebrada por el Arzobispo Primado de Toledo. La Casa se encuentra en Camarenilla.
La Eucaristía fue presidida por el Arzobispo de Toledo y Primado de España, D. Braulio Rodríguez Plaza, con quien concelebraron 22 sacerdotes diocesanos y de los Heraldos del Evangelio. Concelebraron el Vicario General de la Archidiócesis, Mons. D. Ángel Fernández Collado, el Canciller-Secretario D. José Luis Martín Fernández-Marcote, el Deán de la Catedral Primada, D. Juan Sánchez Rodríguez, el presidente de los Heraldos del Evangelio en España, D. Pedro Paulo de Figueiredo Oliveira, E.P., el Vicario Episcopal de Madrid, D. Julio Lozano Rodríguez y los canónigos de la catedral toledana, Mons. Jesús Martín Gómez y D. Francisco Javier Hernández Pinto, así como varios profesores del Seminario “San Idelfonso” de Toledo.
Participaron de esta solemnidad los Alcaldes de Camarenilla, Arcicollar y las Ventas de Retamosa, el presidente del Consejo de Laicos de Toledo, el director de la revista "El Pan de los Pobres", integrantes de Acción Católica, Asociación Católica de Progagandistas, Camino Neo-catecumenal, Legión de María, Manos Unidas, y Confederación Española de Asociaciones de antiguos alumnos de la Enseñanza Católica, así como parroquianos de Camarenilla y Arcicollar.
El Arzobispo de Toledo en su Homilía señaló que: "Esta capilla que los Heraldos del Evangelio han ido construyendo con ilusión" nos recuerda "que cada uno de nosotros somos piedras vivas, somos ese Templo vivo, en donde realizamos aquello que es acción de gracias por algo que sucedió hace muchos siglos, hace veinte siglos, pero que es tan actual sin lo cual no podríamos dar ningún paso y solo seríamos un pequeño grupo, pero no seríamos esa Iglesia de Dios, esa realidad de la Asamblea litúrgica. Debemos estar alegres porque estamos tocando algo del misterio de la Iglesia, que bien nos hace falta en estos momentos, para que pueda haber mas cristianos convencidos de que al ser la Iglesia de Jesucristo, pueden llevar a los demás ese hálito de vida que viene desde Jesucristo resucitado y la realización de su misterio pascual ".
Por su parte D. Pedro Paulo de Figuieredo, E.P. agradeció en nombre de los Heraldos del Evangelio de España al Arzobispo y a los sacerdotes concelebrantes su participación en la Ceremonia y a todos los asistentes "su colaboración, ayuda, cercanía y cariño". (JAR)

Inauguracion Capilla Camarenilla

Padre De França: El Papa gustaba mucho de las reuniones de la Comisión Teológica Internacional

Río de Janeiro (Viernes, 09-11-2012, Gaudium Press) En el marco del II Simposio Internacional sobre el Pensamiento de Joseph Ratzinger que se desarrolla en Río de Janeiro, promovido por la Fundación Vaticana Ratzinger-Benedicto XVI, Gaudium Press conversó con el Padre Mario De França Miranda, S.I, sacerdote brasileño miembro de la Comisión Teológica Internacional, quien realizó una importante exposición en el evento.

Las diversas experiencias del Padre De França tenidas con el entonces Cardenal Ratzinger particularmente en al interior de la Comisión Teológica, ayudan a acercarnos mayormente a esa altísima personalidad intelectual y humana que es el Papa. A continuación, algunos trechos de las palabras del sacerdote jesuita:

Bien, yo del Cardenal Ratzinger de la Comisión Teológica Internacional quedé con el recuerdo de un hombre muy atento a nuestras discusiones, muy respetuoso, no hablaba, él sabía más que todos nosotros pero no hablaba. Sólo entraba en la discusión cuando alguna cosa quedaba así ‘sin avanzar', entonces él hacía una intervención ayudando a la gente en la reflexión. Pero él no tenía la preocupación de mostrar su conocimiento, él se quedaba callado como si fuese una persona que estaba aprendiendo.

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El entonces Cardenal Ratzinger
Ahora, la impresión que nosotros tuvimos es que él gustaba bastante de la Comisión Teológica [Internacional]. Él gusta de la teología, él gusta de los debates teológicos. Él gusta de ver personas trayendo datos de la teología, de la tradición, porque yo imagino que aquél trabajo de él como prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, es un trabajo en ocasiones muy prosaico para él, problemas del clero, esas cosas pequeñas, y cuando él venía a nuestra Comisión él estaba ‘en su elemento', era el profesor que estaba de nuevo ahí.

Después una persona muy educada, muy tímida. Pero muy delicada, muy cordial. Cuando él presentaba alguien al Papa él hacía cuestión de elogiar, de decir unas palabras positivas, es decir, es una persona vuelta para los otros, eso se notaba enseguida. Yo diría, un hombre muy espiritual.

