domingo, 31 de agosto de 2014

Visita Hospital Virgen de Loreto, Guatemala.

El pasado lunes 25 de Agosto, El Oratorio de Busto de La Virgen de Fátima y la Comisión de Hospitales de los Heraldos del Evangelio en Guatemala, visitaron el Hospital Virgen de Loreto (24 calle 10-30 zona 13 Aurora II, Ciudad de Guatemala).

El personal médico, de enfermería y administrativo, dieron la Bienvenida al Oratorio y a los miembros de la comisión, preparando un pequeño altar en los jardines del Hospital, donde se realizo una breve explicación de las apariciones y mensajes de la Virgen en Fátima y se Rezo una decena del Santo Rosario.

Seguidamente se procedió a hacer un recorrido en el interior del Hospital, además de rezar por los pacientes que se encontraban recluidos y se concluyo, en una sala de espera, donde se Finalizo el rezo del Santo Rosario.

Se entregaron Rosarios y Estampas a cada uno de ellos, como recuerdo de la visita.


sábado, 30 de agosto de 2014

San Agustín...

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Redacción (Jueves, 28-09-2014, Gaudium Press) Nació el 13 de noviembre del 354, en la pequeña ciudad de Tagaste, cerca de Madaura y de Hipona, en Numidia, actualmente Argelia. Sus padres eran de condición honesta; el padre, miembro del cuerpo municipal, se llamaba Patricio y su madre Mónica.

Tuvieron un gran cuidado en instruirlo en letras humanas y todos notaban en él un espíritu excelente y una disposición maravillosa para las ciencias. Después de haber caído enfermo en la infancia y en peligro de muerte, pidió el bautismo, siendo prontamente un catecúmeno, por la señal de la cruz y por la sal. Su madre, piadosa y fervorosa cristiana, dispuso todo para la ceremonia. Pero de repente mejoró y el bautismo fue aplazado.

Estudió primero en Madaura, gramática y retórica, hasta la edad de dieciséis años, cuando el padre lo hizo volver a Tagaste y allí se quedó un año, mientras se preparaban las cosas necesarias para que fuese a terminar sus estudios en Cartago; la pasión de mandar este hijo a estudiar obligaba al padre a grandes esfuerzos, pues su fortuna era mediocre.

Durante su estadio en Tagaste, el joven Agustín, ignorando los sabios consejos de su madre, empezó a dejarse llevar por los amores deshonestos, invitado por la pereza y por la complacencia de su padre, que todavía no era cristiano. Pero lo fue antes de la muerte, que ocurrió poco tiempo después. Agustín llegó a Cartago y se hundió cada vez más en el amor a las mujeres, que fomentó con espectáculos de teatros. No dejaba de pedir a Dios la castidad, pero, agrega, que no sea ahora. Entretanto caminaba con gran éxito en los estudios, que tenían por objeto llevarlo a cargos y al poder judicial, pues la elocuencia era entonces su camino.

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Entre las obras de Cicerón, que él estudiaba, leyó el Hortensius, que era una exhortación a la filosofía. Él quedó encantado y comenzó, a la edad de diecinueve años, a despreciar las vanas esperanzas del mundo y a desear la sabiduría y los bienes inmortales. Fue el primer movimiento de su conversión.

La única cosa que le disgustaba de los filósofos es que en ellos no encontraba el nombre de Jesucristo, que había recibido con la leche de su madre y había causado una profunda impresión en su corazón. Quiso entonces leer las Sagradas Escrituras, pero la simplicidad del estilo le desagradó, pues estaba habituado a la elegancia de Cicerón. . Después cayó en manos de los maniqueos, que hablando solamente de Jesucristo, del Espíritu Santo y de la verdad, lo seducían con sus discursos pomposos y le dieron aversión por el Nuevo Testamento.

Mientras tanto, su madre, más afligida que si lo hubiese visto muerto, no quería comer con él; vino a ser consolada en un sueño: Ella estaba en un bosque y un joven resplandeciente venía a ella, sonriendo le preguntó la causa de sus penas; ella le respondió diciendo que lloraba la pérdida de su hijo. Mirad, dijo él, ¡está con usted! De hecho, lo vio a su lado, en el mismo lugar. Más tarde le contó a Agustín el sueño, quien le dijo: Vos veréis lo que yo soy. Pero ella respondió sin dudar: ¡No! Porque me dijeron: Tú estarás donde él está, pero él estará donde tú estás. Desde aquel momento, vivió y comió con él, como antes.

Se dirigió a un santo obispo y le rogó que hablase con su hijo. El Obispo le respondió: todavía es muy inquieto y está muy lleno de aquella herejía, que le es nueva. Dejadlo y contentaos con orad, él verá leyendo, cuál es su error. Yo que os hablo, en mi infancia, fui entregado a los maniqueos por mi madre, a quien habían seducido; no solamente leí, también transcribí casi todos sus libros y yo mismo me engañé. La madre no se contentó con esas palabras del santo obispo; llorando abundantemente, continuó insistiendo para que hablase con su hijo; el obispo respondió con cierto humor: Id, ¡es imposible que el hijo de tantas lágrimas se pierda! Lo que ella escuchó como un oráculo del cielo. Su hijo, todavía fue maniqueo por nueve años, desde los diecinueve hasta los veinte ocho.

Habiendo terminado los estudios, enseñó en su ciudad Tagaste, gramática y después retórica. Un arúspice se ofreció para hacerlo ganar el premio en una disputa de poesía, por medio de algunos sacrificios de animales; pero él rechazó con horror no queriendo tener alguna relación con los demonios. Sin embargo, no tenía ninguna dificultad en consultar astrólogos y leer sus libros. Pero fue disuadido por un sabio anciano llamado Vindiciano, médico famoso, que había reconocido por experiencia la vanidad de ese estudio. Agustín tenía un amigo cercano, que también se había hecho maniqueo, pues procuraba seducir a otros. El amigo cayó enfermo y estuvo mucho tiempo inconsciente: como se perdió la esperanza de salvarlo, le dieron el bautismo. Cuando volvió en sí, Agustín quería burlarse del bautismo que había recibido en aquel estado: pero el enfermo rechazó las palabras con horror y le dijo con inesperada libertad, que si quería ser su amigo, no debía nunca más hablar de aquel modo. Murió pocos días después, fiel a la gracia. Agustín, que lo quería como a sí mismo, quedó inconsolable con su muerte. Tenía más o menos veintiséis años, cuando escribió dos o tres libros: - La belleza y la Decencia - que no llegaron hasta nuestros días.

Encontró en ese tiempo, que bajo la máscara de piedad de los maniqueos, que se llamaban sanos y elegidos, se ocultaban las costumbres más depravadas. Cita varios escándalos públicos. Al mismo tiempo se comenzaba a disgustar con las leyendas que contaban, principalmente sobre el sistema del mundo, la naturaleza de los cuerpos y de los elementos. Tales conocimientos, decía, no son necesarios a la religión: es necesario no mentir y no jactarse de saber lo que no se sabe, especialmente cuando se quiere pasar como Manés, por ser guiado por el Espíritu Santo. Le gustaba mucho dar más razones que las que los matemáticos y filósofos daban de los eclipses, de los solsticios y del curso de los astros.