Hasta en la percepción de los miembros de la Comisión Teológica, uno veía que él percibía las personas que sintonizaban más, que vivían más. Y los nombramientos de varios miembros de la Comisión Teológica prueban eso. (...) Entonces, Ratzinger percibía a esas personas que vivían la fe con más profundidad, que no era mera teología, sino que era también la expresión de una vivencia.

Él además de eso era una persona muy humana. Yo una vez tuve que ir a Roma, con un problema de una persona por la que yo tenía que interceder junto a la Sagrada Congregación de la Doctrina de la Fe. Yo pregunté para el hoy Cardenal George Cottier: "Gustaría de hablar con alguien para defender una persona". Él se volteó para mí -él hacía funciones de secretaría para Ratzinger- y me dijo: "La persona más humana de la Sagrada Congregación se llama Joseph Ratzinger. Usted va a tener que conversar con él". Y después de la misa nosotros conversamos un poco, y él mostró una gran comprensión, dijo "Padre, vamos a evitar problemas, todo lo que usted pudiese hacer la Sagrada Congregación agradece, para evitar un caso más en la Iglesia. Nosotros no queremos eso, eso perjudica la imagen de la Iglesia, de manera que lo que usted pudiere hacer..." E aún jugó, diciendo "mire esa persona está diciendo eso (era una persona de espiritualidad agustiniana), ¿cómo estará San Agustín en el cielo viendo a esa persona diciendo esas barbaridades?" y así, dio una sonrisa así como quien dijese ‘vamos a intentar aliviar eso'. Eso marca mucho a la persona.

O entonces por ejemplo, en una de las ocasiones en que [en el seno de la Comisión Teológica Internacional] la gente discutía, discutía, discutí y no llegaba a un punto, ninguno esperaba que él dijese aquello, él pidió la palabra (él hablaba en francés siempre, cuando la cosa era más simple. Cuando era algo muy delicado, él hablaba en alemán) y esta vez habló en francés y dijo: "Vamos a tener la humildad y reconocer que ninguno de nosotros tiene la respuesta para esa cuestión. Tal vez de aquí a 50 años la Iglesia va a tener". Oiga, dicho por él... ahí paró la discusión. Es decir, es un hombre humilde.

De manera que lo que yo guardo de recuerdo, es de una persona muy espiritual y rezo mucho por él, la situación de la Iglesia que él tomó no es fácil.

- Gaudium Press: Pero es una ocasión de alegría muy grande, usted haber tenido la oportunidad de haber hecho esta ponencia brillante que hizo ahora en este congreso...

Yo hice esto con gusto, porque yo tengo mucha admiración por el Papa, y creo que de hecho su pensamiento debe ser más conocido. Hay tanta cosa para leer, algunas cosas de él yo conocía, otras no. Yo una vez dije para él: "sus apostillas de Alemania yo leí". Él quedó espantado -yo hice teología en Austria- y las apostillas de Alemania venían a Austria, sobre la eucaristía, sobre la creación. Ahora, no consigo hablar en alemán con él, siempre lo hago en francés...

Gaudium Press / Antonio Jakos Ilija

Se desarrolla en la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro el II Simposio Internacional sobre el Pensamiento de Joseph Ratzinger

Río de Janeiro (Viernes, 09-11-2012, Gaudium Press) El II Simposio Internacional sobre el Pensamiento de Joseph Ratzinger - Benedicto XVI se inició solemnemente ayer con la ejecución del Himno Nacional Brasileño y del Himno Pontificio.

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Mesa directiva de apertura del Simposio
En el inicio fue proyectada en una pantalla el mensaje que el Sumo Pontífice a los asistentes al Simposio, en la pasada Audiencia General de los miércoles.

La mesa directora de la apertura del Simposio fue presidida por Mons. Orani Tempesta, Arzobispo Metropolitano de Río de Janeiro. Fue él quien dio inicio al ciclo de presentaciones, que se desarrollan sobre el tema "Humanización y Sentido de la Vida".

Mons. Orani, que es también Gran Canciller de la Pontificia Universidad Católica de Río, aprovechó para agradecer a los Heraldos del Evangelio por la organización del gran evento.Mons. Giuseppe Scotti, presidente de la Fundación Vaticana Ratzinger-Benedicto XVI, pronunció breves palabras de saludo y también agradeció a los Heraldos del Evangelio por el serio compromiso asumido en la organización del Simposio.

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Plenaria del evento
También en la ceremonia de apertura, el Secretario del Nuncio Apostólico leyó el mensaje enviado por el representante de la Santa Sede en Brasil, Mons. Giovanni Aniello.

Las conferencias del período de ayer de mañana merecieron toda la atención de los participantes.

Numerosos obispos, rectores de universidades, teólogos y filósofos hablan durante el encuentro sobre asuntos específicos, en ambientes distintos, para los más de 600 participantes. (JS)

viernes, 9 de noviembre de 2012

La Comunión Sacramental

Redacción (Martes, 06-11-2012, Gaudium Press) ¡Con que ilusión y fervor recibimos por primera vez la Eucaristía! Aquel día fue para todos inolvidable. Dicen que hasta Napoleón escribió en sus memorias que el día más feliz de su vida fue el día de su primera comunión. A pesar de que el personaje sea tan ajeno a las cosas de la Iglesia, podemos creerle: comulgar por primera vez es una cumbre en la vida de cualquier bautizado.