En aquel tiempo lo persuadieron para enseñar en Roma, donde los alumnos eran más razonables que en Cartago. Se embarcó en contra de la voluntad de su madre y la engañó bajo el pretexto de acompañar un amigo al puerto.

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Llegando a Roma, cayó enfermo de fiebre que lo llevó casi a la muerte, pero no pidió el bautismo. Vivía en casa de un maniqueo y continuaba frecuentándolos, preso por los lazos de amistad; ya no esperaba encontrar la verdad entre ellos y no se decidía a buscarla en la iglesia católica, pues tenía prevenciones contra tal doctrina.

Comenzó entonces, a pensar que los filósofos académicos, que dudaban de todo, podrían ser los más sabios y reprendía al anfitrión de casa por su excesiva fe en las fábulas de los maniqueos. Entre tanto la ciudad de Milán pidió a Símaco, prefecto de Roma, un profesor de retórica y por el prestigio de los maniqueos, Agustín obtuvo el lugar, después de haber realizado la prueba de su capacidad con un discurso. Así vino a Milán, en el año 384, cuando tenía treinta años de edad.

San Ambrosio lo recibió con tanta bondad paternal, que comenzó a ganarle el corazón. Agustín escuchaba asiduamente los sermones, solamente por la belleza del estilo y para ver si su elocuencia correspondía a la fama que tenía. Estaba encantado con la suavidad del lenguaje, conocía la de Fausto, pero tenía menos gracia en la recitación. Al principio no prestaba atención a las cosas que decía San Ambrosio; pero cruelmente y sin cuidado, las cosas le entraban en su espíritu con las palabras y vio que la doctrina católica era al menos sustentable. Decidió entonces, de repente, dejar a los maniqueos y quedar en calidad de catecúmeno, en la Iglesia que sus padres le habían recomendado, a saber, en la Iglesia Católica, hasta que la verdad fuera vista más claramente.

Santa Mónica había llegado a él con tal fe, que pasando el mar consolaba a los marineros, incluso en los mayores peligros, por la seguridad que Dios le había dado que en breve estaría junto a su hijo. Cuando él le dijo que ya no era maniqueo, pero que todavía no era católico, ella no quedó admirada; le respondió tranquilamente que tenía la seguridad de verlo fiel católico antes de salir de esta vida. Sin embargo, continuaba con sus oraciones y escuchaba los sermones de San Ambrosio que ella amaba como a un ángel de Dios, sabiendo que había llevado a su hijo a aquel estado de duda, que debía ser la crisis del mal.

San Ambrosio amaba a su vez a Santa Mónica por la piedad y las buenas obras y muchas veces felicitaba a Agustín por tener aquella madre, pues toda su vida había sido virtuosa. Ella había nacido en una familia cristiana, donde tuvo buena educación. Había sido perfectamente dócil a su marido, incluso sufriendo malas conductas y malos tratos, con paciencia servía de ejemplo a otras mujeres y ella lo ganó para Dios, en el fin de su vida. Tenía un talento particular en reunir personas divididas.

Después que enviudó, se entregó a las obras de caridad; daba grandes limosnas, servía a los pobres, nunca dejaba de llevar su oferta al altar, ni de ir dos veces a la iglesia, por la mañana y por la noche, para escuchar la palabra de Dios y hacer sus oraciones, que eran todo en su vida. Dios se comunicaba con ella por medio de visiones; sabía distinguir sueños y pensamientos naturales. Así eran Santa Mónica, con relación a San Agustín. (...)
San Agustín fue bautizado por San Ambrosio con su amigo Alipio y su hijo Adeodato, que tenía alrededor de quince años. Fueron bautizados en la Vigilia de la Pascua que en aquel año, 387, fue el día 25 de abril, como había sido determinado por el santo Obispo, siendo consultado por los obispos de la Provincia de Emilia. Se cree que en esta ocasión, San Ambrosio les dio a los recién bautizados la instrucción que compone su libro - De los misterios, - o de aquellos que fueron iniciados.

San Agustín, después de su bautismo, tras haber examinado en qué lugar podría servir a Dios más útilmente, resolvió volver a África con su madre, el hijo, el hermano y un joven llamado Evodio. Este también era de Tagaste; siendo agente del emperador, se convirtió, recibió el bautismo antes de San Agustín y dejó su empleo para servir a Dios. Cuando llegaron a Ostia, descansaron del largo viaje que habían hecho desde Milán y se prepararon para embarcar.

Un día, San Agustín y su madre, apoyados en una ventana con extrema delicadeza, olvidando todo el pasado y llevando sus pensamientos para el futuro, indagaron cual sería la vida eterna de los santos. Se elevaron encima de todos los placeres de los sentidos; recorrieron por grados todos los cuerpos, el cielo mismo y los astros.

Llegaron hasta las almas y pasando por todas las criaturas, incluso espirituales, llegaron a la sabiduría eterna, por la cual existen y que existe por siempre, sin diferencia y tiempo. Alcanzaron por un momento el punto del espíritu y se sintieron obligados a volver por el sonido de las voces, donde la palabra comienza y termina.

Entonces su madre le dijo: ¡Hijo Mío! En cuanto a lo que me concierne, no tengo ningún otro placer en la vida. No sé todavía que hago ni por qué estoy aquí. La única cosa que me hacía desear quedarme era ver un hijo cristiano católico antes de morir. Dios me concedió más que eso, yo os veo consagrado a su servicio, despreciando la felicidad terrestre.
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Unos cinco días más tarde, cayó enferma de fiebre. 

Durante su enfermedad un día se desmayó, cuando volvió en sí, miró a Agustín y a su hermano Navígio y les dijo: ¿Dónde estaba yo? Después, viéndolos sufrir de dolor, agregó: Dejaréis aquí a vuestra madre. Navígio deseaba que ella muriese en su tierra natal, pero ella lo miró severamente, como reprendiéndolo y le dijo a Agustín: ¡Ved lo que dice! Por último, dirigiéndose a ambos: Poned este cuerpo, dijo ella, donde puedan, no os preocupéis. Solamente os ruego que me recordéis en el altar del Señor, en cualquier parte donde estuvieras. Murió en el noveno día de su enfermedad, a la edad de cincuenta y seis años y a los treinta y tres de San Agustín, esto es, el mismo año de su bautismo: 387.

Una vez que pasó a la eternidad, Agustín le cerró sus ojos. El joven Adeodato lanzaba gritos de dolor, pero todos los asistentes lo hicieron callar, no encontrado motivos de lágrimas en aquella muerte y Agustín retuvo las suyas, haciendo bastante esfuerzo. Evodio tomo el salterio y comenzó a cantar el salmo 100: Cantaré en vuestra alabanza ¡Oh Señor! , la misericordia y la justicia. Todos respondieron y pronto se reunió una gran cantidad de personas piadosas de ambos sexos. Llevaron el cuerpo, se ofreció por la fallecida el sacrificio de nuestra Redención; se hicieron oraciones junto al sepulcro según era la costumbre, en la presencia del cuerpo, antes de ser enterrado. San Agustín no lloró durante toda la ceremonia, pero por fin, en la noche, dejó correr las lágrimas para aliviar su dolor. Rogó por su madre, como lo hacía mucho tiempo después, escribiendo todas las circunstancias de aquella muerte en el libro de sus - Confesiones - él pide a los lectores recordar en el santo altar a su madre y su padre Patricio.

Después de la muerte de su madre, San Agustín volvió de Ostia para Roma, donde se quedó el resto del año 387 y todo el año 388. Sus primeros trabajos, después del bautismo, fueron por la conversión de los maniqueos, cuyos errores acababa de abandonar. No podía tolerar la insolencia con la que aquellos impostores elogiaban las supuestas continencias y abstinencias supersticiosas, para engañar a los ignorantes y calumniar a la Iglesia. Escribió entonces dos libros: - De la Moral y las Costumbres de la Iglesia Católica, y De la Moral y las Costumbres de los maniqueos. (...)

Su angustia se hizo aún mayor cuando vio sitiada la ciudad de Hipona. Sin embargo, tenía la consolación de ver consigo varios obispos, entre otros Possidio de Cálamo, uno de los más ilustres de sus discípulos, el mismo que dejó escrita su biografía. Se unían sus pesares, sus gemidos y sus lágrimas. San Agustín pedía a Dios, particularmente, que le permitiera liberar a Hipona de los enemigos que la cercaban, o que por lo menos, diese a los siervos fuerzas para soportar los males con los que estaban siendo amenazados, o en fin, ser retirados del mundo y que los llamara a Sí... De hecho cayó enfermo de fiebre al tercer mes del cerco y vio de inmediato que Dios no había rechazado la oración de su siervo.

Durante su enfermedad mandó escribir y colocar junto a la pared, cerca de su lecho, los salmos de David sobre la penitencia; él los leía derramando lágrimas. Diez días antes de su muerte, rogó a sus amigos más cercanos y a los obispos, que nadie entrase en su habitación, solamente cuando viniese el médico para verlo o cuando le trajeran alimento; empleaba todo su tiempo en la oración.

Finalmente llegó su último día; Possidio y los otros amigos vinieron a juntar sus oraciones a las suyas, que solamente interrumpió cuando adormeció en paz. Hasta entonces, había conservado el uso de todos los miembros y ni el oído ni la vista se habían debilitado. Como había abrazado la pobreza voluntaria, no hizo testamento; nada tenía para dejar, pero recomendó que conservaran con cuidado la biblioteca de la iglesia y todos los libros que estaban en la casa para aquellos que viniesen después. Possidio cuenta que habiendo sido incendiada la ciudad de Hipona algún tiempo después, esa biblioteca fue conservada en medio de los saqueos de los bárbaros. La muerte de San Agustín fue el 28 de agosto del 430. Vivió setenta y seis años y sirvió a la Iglesia cerca de cuarenta en calidad de padre y obispo.

Con San Agustín murió de alguna manera aquella África cristiana y civilizada. Después de este tiempo, hasta que expiró bajo los hierros de los musulmanes, su existencia fue solamente una larga agonía. Hoy en día parece que la Providencia quiere resucitar y en la misma provincia que San Agustín ilustró por su vida y muerte, el país de Argelia y de Bone.

¿Quién no conoce a San Agustín? ¿Quién no conoce las Confesiones, donde deplora los caprichos de la juventud? ¿Quién no conoce a su madre Santa Mónica, llorando día y noche por aquél niño, siguiéndolo por todas partes pidiendo sin cesar al Cielo, en su favor? Fue solamente a la edad de treinta y dos años que ese hijo de tantas lágrimas se libró enteramente de la herejía maniquea y de la esclavitud de las pasiones corrompidas y recibió el bautismo de las manos de San Ambrosio. ¡Pero quién no podría decir cuán perfecta fue su conversión! Con cuánta amarga tristeza lloró sus faltas pasadas, aunque habían sido borradas enteramente por el bautismo; ¡con que ardor amó a Dios; con qué celo trabajó para su gloria! Hay de nosotros, si lo imitamos más o menos en sus desvaríos, ¿cuándo lo imitaremos en la santidad de vida?

Pero, ¿Qué nos impide llorar sobre nuestras faltas como él, amar a Dios como él, ser humildes como él? Pues él también, este gran santo, fue religioso. Poco después de la conversión, renunció a todo lo que poseía y vivió en comunidad religiosa, con los amigos. Y cuando fue nombrado obispo de Hipona, hizo de su casa episcopal un monasterio, donde vivía en religión con sus padres y diáconos. Cómo el ejemplo de este gran santo, después de tantos otros nos debe hacer estimar y amar la vocación religiosa. Deseamos saber del mismo San Agustín ¿cuál es la verdadera fuente de santidad? Escuchemos lo que dice: la primera cosa para llegar a la verdadera sabiduría es la humildad; la segunda es la humildad; la tercera es la humildad y tantas veces que me hicieras esta pregunta, tantas veces os daría la misma respuesta. No, no hay reglas, pero si la humildad no precede, no acompaña y no nos sigue, el orgullo nos quitará de nuestras manos todo lo que hagamos bien.

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(Vida de los Santos, Padre Rohbacher, Volúmen XV, p. 268 a 305)

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Para vivir el verano de manera diferente, proponen en Italia "la noche blanca"

Martina Franca (Jueves, 28-08-2014, Gaudium Press) El verano como un tiempo de reflexión interior es la propuesta de "la noche blanca", que ha tenido lugar en Martina Franca, Italia, este 27 y 28 de agosto. La iniciativa, animada por la Congregación local de Sacerdotes, consistió en invitar a los fieles a la oración y al Sacramento de la Confesión durante toda la noche al interior de la Villa de San Agustín, como una manera de celebrar la solemnidad del santo y doctor de la Iglesia Católica.

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Foto: papaboys.org.
La jornada de oración se ha desarrollado en tres locaciones diferentes del interior de la Villa: la Iglesia de Santa Maria della Purità, donde se celebró la Santa Misa y permaneció abierta durante toda la noche; el claustro del Convento, en el cual se desarrolló una reflexión basada en los textos de San Agustín que hablaban de la conversión, la relación con Dios, de su camino espiritual, y permaneció abierta toda la noche con sacerdotes disponibles para la confesión; y el mirador del Convento para apreciar la ciudad desde lo alto "a un paso del cielo".

Quienes participaron de este encuentro espiritual, también disfrutaron de un paseo por el claustro y escucharon piezas de música sacra inspiradas en las "Confesiones" de San Agustín.

Con información de SIR y Martina News.

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Papa Francisco nombra a Mons. Carlos Osoro nuevo Arzobispo de Madrid

Madrid (Jueves, 28-08-2014, Gaudium Press) La Oficina de la Prensa de la Santa Sede ha dado a conocer este mediodía los nombramientos hechos por Su Santidad el Papa Francisco para dos archidiócesis de España: Madrid y Valencia, que han sido objeto de la benevolente preocupación pastoral del Romano Pontífice.

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Mons. Osoro, nuevo Arzobispo de Madrid.
El nuevo Arzobispo de Madrid es Mons. Carlos Osoro Sierra, hasta ahora Arzobispo de Valencia. Mons. Osoro es natural de Cantabria, donde nació en Castañeda, el 16 de mayo de 1945. Ha sido Obispo de Orense, Arzobispo de Oviedo y hasta hoy fue el sucesor del Cardenal García-Gasco y Vicente al frente de la Archidiócesis valentina.