5.jpgLástima que en muchos de los que fueron niños y que comulgaron llenos de asombro sobrenatural, se opacó en su alma el brillo de ese acontecimiento, y al fervor primaveral sucedió la indiferencia y hasta el alejamiento de la religión. Lo que sucesivas comuniones hubieran preservado o restaurado, quedó tan solo como una reminiscencia nostálgica que apenas una fotografía o recordatorio evoca; el corazón está frio, duro y cerrado: Jesús ya no entra más.

¿Cómo pudo ser así, siendo la comunión algo tan formidable?

¿Cuáles son los efectos, tan benéficos en nuestras vidas, que nos trae la comunión sacramental? Los veremos resumidamente, porque el tema es de no acabar, y, además, se hunde en el misterio.

Comulgar es unirse de manera íntima con Jesucristo, como mayor no puede ser. Es como fundirse en Él. Al punto que, al comulgar, nos divinizamos, nos transformamos en dioses. Ni más, ni menos.
La comunión nos proporciona no solo la unión con Dios sino también con el prójimo, lo que es una consecuencia necesaria. Porque es inconcebible que nuestro Hermano mayor venga a nuestro pecho sin convocar al compromiso y al amor a los demás miembros de la familia.

La comunión nos da fortaleza para enfrentar las dificultades que nunca faltan y es remedio, medicina muy eficaz, a todos nuestros males y enfermedades.

La comunión nos limpia de nuestras faltas veniales e imperfecciones y contribuye poderosamente a impedir de caer nuevamente en ellas, tal es la fuerza de su imantación.

La comunión nos hace felices, porque al darse Dios a nosotros de una forma tan plena, nos da la reunión de las más preciosas gracias... de todas las gracias, pues estamos recibiendo al autor de la gracia.

La comunión nos dispone a una buena muerte y es, por fin, semilla de resurrección y de vida eterna.

Sin título.pngSi soy adorador, ese culto me debe impulsar a recibir a Jesús y a hacerlo mio. En la custodia, cuando el Señor está expuesto ante unas personas o una comunidad, todos le reconocemos y le adoramos, pero a distancia, aunque estemos sometidos a una fuerza de atracción sobrenatural casi irresistible. Pero cuando entra en mí y lo poseo, se acabó la separación y hasta la misma cercanía: es el momento de la unificación, de la comunión.

Qué noble es conocer a Dios mediante el estudio y la reflexión, ejercitando la inteligencia. Qué privilegio sería escuchar su voz, si Él se dignase hablarme en una hipotética aparición y, más aún, que privilegio llegar verlo con los propios ojos. Qué asombro sentir su proximidad, como Abraham a la vista de la zarza ardiente. Pero... ¿Comerlo? ¿Comer a Dios?

Sí, comulgar es como comer a Dios, solo que al recibirlo no lo rebajo hasta mi miseria sino que me elevo hasta su divinidad; desaparezco en Él como una gota de agua se deshace en el océano.

El sabor y la virtud tonificante de un buen plato, penetra mucho más en nuestro ser que la constatación de una imagen que vemos, de un sonido que escuchamos o de una aroma que olemos. Todo eso nos roza por fuera, accidentalmente lo poseemos y solo por unos instantes, sin que substancialmente nada se modifique en nuestro ser íntimo. En cambio, la comunión es una verdadera conmoción, casi se diría una revolución, si el término no fuese peligroso y pareciera irreverente o peyorativo.

Entretanto, comulgar no es estrictamente lo mismo que comer; es muy diferente de ingerir un alimento. A cualquier cosa que como la adhiero a mi organismo y pasa a ser parte de mí ser, se confunde conmigo. Pero al recibir la hostia consagrada, no soy yo el que adhiero Cristo a mí, sino que es Él el que me asume. Y así se puede dar plenamente lo que San Pablo proclama en su epístola: "Vivo yo, pero no soy yo quien vive: es Cristo que vive en mi" (Gal. 2, 20)

Al comulgar me divinizo, al pie de la letra. ¿Llego a medir el tamaño formidable de la operación que se realiza cuando digo "amen" y comulgo?

Que María, que fue tabernáculo del Señor durante nueve meses, me ayude a comprender este misterio de mi propia deificación.

Por el P. Rafael Ibarguren, EP

Próximo Simposio sobre el pensamiento de Ratzinger repercute ampliamente en Italia

Río de Janeiro (Miércoles, 07-11-2012, Gaudium Press) Los ojos de la Iglesia y de analistas de la realidad eclesial se vuelcan por estos días hacia la ‘ciudad maravillosa' del Brasil, Río de Janeiro, donde mañana será inaugurado el "II Simposio Internacional sobre el Pensamiento de Joseph Ratzinger", que tendrá como sede el Campus de la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro. El Encuentro -al que asistirán entre otras personalidades el Cardenal Claudio Hummes, delegados de las más importantes universidades católicas de América Latina y de otros continentes y delegados de las Conferencias Episcopales de la región- tiene como tema "Humanización y Sentido de la Vida", y su indagación base será "lo que hace al ser humano, humano". El simposio concluirá el 9 de noviembre.