El Cardenal D. Antonio Cañizares Llovera hasta ahora Prefecto de la Congregación del Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos ha sido nombrado Arzobispo Metropolitano de Valencia. El Cardenal Cañizares es natural de Utiel, Provincia de Valencia, donde nació el 15 de octubre de 1945. Fue Obispo de Ávila, Arzobispo de Granada y Arzobispo de Toledo y Primado de España antes de que Su Santidad Benedicto XVI lo llevase a la Ciudad Eterna a la Congregación del Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.

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Cardenal Cañizares, nuevo Arzobispo de Valencia.
Mons. Carlos Osoro fue también Rector del Seminario Mayor de Santander -su diócesis nativa- y Vicario General de dicha diócesis. Ha sido presidente de las Comisiones Episcopales de Apostolado Seglar y del Clero en la Conferencia Episcopal Española, en donde actualmente es Vice-presidente.

El Cardenal Cañizares Llovera fue también Vice-presidente de la Conferencia Episcopal Española y presidente de la Comisión de Catequesis. Ha participado del Cónclave que eligió al Papa Francisco y fue Legado Pontificio en Panamá para las conmemoraciones del aniversario de la Archidiócesis de Panamá. Pertenece a las Congregaciones de los Obispos y de Educación Católica y a la Comisión Pontificia para América Latina.

Gaudium Press / José Alberto Rugeles

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jueves, 28 de agosto de 2014

Un pescador pecador...

Redacción (Miércoles, 27-08-2014, Gaudium Press) El amanecer en nuestra ciudadelita de la costa mediterránea española era en aquella mañana distinto de los demás.

Todos los habitantes lo sabían... Nosotros, aún niños, nos despertáramos curiosos y abriéramos la ventana del cuarto que descortinaba el bello panorama marítimo, luego nos deparamos con el Astro Rey. Solemne y majestuoso, él deslizaba sus rayos entre los ramajes de las palmeras para proyectarse sobre la inmensidad de las aguas, tornándolas a veces róseas, a veces doradas, por las tonalidades de la aurora. Sí, algo diferente rondaba en el aire, rompiendo la acostumbrada monotonía. Una alegría saltante unida a cierto bienestar sereno se hacía sentir en los corazones, porque era día de Corpus Christi, tan solemnemente conmemorado junto al Mar Mediterráneo.

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A medida que la ciudad despertaba, comenzaban también los preparativos para la procesión. Los niños corríamos de un lado para otro, buscando las más variadas flores, mientras las señoras se preocupaban en colgar alfombras en las ventanas y balcones de sus respectivas casas, y en cubrir con hojas de murta y pétalos de rosa las calles principales. Los hombres, juntamente con el padre Manuel, nuestro párroco, preparaban los lugares donde serían erigidos pequeños altares en los cuales el Santísimo Sacramento habría de "descansar" a lo largo del recorrido. El ambiente era de fiesta y de sincera religiosidad, y todos los habitantes nos reuníamos en función de un mismo objetivo: tornar la ceremonia lo más bella posible.

Uno, sin embargo -ya bien conocido de todos-, no tenía las mismas disposiciones: Vicente, el pescador. Apareció él en medio de los preparativos, sombrío y malhumorado:
- ¡Buen día, señor Vicente! ¿Llegó tarde, oyó? - le dijo una señora, con ironía - ¿Qué le ocurrió? ¿Perdió la hora? ¡Venga a ayudarnos!
- ¿Ayudar? Mira aquí, yo ya tengo mucho trabajo - respondió él, rezongando - ¡Ya sabes que no soy de esas cosas! Estoy saliendo para pescar... - ¿Pescar? ¡Es lo que usted hace todos los días! - le retrucaba otra - ¡Hoy es una ocasión especial!
- ¡Yo ya dije que voy a pescar! - continuaba él, arrastrando las redes que cargaba en el hombro - ¡El mar hoy promete mucho! No voy a perder esta oportunidad...
Vicente no era fácil de convencer... Recuerdo que todos nos miramos, meneando las cabezas.

- Deja, Amparo. Él nunca va a la iglesia. No será hoy que cambiará de idea.
- ¡Pues tengo fe en que acabará por hacerlo!
- ¡Amén! - respondemos todos.

- ¡Que Dios te oiga, María! - concluyó el padre Manuel. Y continuamos los preparativos.
La Misa sería a las tres de la tarde, seguida de la solemne procesión. A las dos y media todos estaban puestos, incluso la banda, que aprovechaba los últimos minutos para terminar de afinar sus instrumentos. Con el repicar de las campanas de la torre de la iglesia se inició la celebración. ¡Qué paz, qué bendición y qué alegría reinaban entonces! ¡Todavía hoy me acuerdo de todo como si hubiese ocurrido ayer!

Entretanto, lo más impresionante fue lo que pasó luego... En el momento exacto en que el Divino Salvador cruzaba los umbrales del templo, escondido bajo las Sagradas Especies y conducido por el padre Manuel en un bellísimo ostensorio, volvía Vicente de sus aventuras en altamar. La atmósfera seria producida por el insigne acto de piedad arañó la pobre alma ácida y fría del pescador. Dirigiéndose al Santísimo, tuvo él el infame atrevimiento de decir:
- ¿Dónde ya se vio? ¿Tú no puedes andar solo? ¡¿Con la edad que tienes y todavía precisas ser cargado en los brazos?!

¡Tamaña insolencia no podía quedar impune! En aquel instante, la respuesta del Señor Omnipotente se hizo visible a los ojos de todos: una de las piernas del blasfemador se infectó, viéndose dos hombres obligados a salir de la procesión para socorrerlo, pues no podía más mantenerse de pie.
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¡Dios era llevado por el sacerdote por amor, y él - en la flor de la juventud y del vigor de su salud - era transportado en una maca, para su humillación! Con urgencia tuvieron que amputarle el miembro arriba de la rodilla, para evitar una gangrena mortal; pero, por más que cortasen, esta no paraba de subir y subir, hasta que se tornó imposible detener su marcha fatal...

La lección había sido severa, todavía justa y, sobre todo, eficaz. El mismo Jesús que siglos antes "pasó haciendo el bien" (At 10, 38), devolviendo la vista a los ciegos y la agilidad a los paralíticos, perdonando los pecados y transformando los corazones más empedernidos, supo también restaurar la salud espiritual de nuestro Vicente, sacándole la vitalidad del cuerpo.

¡Cuando, pocos días más tarde, el padre Manuel me invitó para acompañarlo a llevar el viático al enfermo, me deparé con la fisionomía conocida del pescador cuán cambiada! Aunque sus ojos ardiesen por la fiebre y el malestar, mucho más le abrasaba el corazón de verdadero arrepentimiento por el horrible pecado cometido. ¡Qué descomunal diferencia! Aquel hombre arrogante e incrédulo había aprendido, por el sufrimiento, a rezar y dirigirse a Dios.