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Mons. Scotti ha visto profesores católicos muy activos y culturalmente preparados en América Latina
Hoy, en la Audiencia general de los miércoles, el Sumo Pontífice envió un sentido saludo a los participantes del Simposio: "Hago votos de que los trabajos de estos días muestren como la razón, iluminada por la fe, es capaz de alargar su horizonte [del hombre] para enfrentar, con alegría, los grandes desafíos de la vida". El Portal vaticano News.va, la página del Pontificio Consejo para América Latina, y un gran número de sitios web de la Iglesia o de servicios de información católicos se ha hecho eco del importante evento.

Asimismo, el suplemento vaticano del diario italiano La Stampa, Vatican Insider, publica hoy una nota de Carlos Beltramo desde la Ciudad del Vaticano, en donde se resalta el evento que "recibirá a representantes de más de 90 casas de estudio para debatir sobre el pensamiento del actual Papa", y destaca que él se enmarca en la pregunta de "¿dónde están los grandes pensadores católicos de la región?".

Para responder ese interrogante, Beltramo entrevista a Mons. Giuseppe Scotti, presidente de la Fundación Joseph Ratzinger-Benedicto XVI, quien refiriéndose a los derroteros teológicos en la región manifiesta que ha visto en América Latina "profesores muy activos y culturalmente preparados, capaces de no perder el vínculo con Roma en el sentido bello y bueno de la fe, pero con declinación local". Mons. Scotti apuntó también que "la teología no puede ser eurocentrista. El hombre aprende a hablar de Dios no sólo en su idioma, también en su contexto cultural, humano, social, con todas las alegrías y dolores".

En su nota Carlos Beltramo destaca también la colaboración que la Asociación Heraldos del Evangelio ha prestado en la organización del importante evento, y lo resalta como uno de los movimientos de profunda fidelidad al Papa surgido en tierras brasileñas.

LA COMUNIÓN SACRAMENTAL

P. Rafel Ibarguren EP, Asistente Eclesiástico.

En la meditación del mes pasado, tratábamos de la excelencia de la comunión espiritual. Ahora meditaremos sobre la excelencia, todavía mayor, de la comunión sacramental.

¡Con que ilusión y fervor recibimos por primera vez la Eucaristía! Aquel día fue para todos inolvidable. Dicen que hasta Napoleón escribió en sus memorias que el día más feliz de su vida fue el día de su primera comunión. A pesar de que el personaje sea tan ajeno a las cosas de la Iglesia, podemos creerle: comulgar por primera vez es una cumbre en la vida de cualquier bautizado.

Lástima que en muchos de los que fueron niños y que comulgaron llenos de asombro sobrenatural, se opacó en su alma el brillo de ese acontecimiento, y al fervor primaveral sucedió la indiferencia y hasta el alejamiento de la religión. Lo que sucesivas comuniones hubieran preservado o restaurado, quedó tan solo como una reminiscencia nostálgica que apenas una fotografía o recordatorio evoca; el corazón está frio, duro y cerrado: Jesús ya no entra más.

¿Cómo pudo ser así, siendo la comunión algo tan formidable?

¿Cuáles son los efectos, tan benéficos en nuestras vidas, que nos trae la comunión sacramental? Los veremos resumidamente, porque el tema es de no acabar, y, además, se hunde en el misterio.

Comulgar es unirse de manera íntima con Jesucristo, como mayor no puede ser. Es como fundirse en Él. Al punto que, al comulgar, nos divinizamos, nos transformamos en dioses. Ni más, ni menos.

La comunión nos proporciona no solo la unión con Dios sino también con el prójimo, lo que es una consecuencia necesaria. Porque es inconcebible que nuestro Hermano mayor venga a nuestro pecho sin convocar al compromiso y al amor a los demás miembros de la familia.

La comunión nos da fortaleza para enfrentar las dificultades que nunca faltan y es remedio, medicina muy eficaz, a todos nuestros males y enfermedades.

La comunión nos limpia de nuestras faltas veniales e imperfecciones y contribuye poderosamente a impedir de caer nuevamente en ellas, tal es la fuerza de su imantación.

La comunión nos hace felices, porque al darse Dios a nosotros de una forma tan plena, nos da la reunión de las más preciosas gracias… de todas las gracias, pues estamos recibiendo al autor de la gracia.

La comunión nos dispone a una buena muerte y es, por fin, semilla de resurrección y de vida eterna.
Si soy adorador, ese culto me debe impulsar a recibir a Jesús y a hacerlo mio. En la custodia, cuando el Señor está expuesto ante unas personas o una comunidad, todos le reconocemos y le adoramos, pero a distancia, aunque estemos sometidos a una fuerza de atracción sobrenatural casi irresistible. Pero cuando entra en mí y lo poseo, se acabó la separación y hasta la misma cercanía: es el momento de la unificación, de la comunión.

Qué noble es conocer a Dios mediante el estudio y la reflexión, ejercitando la inteligencia. Qué privilegio sería escuchar su voz, si Él se dignase hablarme en una hipotética aparición y, más aún, que privilegio llegar verlo con los propios ojos. Qué asombro sentir su proximidad, como Abraham a la vista de la zarza ardiente. Pero… ¿Comerlo? ¿Comer a Dios?

Sí, comulgar es como comer a Dios, solo que al recibirlo no lo rebajo hasta mi miseria sino que me elevo hasta su divinidad; desaparezco en Él como una gota de agua se deshace en el océano.

El sabor y la virtud tonificante de un buen plato, penetra mucho más en nuestro ser que la constatación de una imagen que vemos, de un sonido que escuchamos o de una aroma que olemos. Todo eso nos roza por fuera, accidentalmente lo poseemos y solo por unos instantes, sin que substancialmente nada se modifique en nuestro ser íntimo. En cambio, la comunión es una verdadera conmoción, casi se diría una revolución, si el término no fuese peligroso y pareciera irreverente o peyorativo.

Entretanto, comulgar no es estrictamente lo mismo que comer; es muy diferente de ingerir un alimento. A cualquier cosa que como la adhiero a mi organismo y pasa a ser parte de mí ser, se confunde conmigo. Pero al recibir la hostia consagrada, no soy yo el que adhiero Cristo a mí, sino que es Él el que me asume. Y así se puede dar plenamente lo que San Pablo proclama en su epístola: “Vivo yo, pero no soy yo quien vive: es Cristo que vive en mi” (Gal. 2, 20)

Al comulgar me divinizo, al pie de la letra. ¿Llego a medir el tamaño formidable de la operación que se realiza cuando digo “amen” y comulgo?

Que María, que fue tabernáculo del Señor durante nueve meses, me ayude a comprender este misterio de mi propia deificación.

P. Rafael Ibarguren EP
Asunción, Paraguay , Noviembre de 2012.-

miércoles, 7 de noviembre de 2012

La muerte nos abre el camino a la plena comunión con Dios: Benedicto XVI

Ciudad del Vaticano (Sábado, 03-11-2012, Gaudium Press) El Santo Padre Benedicto XVI presidió una solemne Eucaristía por los Cardenales y Obispos fallecidos durante el año. En ella reflexionó sobre la realidad de la muerte y la esperanza cristiana de llegar al encuentro con Dios. "La muerte se abre a la vida, la vida eterna, que no es una duplicación infinita del tiempo presente, sino algo totalmente nuevo", expresó Su Santidad.

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Los cementerios son como una asamblea entre los cristianos vivos y difuntos, explicó Benedicto XVI.
"Nuestra fe nos enseña que la verdadera inmortalidad a la cual aspiramos no es una idea, un concepto, sino una relación de total comunión con el Dios vivo", explicó el Santo Padre. La eternidad es "estar en Sus manos, en Su amor, y llegar a ser uno con Él , con todos los hermanos y hermanas que Él ha creado y redimido, con toda la creación".

Esta experiencia de unidad es lo que la Iglesia llama la Comunión de los Santos, que se expresa en muchas formas de la fe católica. El Papa se refirió a la piadosa costumbre de visitar los cementerios: "En particular, las visitas a las tumbas nos ha permitido renovar los vínculos con los seres amados que nos han dejado", comentó. "Paradójicamente, la muerte preserva lo que la vida no puede sostener. Cómo vivieron nuestros difuntos, qué amaron, temieron y esperaron, lo que rechazaron, lo descubrimos de una forma singular en las tumbas", afirmó. Los cementerios son un reflejo de las vidas de esas personas y la visita de los mismos restablece un diálogo con la muerte que está en crisis en la actualidad.

"Por esto, los cementerios son una especie de asamblea, en la cual los vivos se encuentran con sus muertos y con ellos redescubren los lazos de comunión que la muerte no puede romper", ilustró Su Santidad. " Y aquí en Roma, en esos cementerios particulares que son las catacumbas, sentimos, como en ningún otro lugar, los lazos profundos con la cristiandad antigua, a la cual nos sentimos tan cercanos".

Esta bella imagen de unión con los que han partido a la presencia de Dios es un aspecto de la visión cristiana de la muerte marcada por la esperanza. A la "cuestión de la muerte", los cristianos responden con "la firme esperanza que está basada en la muerte y resurrección de Jesucristo". El Santo Padre recordó entonces a los prelados fallecidos, que "sirvieron a la Iglesia con fidelidad y con amor, enfrentando a veces costosos desafíos". Ellos fueron "los amigos de Dios, confiados en su promesa, incluso entre las dificultades y persecuciones". El Santo Padre confió en sus oraciones su recompensa celestial, "llena de felicidad y gracia".

Con información de Asia News.