Cómo me gustaría poder mostrar a todos los pecadores del mundo, hasta a los más endurecidos, esta conmovedora escena que quedó tan claramente gravada en mi interior... ¡Su último adiós para esta vida todavía fue un acto de agradecimiento a Jesús-Hostia que, en un milagro de infinito amor, lo salvara de las llamas de la condenación, abriéndole las puertas de la bienaventuranza eterna!
Por: Hermana Lucía Ordóñez Cebolla, EP

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Imagen del Santo Niño, Capitán General de Filipinas, volverá a Basílica en Manila

Manila (Miércoles, 27-08-2014, Gaudium Press) Una de las advocaciones más peculiares de la devoción al Divino Niño Jesús retornará en el mes de septiembre a su lugar en la Basílica Menor de San Sebastián de Manila, en Filipinas. Se trata de una imagen en la cual el Divino Infante no se viste de príncipe, sino de militar, puesto que corresponde a su entronización como "Capitán General de Filipinas", hecha por las autoridades coloniales españolas en 1606. Su retorno a la veneración de los fieles en el importante templo se llevará a cabo el domingo 06 de septiembre, según informó la agencia CBCP News.

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El Santo Niño,  Capitán de Filipinas y el altar en su honor enla Basílica de San Sebastián en el siglo XIX. Fotos: Terry G. Garcia / CBCP News y Signor Casaubon.
El título de Capitán General fue producto de la extraordinaria devoción al Santo Niño en Filipinas, notoria desde los inicios de la evangelización del territorio. La nobleza española, al tener conocimiento de la reverencia que la devoción suscitaba en la población de la colonia, otorgó el título al Divino Infante y envió una imagen a las islas. Allí se recibió la imagen y se creó la tradición de rendirle los honores militares propios de un virrey, como lo son los saludos hechos por los cañones en sus apariciones públicas.

La imagen del Santo Niño, Capitán General de Filipinas, se encuentra actualmente bajo la custodia del Museo Recoletos en Ciudad de Quezon y regresará a la Basílica para ser nuevamente venerado por los fieles. Según una información publicada por un seglar, el sitio de su entronización será el altar que en este momento ocupa la imagen de San Nicolás de Tolentino en la Basílica, la cual sería trasladada al Panteón ubicado detrás de la sacristía de la Basílica Menor del Nazareno Negro.
La imagen que retornará a la veneración de los fieles es la original de inicios del siglo XVII, y está adornada con las vestiduras correspondientes a un Gobernador General de Filipinas del Siglo XIX, portando botas militares y un sombrero de tres puntas a la usanza militar de la época. Por su carácter de Capitán General, la imagen porta una espada tipo sable en el cinto, siendo posiblemente la única advocación del Divino Niño Jesús en el mundo que lleva un arma.

Con información de CBCP News.


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Cardenal Cañizares en Ávila: "Necesitamos seguir los pasos de Santa Teresa para descubrir al Jesús de Teresa"

Ávila (Miércoles, 27-08-2014, Gaudium Press) El Cardenal Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Don Antonio Cañizares Llovera, presidió en la Capilla del Convento de la Encarnación de las RR MM Carmelitas Descalzas de Ávila, la solemne Misa en la Fiesta de la Transverberación de Santa Teresa de Jesús. Concelebraron con el Prefecto, el Obispo diocesano, Mons. Jesús García Burillo; el Obispo de Segovia, Mons. Ángel Rubio Castro; el Obispo de Salamanca, Mons. Carlos López, así como Mons. Alberto José González Chávez, de la Congregación para los Obispos, los capellanes de los Monasterios de La Encarnación y de San José, y varios otros sacerdotes carmelitas y diocesanos.

Entre los numerosos fieles presentes estaban el Ministro del Interior D. Jorge Fernández Díaz; el Alcalde de Ávila, D. Miguel Ángel García Nieto; el ex-Ministro del Interior y ex-Acalde de Ávila, D. Ángel Acebes; la Rectora de la Universidad Católica de Ávila, Doña María del Rosario Sáez Yuguero y el Presidente de la Universidad Católica "San Antonio de Murcia", D. José Luis Mendoza, así como religiosas de diversas congregaciones y miembros de asociaciones de apostolado seglar.

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El Cardenal Cañizares preside la Misa por la Fiesta de la Transverberación de Santa Teresa de Jesús.
En su Homilía el Cardenal Cañizares Llovera señaló que en un mundo en que llega de todos los lados un grito de deseo de ser evangelizados, urge evangelizar. "Ella, Santa Teresa evangelizó sin mediocridad". Es necesaria la plegaria, que hará surgir vocaciones al sacerdocio, a la vida consagrada y al matrimonio para constituir familias que descubran la belleza del matrimonio.

Recordó el Prefecto del Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos que ser cristiano es identificarse con los sentimientos del Señor, buscando una vivencia radical de su Evangelio. Para eso no hay que olvidar algo que es esencial; "no se puede participar de la Vida de Jesús sin la Iglesia. No podemos vivir la Fe sin una comunión plena y total con la Iglesia", y Santa Teresa nos dejó el ejemplo. El eje de la vida de Teresa de Jesús fue la Iglesia. Y amó a la Iglesia. Ella "vivió en tiempos recios, como son recios nuestros tiempos". Pero a pesar de todo no se apartó de la Iglesia. "De la Santa Madre Iglesia, para usar una expresión que casi no se oye más en nuestro vocabulario". Como en los tiempos de Santa Teresa ahora "precisamos de una gran reforma. Santa Teresa fue una gran reformadora y ella debe ser un faro para nosotros en los actuales momentos".

Según Don Antonio Cañizares "la Iglesia arrebataba el corazón de Teresa. Ella se duele con sus dolores, se alegraba con sus gozos y se sentía rica con sus tesoros... Aprendamos de Santa Teresa... Ella es el resplandor que lleva a la luz que es Cristo. Necesitamos volver a Santa Teresa, a sus escritos y a sus ejemplos". Es necesario para que el pueblo español que la tiene de Patrona, se revuelva, se mueva, se ponga en marcha para "ser una Iglesia misionera. Necesitamos volver a Santa Teresa hoy más que nunca". Hay que recordar que los "jóvenes tienen sed de vida, de esperanza, de horizontes que sólo en EL se hayan".

"Faltando el sentido de Dios se pierde el sentido del hombre. Sin Dios no hay paz, ni convivencia, ni reconocimiento de la dignidad del hombre. Sin Dios no hay convivencia.

Necesitamos seguir los pasos de Santa Teresa para descubrir al Jesús de Teresa. Seguir sus pasos, lleva a vivir con radicalidad el espíritu de Cristo", señaló el Cardenal Cañizares Llovera dejando de lado las notas que llevaba y afirmando con entusiasmo sus palabras, que concluyó con citas de San Juan Pablo II y Benedicto XVI sobre la Santa andariega que nos invitan a "tomar en serio la llamada universal a la Santidad", no solo a los jóvenes, sino a todos los cristianos, en estos tiempos recios en que vivimos.
Gaudium Press / José Alberto Rugeles

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jueves, 21 de agosto de 2014

¡Salve María!

El pasado 16 de agosto un grupo de 22 personas se consagró a María (según el método de San Luis María Grignon de Monfort) en la Sede delos Heraldos del Evangelio, en Moravia. La Santa MIsa fue celebrada por el P. Andy Rodríguez, EP quien recalcó la importancia de esta consagración para nuestros días.