El taumaturgo de Montreal - I Parte

Redacción (Lunes, 05-11-2012, Gaudium Press) Una auspiciosa noticia recorrió inmediatamente toda la villa. "¡El Hermano Andrés está en el barrio visitando a una mujer enferma!".

Las puertas de las casas se abrieron con rapidez, los niños salieron corriendo a su encuentro, familias enteras aparecieron de pronto en la entrada de sus residencias, los enfermos fueron llevados a toda prisa.

Una pequeña multitud se agrupó en torno a aquel hombre menudo, de blancos cabellos y ojos encendidos, que se movía lentamente, con una sonrisa acogedora.

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San Andrés Bessette no llegó a ver finalizado el espléndido santuario construido en lo alto de Mont-Royal.
La cruz que se encuentra sobre la cúpula es el punto más elevado de la ciudad.
Ora se detenía para estrechar con firmeza la mano de un muchacho diciéndole: "No te preocupes que las cosas se van a enderezar"; ora se fijaba más adelante en un anciano preguntándole:
"¿Tienes fe de que San José puede curarte?", y añadía: "¡Ánimo, ten confianza en San José!".
Finalmente, antes de marcharse, le daba a todos un último consejo: "¡Continuad rezando!".

Dentro ya del coche el conductor le comentaba:

- Parece una escena de la vida de Jesús: el pueblo corriendo delante de usted pidiéndole favores y curaciones.

- Quizá... pero aquí Dios se está valiendo ciertamente de un instrumento bastante miserable -le respondió el santo con sencillez.

"Les estoy mandando a un santo"

Alfredo -era éste su nombre de Bautismo- nació en el seno de una familia pobre y numerosa, el 9 de agosto de 1845, en la aldea de Saint-Grégoire d'Iberville, cercana a Montreal. Tenía una salud débil y el dolor le acompañó desde pequeño.

Según narran algunos de sus biógrafos, su acusada devoción a San José tal vez tuviera origen en el hecho de que su padre era carpintero.

Pero, en cualquier caso, la vida de Alfredo estará marcada, ya desde su infancia, por una relación muy especial con el Patriarca de la Iglesia, a quien le construiría el templo más grande del mundo a él dedicado.

Sin embargo, antes tendría que recorrer un largo y sinuoso camino. Intentó ejercer varios oficios, sin éxito, debido a su precaria salud. Con veinte años se fue a Estados Unidos para buscar trabajo en las fábricas textiles de Connecticut, pero regresó poco después, cuando se hizo patente que no tenía fuerzas para esos servicios.

El párroco de su pueblo natal fue quien, al darse cuenta de la virtud, rectitud y constancia del joven, discernió en él una auténtica vocación religiosa y lo encaminó al colegio que la Congregación de la Santa Cruz - fundada en Francia por el Beato Basilio Moreau hacía poco tiempo- tenía en Montreal. "Les estoy mandando a un santo", declaró el sacerdote en la carta de recomendación de aquel candidato sencillo y analfabeto.

La mejor "tarjeta de visita" de la Congregación

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San Andrés Bessette
Alfredo no defraudó aquellas expectativas. Enseguida aprendió a leer y, con su comportamiento ejemplar, ayudó a elevar el padrón del noviciado. La meditación sobre los sufrimientos de Cristo siempre había sido una de las columnas de su espiritualidad. "Si recordáramos que el pecado crucifica nuevamente al Señor, nuestras oraciones serían más adecuadas" 1, afirmaba. No obstante, procuraba sin descanso que sus compañeros estuvieran siempre animados: "Intentad no estar tristes.

Es bueno sonreír un poco...". Cuando se iba acercando el final del noviciado, Alfredo Bessette temía que le fuera denegada la autorización para profesar los votos religiosos, por causa de su débil salud.

Pero tras pedirle al obispo, Mons. Ignacio Bourget, su intercesión, terminó haciéndolo el 22 de agosto de 1872, cambiando el nombre de Bautismo por el de Hermano Andrés.

El superior le encargó el cuidado de la portería del colegio, donde desempeñaba a la perfección sus tareas: mantenía el ambiente con un orden eximio, hacía las veces de cartero y ejecutaba otros tantos menesteres.

Al hablar inglés y francés demostró tener un especial talento en la recepción de las personas y hacerlas sentirse a gusto. Acabó por convertirse en la mejor "tarjeta de visita" de la Congregación.
Al final de su vida acostumbraba decir espirituosamente: "Cuando ingresé en esta comunidad, los superiores me mostraron la puerta y ahí me quedé durante cuarenta años". 2

Numerosas y bien documentadas curaciones

Aproximadamente cinco años después de su entrada en Religión, empezó a manifestarse en él el don de curación. Una vez, se acercó al lecho donde yacía un estudiante con mucha fiebre y le mandó que se fuera a jugar, afirmando que gozaba de perfecta salud. Para sorpresa del médico de guardia, el niño salió sano de la cama.

En otra ocasión, llegó a la portería el padre de un alumno, con cara de preocupación, y el buen hermano le preguntó cuál era su problema. El pobre hombre le explicó que su esposa se había quedado paralítica. "Quizá no esté tan enferma como parece", le dijo el santo. En ese momento, al otro lado de la ciudad, la mujer se levantó y empezó a andar regularmente.

El Hno. Andrés aprovechaba esas curaciones, realizadas siempre de manera discreta, con apariencias de normalidad, para hacer un continuo apostolado: recomendaba la oración perseverante, sugería novenas, "recetaba" la aplicación del aceite de una lamparita que ardía ante una imagen de San José, o bien que llevaran encima una medallita suya, porque decía que "todo eso son actos de amor y de fe, de confianza y de humildad".

Igualmente hacía hincapié en aclarar la verdadera causa de esas sanaciones que le atribuían, pues era el buen Dios quien hacía los milagros y San José quien los conseguía.

"Yo sólo soy el perrito de San José", decía con humildad.3

Otro día, mientras limpiaba el pasillo central del colegio, se presentó ante él, apoyada en dos personas, una mujer atacada de reumatismo, incapaz de andar por sí misma. El Hno. Andrés, mirándola con perplejidad, le dijo:

- Me parece que usted puede caminar por su propia cuenta. ¿Por qué no intenta ir sola hasta la capilla?

Así lo hizo y regresó a su casa andando sin dificultad y llorando de agradecimiento.

Cuando la afluencia de enfermos empezó a perturbar la rutina del colegio, el Hno. Andrés transfirió sus actividades apostólicas a una estación de autobuses, situada en las cercanías.

El arzobispo, al enterarse de esto, le preguntó a los superiores qué haría si le obligasen a parar de hacer milagros. Al saber que obedecería ciegamente, replicó: "Pues entonces, déjenlo. Si esta obra es de Dios, florecerá; si no, se desmoronará". 4

Las curaciones de las almas y de los cuerpos continuaron a raudales. Más de cuatro mil páginas documentándolas fueron recogidas durante el proceso de su beatificación.

Uno de los casos más impresionantes es el de un joven, víctima de un terrible accidente industrial.
Con la cara quemada, con riesgo de quedarse ciego, corrió en busca del Hno. Andrés, pero éste estaba atendiendo a un infeliz canceroso y había otros muchos a la espera. Sin haberlo visto llegar siquiera, el religioso apareció y le preguntó:

- ¿Quién ha dicho que perderás la vista? ¿Confías en la intercesión de San José?

Ante su afirmativa respuesta le recomendó:

- Ve a la iglesia, asiste a Misa y comulga en honor a San José. Continúa con tus medicamentos, pero añádeles una gota de aceite de la lamparita del glorioso Patriarca, y reza esta jaculatoria:
"San José, ruega por nosotros".

Ten confianza que todo irá bien.

El accidentado lo hizo todo con exactitud y, al día siguiente, el tejido cauterizado de su rostro se cayó como "hojas de papel celofán". Completamente restablecido regresó en señal de agradecimiento.

- Agradéceselo a San José y no dejes de rezar -se limitó a decir el santo taumaturgo.

La dueña de una cafetería cercana, que días atrás había visto al muchacho con la cara desfigurada, no podía creer que se tratara de la misma persona. Y empezó a pregonar por todas partes el impresionante milagro del que había sido testigo.

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Placas conmemorativas y exvotos son testigos de las numerosas curaciones ocurridas en el primer oratorio, donde San Andrés recibía diariamente entre 200 y 400 personas
Por la Hna. Elizabeth Verónica MacDonald, EP
(Mañana: Una iglesia para San José - Ministerio de amorosa oblación)
______
1 FERGUSON, John. The Place of Suffering . London: James Clarke and Co., 1972, p. 115
2 BALL, Ann. Faces of Holiness . Huntington (IN): Our Sunday Visitor, 2001, p. 54
3 KYDD, Ronald. Healing Through the Centuries . Peabody (MA): Hendrickson, 1998, p. 85
4 BALL, op. cit., p. 57

Cientos de jóvenes de Valencia, España, se convierten en "misioneros de la fe" en sus entornos

Valencia (Sábado, 03-11-2012, Gaudium Press) Los jóvenes son los protagonistas de la actualidad católica de Valencia en este fin de semana. Además de la realización del Congreso Nacional de Pastoral Juvenil que congrega a más de 2.300 participantes y que realizó una vigilia juvenil el pasado 02 de noviembre, cientos de jóvenes que regularmente asisten a las vigilias mensuales con el Arzobispo se comprometieron a irradiar el Evangelio en sus entornos habituales y hacerse "misioneros de la fe".