Después de la homilía, se rezó de rodillas la oración propia de la Consagración y acto seguido fue firmado el pergamino de la Consagración y colocado a los pies de la imagen del Inmaculado Corazón de María. Como señal de esta Consagración, todos recibieron un hermoso medallón de la Virgen.

Heraldos del Evangelio de Mozambique lanzan campaña "Rece por las víctimas del Ébola"

Maputo (Martes, 19-08-2014, Gaudium Press) La Asociación Heraldos del Evangelio en su sede de Mozambique ha lanzado la campaña 'Reze pelas vítimas do Ebola' (Rece por las víctimas del Ébola), que busca sensibilizar a las personas contra los padecimientos asociados a esta terrible enfermedad, además de pedir el auxilio divino para aliviar sus dolores.

"Señor, ellos sufren... Haced brillar sobre ellos la luz de vuestra misericordia", reza el pedido que los Heraldos hacen en la página web promocional de la campaña, pidiendo a Dios su auxilio contra la enfermedad.

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Aunque en algunos medios se divulgó la versión de que una amplia difusión del virus era pequeña, hace pocas horas la Organización Mundial de la Salud pidió que los países con casos de ébola extremen las medidas de control en puertos terrestres, aéreos y marítimos.

Por lo demás la enfermedad ya ha sido declarada emergencia de salud pública de importancia internacional. El virus ha hecho una presencia notoria en cuatro países, todos africanos: Guinea, Liberia, Sierra Leona y Nigeria, aunque un estadounidense que estuvo en Lagos a finales de junio, ya falleció por el virus.

La página web promocional de la campaña invita a encender una vela virtual por las personas afectadas de ébola, y convoca a los cibernautas a escribir las intenciones al respecto, que serán consideradas en las misas que los sacerdotes de los Heraldos del Evangelio ofrecen por los afectados.

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Bicentenario de Don Bosco: oportunidad para el crecimiento espiritual de la familia salesiana

Redacción (Martes, 19-08-2014, Gaudium Press) "199 años atrás, en un día como hoy, un niño llegó al mundo, Juan Melchor Bosco, en estas mismas colinas, el hijo de un humilde campesino (...) Hoy, cuando iniciamos el Bicentenario de este histórico evento, agradecemos profundamente a Dios por lo que ha hecho a través de su intervención en la historia, en la historia de estas colinas (...) El carisma salesiano es el regalo que Dios, a través de Don Bosco, ha dado a la Iglesia y al Mundo. Se formó con el tiempo, en las rodillas de Mamá Margarita en la amistad, con los buenos maestros de la vida, especialmente en el día a día en la compañía de los jóvenes", con estas palabras el Rector Mayor de los Salesianos, Don Ángel Fernández Artime, marcó el inicio de la celebraciones por el Año del Bicentenario de Nacimiento de San Juan Bosco, que inició el pasado 16 de agosto, justamente en el 199 aniversario del natalicio del santo.

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Don Ángel Fernández Artime preside procesión mariana en la apertura del Bicentenario / Foto: ANS.
A través de un mensaje dirigido a toda la familia salesiana, el sucesor de Don Bosco recordó que el camino para la celebración de los 200 años, que se inició desde el pasado sábado, será "un año de Gracia' en el que quisiéramos experimentar, dentro de la Familia Salesiana, una profunda gratitud al señor, con humildad y con alegría, ya que el Señor ha bendecido este movimiento apostólico y espiritual bajo la guía de la Auxiliadora".

Un jubileo que -como destacó Don Fernández Artime en su mensaje- vivirán con intensidad aquellas personas que, de una o de otra manera, han sido inspiradas por Don Boso, "su carisma, su misión y su espiritualidad", especialmente todo el Movimiento Salesiano que trabaja alrededor del mundo "en sus iniciativas, actividades y que comparte su espiritualidad y esfuerzos para el bien de los jóvenes, especialmente aquellos con mayor necesidad".

"Para todo el mundo salesiano, este bicentenario pretende ser no sólo un tiempo de celebración, pero sí una valiosa oportunidad que se nos ofrece para mirar atrás con gratitud, mirar el presente con confianza y para soñar con el futuro de la Familia Salesiana en la evangelización y misión educativa con energía y la novedad del Evangelio. Es una oportunidad, con el coraje y la actitud profética, de dejarnos guiar por el Espíritu que siempre nos encamina en la novedad de Dios", continuó el Rector Mayor de los Salesianos.

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Basílica salesiana en Colle Don Bosco durante los actos de apertura del Bicentenario / Foto: ANS.
Las celebraciones por la apertura del Año del Bicentenario de Nacimiento de Don Bosco iniciaron desde el pasado viernes 15 de agosto en Castelnuovo de Asti, lugar de nacimiento del santo fundador, donde en la tarde tuvo lugar un acto de bienvenida para Don Fernández Artime, quien presidió una Santa Misa en honor a María en "La Madonna del Castello" y una procesión mariana con la imagen de Nuestra Señora del Castillo, venerada en el lugar.

Ya para el 16 de agosto -fecha en que se conmemoró el 199º aniversario de nacimiento de San Juan Bosco y que marcó el inicio del Bicentenario-, tras una peregrinación tuvo lugar la celebración Eucarística con la que se abrió oficialmente el Año Jubilar del Bicentenario Salesiano. El evento central ocurrió la Basílica salesiana del Colle Don Bosco, y fue presidido por el Rector Mayor, ocasión en la que dio lectura al mensaje para el inicio del Año del Bicentenario.

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El Rector Mayor presidió la Eucaristía con la que se abrió oficialmente el Jubileo Salesiano / Foto: ANS.
Justamente durante la homilía de la celebración Eucarística Don Fernández Artime destacó el gran amor que tuvo San Juan Bosco a Dios, a Nuestra Señora y a la Santa Iglesia, aquel que lo llevó a trabajar incansablemente por la santidad de los jóvenes: "Su unión con Dios y su incesante confianza en María Auxiliadora, que la sentía como inspiradora y sostenedora de toda la obra, le han dado siempre la fuerza para una incesante donación de sí mismo en el trabajo a favor de sus jóvenes, buscando solamente su bien, su felicidad aquí y en la Eternidad".

Luego agregó: "Nuestro Dios (...) hace de Don Bosco un pastor para los jóvenes, un pastor que los ha conducido a buenos pastos (...) Fue para cada uno de los jóvenes un pastor, y el Señor fue para todos su Dios, y ellos todo su rebaño".

Indulgencia Plenaria por el Jubileo Salesiano

Con motivo del evento jubilar, la Penitenciaría Apostólica, a través de un decreto divulgado el pasado 18 de agosto -y por solicitud de Don Ángel Fernández Artime-, ha concedido la Indulgencia Plenaria a los miembros de la Familia Salesiana y fieles que se unan a los actos del Año del Bicentenario que inició el pasado sábado 16 de agosto y se extenderá hasta el 16 de agosto de 2015.