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Mons. Carlos Osoro, Arzobispo de Valencia, impuso la Cruz Misionera a cientos de jóvenes.
Los voluntarios, que agolparon la Basílica de la Virgen de la Catedral de Valencia, lugar acostumbrado del encuentro de los jóvenes con Monseñor Carlos Osoro, recibieron en imposición una cruz especial. La "Cruz Misionera", que ostenta la imagen de Cristo y de la Virgen de los Desamparados, es el símbolo de su compromiso de hablar de Dios a sus amigos y compañeros "en clase, en el trabajo, en la calle o en sus lugares de diversión", según indicó el Arzobispo.
El prelado recordó a los jóvenes la importancia de conocer verdaderamente a Jesucristo y "experimentar la alegría que da su amor y su misericordia". La misión especial a ellos encomendada es el testimonio de dar "una nueva versión a vuestra vida" y manifestar la "adhesión total al Señor". Los jóvenes asistentes fueron tantos en esta oportunidad que la Basílica debió abrir sus puertas para que más personas pudieran tomar parte.

Una luz en la noche

Otra noticia de gran interés es la preparación, por parte de varios grupos juveniles, de una creativa actividad de evangelización nocturna por las calles de la ciudad. Se llama "Una Luz en la Noche" y tendrá lugar el presente sábado 03 de noviembre, desde las nueve de la noche hasta la una de la madrugada.

En ella, los jóvenes se dividen en grupos de dos personas que salen a invitar a otros a acudir al templo, donde son recibidos por otros jóvenes ubicados a la entrada y acogidos para tomar parte en la Adoración Eucarística, que es dirigida por otro grupo de jóvenes. Este método de evangelización "pretende que el mensaje sea transmitido de forma individual para obtener la mayor atención posible", explicaron a AVAN los organizadores.

La iniciativa "Una Luz en la Noche" está inspirada en el grupo italiano "Santinelle del Mattino" que tiene su sede en la Diócesis de Verona, en Italia.

Con información de AVAN.

Arquidiócesis en E.E.U.U. explica en 15 segundos cómo el mandato antinatalista violenta la libertad religiosa

Estados Unidos (Sábado, 03-11-2012, Gaudium Press) La libertad religiosa vuelve a tener un papel protagónico en el debate público promovido por los católicos en Estados Unidos. La Arquidiócesis de San Louis elaboró un video de tan solo 15 segundos en el cual explica cómo el mandato del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) vulnera la libertad religiosa de los empleadores católicos. El nombre del video es "It's that simple" (Es así de simple) y su duración es menor al tiempo que le tomó a nuestros lectores terminar el presente párrafo.

Archdiocese of St. Louis | The Roman Catholic Church in Saint Louis, MO.png
"Usted no forzaría a un ateo a comprarle una Biblia, es así de simple", asegura una mujer mientras mira fijamente la cámara. Otra complementa: "Usted no forzaría a un vegetariano a comprarle una hamburguesa, es así de simple". Una tercera mujer culmina el argumento con una pregunta. "¿Por qué le exigiría a un empleador católico adquirirle su control de la natalidad?" Un texto en pantalla concluye el video con la frase: "Defienda la libertad religiosa".


En estos términos sencillos, la Arquidiócesis expresa el motivo del fuerte rechazo que la Iglesia Católica ha presentado a la disposición. La norma pretende obligar a los empleadores a incluir en la cobertura de salud de los empleados servicios y productos contrarios a la moral católica como fármacos abortivos y anticoncepción artificial. Un estrecho margen de excepciones protege a algunas instituciones religiosas mientras deja por fuera a los empresarios católicos y a numerosas organizaciones educativas, de salud y de promoción social. El video puede verse en la página web de la Arquidiócesis.

Victorias legales

El debate público, especialmente motivado por la campaña electoral en el país, está acompañado de estrategias judiciales de defensa de los derechos de los creyentes. En este campo, el pasado 31 de octubre se registró un notable precedente para los católicos en el estado de Michigan. La Corte Federal decidió suspender la aplicación del mandato antinatalista sobre la compañía Weingartz Supply mientras se decide su demanda en contra de la norma.

Daniel Weingartz, empresario y católico practicante, alegó que la medida viola su derecho de practicar libremente su religión en sus decisiones empresariales. Su abogada, Erin Mersino, del Centro de Leyes Tomás Moro, explicó la decisión judicial a NCRegister: "La corte federal ha encontrado que nuestro cliente tiene posibilidad de éxito (en la demanda) y que sería dañado de forma irreparable por la extralimitación inconstitucional del mandato", aseguró. "Esto no es solo una victoria para nuestros clientes, sino para la libertad religiosa".

De una forma similar, una Corte de Apelaciones de Illinois decidió amparar el derecho de los farmaceutas que objetaron una regla que los obligaba a prescribir fármacos con efectos abortivos. Los profesionales sostenían que la norma afectaba su libertad religiosa y demostraron que en la primera decisión judicial en su contra no se tuvo en cuenta una ley que protege el derecho de objetar la participación en servicios médicos considerados inmorales.

Además, la Corte rechazó el argumento de que los fármacos comercializados como "anticoncepción de emergencia" considerados abortivos por los farmaceutas pudieran hacer parte del "cuidado médico de emergencia". La evidencia analizada por los jueces determinó que la objeción no representa ningún peligro inmediato para el paciente ni existe la necesidad de una atención inmediata que esté regulada bajo la Ley de Consciencia.

Con información de National Catholic Register y The Catholic Sun.