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Quien peregrine durante el Jubileo a la Basílica de María Auxiliadora en Turín, porá recibir la Indulgencia Plenaria / Foto: Sonia Tujillo.
"La Penitenciaría Apostólica, por especialísimo mandato del Santísimo Padre Francisco, concede benignamente el Año jubilar con Indulgencia plenaria anexa que, con las condiciones acostumbradas (confesión sacramental, comunión eucarística y oración según la intención del Sumo Pontífice) pueden lucrar los miembros de la Familia Salesiana y todos los fieles cristianos con ánimo penitente y movidos por la caridad, que pueden también aplicarla como sufragio a las almas de los fieles difuntos que se encuentran en el Purgatorio, si participan piadosamente en alguna función sagrada celebrada en honor de San Juan Bosco o, al menos, ante una reliquia o imagen sagrada del Santo, dediquen durante un oportuno espacio de tiempo a consideraciones piadosas, concluyéndolas con la Oración del Señor, el Símbolo de la Fe e invocaciones a la Virgen María y a San Juan Bosco", dice el decreto del organismo vaticano.

Esta Indulgencia se podrá obtener los días 31 de enero de 2015, en la solemnidad de San Juan Bosco, y el 16 de agosto. Asimismo se otorga cada vez que un grupo peregrine a Castelnuovo, donde se encuentra el templo dedicado al santo; y a quienes peregrinen a la Basílica de María Auxiliadora en Turín.

Asimismo, los fieles que se encentren impedidos por enfermedad también podrán ganar la Indulgencia Plenaria si se unen espiritualmente a las celebraciones jubilares.
Nota relacionada:
Así se abrirá el Año del Bicentenario de Don Bosco en el mundo

Con información de ANS y Oficina de Prensa para Italia del Bicentenario de Nacimiento de Don Bosco.

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Padre de joven muerto en el naufragio de la balsa Sewol, en Corea, fue bautizado por el Papa

Seúl (Martes, 19-08-2014, Gaudium Press) En la Capilla de la Nunciatura Apostólica de Seúl, el Papa Francisco realizó en la mañana del domingo 17, el bautismo de Lee Ho Jin, padre de uno de los jóvenes muertos en el naufragio de la balsa Sewol, en el mes de abril de este año.

El director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, Padre Federico Lombardi, afirmó en nota a la prensa que "el Papa intervino personalmente en el bautismo con la infusión de agua y en la unción con el Sagrado Crisma" y que "estuvo feliz de poder participar así - de manera no prevista - al gran ministerio del bautismo de adultos de la Iglesia en Corea". (LMI)

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sábado, 16 de agosto de 2014

El dolor

Redacción (Viernes, 15-08-2014, Gaudium Press) Cuando Dios creó al hombre, además de todas las maravillas que le concedió en el Paraíso, lo llenó de bienes sobrenaturales.

Las cualidades sobrenaturales concedidas al primer hombre fueron: la gracia santificante, las virtudes teologales y los dones del Espíritu Santo. Dios ponía su complacencia en habitar en el hombre como en un magnífico santuario por Él mismo adornado. Su venida sensible al Paraíso Terrestre, de la que nos habla la Escritura, era un símbolo de los dulcísimos e invisibles lazos de amistad que existían entre el hombre en estado de gracia y el Creador. 1

O sea, el ser humano fue creado en un estado magnífico, con gracias especialísimas. Su alma estaba toda propensa al bien, poseía la propia vida divina, las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad, y además los dones del Espíritu Santo: ciencia, inteligencia, sabiduría, prudencia, fortaleza, temor, piedad, consejo y fortaleza. Además de eso, Dios le concedió también los dones preternaturales.

Mientras los dones sobrenaturales hacían sentir su benéfica influencia sobre todo en la parte racional del hombre, los dones preternaturales llenaban de perfección la parte sensible. Eran estos en número de tres: integridad, inmortalidad, impasibilidad. 2

El don de integridad ordenaba enteramente la naturaleza humana. "Ese don especialísimo hacía que todas las inclinaciones y los impulsos de la naturaleza estuviesen en armonía con la ley divina"3. Por el don inmortalidad los hombres no pasarían por la muerte, "después de una permanencia más o menos prolongada en el Paraíso Terrestre, serían trasladados definitivamente al cielo sin pasar por el transe terrible del dolor, de la enfermedad". 4

Y finalmente por el don de impasibilidad el hombre estaba exento de cualquier malestar, pues este "le proporcionaba la exención de dolores y sufrimientos. Sin perturbación orgánica, psicológica, el hombre gozaba de una felicidad perfecta. Nada perturbaba su paz y tranquilidad". 5

1.jpgPor el pecado nuestros primeros padres fueron expulsados del Paraíso y privados de esos privilegios y así el sufrimiento, la muerte, las enfermedades se tornaron compañeros de la humanidad manchada por el pecado original. 6

Desde sus primeros instantes, ve el hombre erguirse delante de sí el espectro del dolor. Muchos escritores, entre profundos y banales, han descrito, entre atónitos y temerosos, el terrible combate que el hombre entabla con el dolor. La existencia humana nada más es que una lucha entre el hombre y el dolor. Lucha trágica, lucha terrible, en que el dolor siempre vence al hombre. 7

El dolor físico y dolor moral

San Juan Pablo II, en su Carta Apostólica 'Salvifici Doloris', afirma ser el sufrimiento "algo esencial para la naturaleza humana. [...] parece pertenecer a la transcendencia del hombre; es uno de aquellos puntos en que el hombre está, en cierto sentido, ‘destinado' a superarse a sí mismo; y es llamado de modo misterioso a hacerlo". 8 La naturaleza humana por ser un compuesto de cuerpo y alma no sufre apenas dolores físicos, sino sobre todo dolores morales.

El hombre sufre de diversas maneras, que no siempre son consideradas por la medicina, ni siquiera por sus ramas más avanzadas. El sufrimiento es algo más amplio y más complejo que la enfermedad y, al mismo tiempo, algo más profundamente enraizado en la propia humanidad. Nos es dada una cierta idea en cuanto a este problema por la distinción entre sufrimiento físico y sufrimiento moral. Esta distinción toma como fundamento la doble dimensión del ser humano e indica el elemento corporal y espiritual como el inmediato y/o directo sujeto del sufrimiento. Aunque se puedan usar hasta cierto punto como sinónimas las palabras "sufrimiento" y "dolor", el sufrimiento físico se da cuando, sea de qué modo sea, "duele" el cuerpo; mientras que el sufrimiento moral es "dolor del alma". 9

De las más variadas formas el hombre puede sufrir físicamente -enfermedades, hambre, accidentes, frío, y cuantas otras cosas, independiente de la edad, raza o condición social- y, en la mayoría de las veces, esos son acompañados de sufrimientos morales. Para comprender mejor la ligación que hay entre un sufrimiento y otro, transcribimos aquí un ejemplo dado por Mons. João Scognamiglio Clá Dias: un luchador de karate, cuando está en una competición recibe toda especie de golpes y eso le causa dolor. Entretanto, si él tiene el apoyo de la hinchada, aunque su cuerpo sufra en consecuencia de los golpes que lleva, por así decir en su alma él no sufre porque siente la adhesión y el estímulo de los fánaticos. Por otro lado, puede una persona sufrir en el alma sin haber recibido ningún golpe, por ejemplo, un inocente que se ve objeto de todo tipo de calumnia y humillaciones. 10

Podemos recordar también otro caso, ocurrido con el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira y que mucho lo impresionó. Cierta vez, se encontraba en un restaurante y mientras esperaba lo que había pedido, pasó a analizar los circunstantes. En medio de tantas personas disipadas y agitadas con sus problemas, se admiró al ver un hombre serio y reflexivo, sentado en un rincón del recinto, tomando su merienda a solas. ¿Cuál sería el motivo de este estado de espíritu tan poco frecuente en nuestros días? Su indagación fue respondida cuando llegó el dueño del establecimiento y se puso a conversar con dicho personaje:
- ¡Oh! ¡qué bueno verlo por aquí! Pero, ¿dónde están sus amigos?
- Pues... Ellos siempre estaban conmigo, pero después que perdí mi pierna, todos me abandonaron...

Así, Dr. Plinio comprendió que aquel estado de espíritu provenía del abandono en que el hombre se encontraba. Era un "dolor de alma" profundo, consecuente de un accidente físico. En esta situación qué más le hacía sufrir: ¿el hecho de estar sin pierna o sin amigos? Si él estuviese físicamente adolorido, pero hubiese quien le confortase el alma, no sería para él una alegría? Por otro lado, si poseyese el físico perfecto, pero fuese considerado un paria en la sociedad, ¿no sería mejor la primera situación? Eso ocurre pues el instinto de sociabilidad en el ser humano es profundamente más fuerte que el instinto de conservación. 

Innúmeros son los que prefieren arriesgar la propia vida a ser considerados como cobardes por los demás. 11

El sufrimiento bien aceptado es "lo que más eleva el alma de una persona. En esta tierra no hay individuo más indigente que aquel a quien Dios no manda dolores". 12 A partir de esa comprensión del dolor podemos admirar mejor lo que afirma Mons. Chaudard en su libro El alma de todo apostolado: el sufrimiento es el octavo sacramento,13 tal es su valor a los ojos de Dios.

Sufrir, todos sufren, el gran problema está en el modo como se enfrenta el dolor pues, "las mismas miserias llevan algunos para el cielo y otros para el infierno".14 En lo alto del Calvario, encontramos la más bella lección en esa materia: Tres hombres están crucificados.

El del centro, Nuestro Señor Jesucristo, nos da el más bello ejemplo: sufre como inocente por los pecados ajenos. Al lado derecho de Jesús, el Buen Ladrón sufre como penitente, pero del lado izquierdo del Divino Redentor, el mal ladrón sufre como un condenado.15

Por Anna Luiza Cendon Finotti
1 CAMPANA, p. 24.
2 Ibid. p. 26. (Grifo da autora)
3 CLÁ DIAS, João Scognamiglio. No sofrimento, a raiz da glória. In: O inédito sobre os Evangelhos, op. cit. v. V, p. 323.
4 ROYO MARÍN, Antonio. Nada te turbe. Madrid: Palabra, 1982, p. 15. (Tradução da autora)
5 FORMENT, Eudaldo. Id a Tomás: Principios fundamentales del pensamiento de Santo Tomás. Pamplona: Fundacion Gratis Datæ, 2005, p. 69. (Tradução da autora)
6 Cf. CCE 1264.
7 CORRÊA DE OLIVEIRA, Plinio. Na Academia Jackson de Figueiredo. In: Dr. Plinio. São Paulo: Ano IX, n. 94, Jan. 2006, p. 5.
8 JUAN PABLO II. Salvifici doloris, n.2.
9 Ibid. n.5.
10 CLÁ DIA, João Scognamiglio. Palestra. São Paulo, 30 dez.2001. (Arquivo do IFTE)
11 Cf. Id. O Sermão da Montanha. In: O inédito sobre os Evangelhos, op. cit. v. VI, p. 85.
12 CORRÊA DE OLIVEIRA, Plinio. PLINIO CORREA DE OLIVERIRA: Notas Autobriográficas. São Paulo: Retornarei,2008, v. I, p. 294.
13 Cf. CHAUTARD, OSCO, Jean-Baptiste. A alma de todo apostolado. São Paulo: FTD, 1962, p. 112
14 SAN ALFONSO MARIA DE LIGORIO. A prática do amor a Jesus Cristo. Aparecida: Santuário, 2004, p. 56.
15 Cf. SAN LUIS MARIA GRIGNION DE MONTFORT. Carta circular a los amigos de la Cruz.n.33.In: Obras. Madrid: BAC, 1953, p.245.

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El Evangelio es el antídoto contra el "espíritu de desesperación" que se extiende en la sociedad, dijo el Papa en Corea

Daejeon (Viernes, 15-08-2014, Gaudium Press) En la solemnidad de la Asunción de la Virgen el Papa Francisco rindió sentido homenaje a María Santísima, junto a 50.000 personas que lo acompañaban en el estadio olímpico de Daejeon, Corea, en la Eucaristía.

"En unión con toda la Iglesia celebramos la Asunción de Nuestra Señora en cuerpo y alma a la gloria del cielo. La Asunción de María nos muestra nuestro destino como hijos adoptivos de Dios y miembros del Cuerpo de Cristo. Como María, nuestra Madre, estamos llamados a participar plenamente en la victoria del Señor sobre el pecado y sobre la muerte y a reinar con Él en su Reino eterno. Ésta es nuestra vocación", inició el Papa en su homilía.

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Foto: Rome Reports

Tras comentar las lecturas del día, que aluden a la fiesta de la Asunción, el Papa Francisco pidió a la Reina de Corea que "nos ayude a ser fieles a la libertad real que hemos recibido el día de nuestro bautismo, que guíe nuestros esfuerzos para transformar el mundo según el plan de Dios, y que haga que la Iglesia de este país sea más plenamente levadura de su Reino en medio de la sociedad coreana. Que los cristianos de esta nación sean una fuerza generosa de renovación espiritual en todos los ámbitos de la sociedad. Que combatan la fascinación de un materialismo que ahoga los auténticos valores espirituales y culturales y el espíritu de competición desenfrenada que genera egoísmo y hostilidad".

María Santísima, la "Madre de nuestra esperanza"

Continuando su catequesis sobre el papel de la Virgen en la historia de la salvacion, el Papa Francisco expresó que ella es "la Madre de nuestra esperanza. Su cántico de alabanza nos recuerda que Dios no se olvida nunca de sus promesas de misericordia (cf. Lc 1,54-55). 

María es la llena de gracia porque ‘ha creído' que lo que le ha dicho el Señor se cumpliría (Lc 1,45). En ella, todas las promesas divinas se han revelado verdaderas. Entronizada en la gloria, nos muestra que nuestra esperanza es real; y también hoy esa esperanza, ‘como ancla del alma, segura y firme' (Hb 6,19), nos aferra allí donde Cristo está sentado en su gloria".

Esta esperanza, de la cual la Virgen es matriz y portadora, y que es ofrecida por Evangelio, "es el antídoto contra el espíritu de desesperación que parece extenderse como un cáncer en una sociedad exteriormente rica, pero que a menudo experimenta amargura interior y vacío. Esta desesperación ha dejado secuelas en muchos de nuestros jóvenes".

El Pontífice concluyó sus palabras implorando a la Virgen "la gracia de gozar de la libertad de los hijos de Dios, de usar esta libertad con sabiduría para servir a nuestros hermanos y de vivir y actuar de modo que seamos signo de esperanza, esa esperanza que encontrará su cumplimiento en el Reino eterno, allí donde reinar es servir".

Con información de News.va

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