viernes, 24 de agosto de 2012
Una película sobre San Agustín será exhibida próximamente en Estados Unidos
Yo soy el camino
Miles de católicos chinos participan en Congreso Eucarístico en Feng Xian
Feng Xian (Martes, 21-08-2012, Gaudium Press) La Diócesis de Feng Xiang, en la provincia china de Shaan Xi, celebró un Congreso Eucaristíco diocesano con la participación de miles de fieles. Treinta y cinco sacerdotes y las religiosas de diversas congregaciones participaron en las actividades, según informaciones del boletín Faith de He Bei difundidas por la Agencia Zenit.
Mons. Li Jing Feng, Obispo de Feng Xian. |
Con información de ReligionEnLibertad
La Comunidad Cenáculo: tal vez el centro de rehabilitación de drogadictos más eficaz del mundo
Madrid (Martes, 21-08-2012, Gaudium Press) En 1983 -tornándose en realidad la intuición inspirada de Sor Elvira Petrozzi- nació la Comunidad Cenáculo, "como respuesta de la ternura de Dios Padre, al grito de desesperación de muchos jóvenes cansados, desilusionados, desesperados, adictos a las drogas y personas en general, que buscaban la alegría y el sentido verdadero de la vida", según señala el sitio web de la comunidad. Los jóvenes drogadictos allí encuentran un camino de salvación. La comunidad tiene su "Casa Madre" en la colina de Saluzzo, una ciudad en la provincia de Cúneo (Piemonte), al noroeste de Italia. Desde ese año, han nacido numerosas Fraternidades del Cenáculo: actualmente son 56 en Italia y en el resto del mundo.
Madre Elvira Petrozzi |
"A aquellos que llaman a las puertas de la Comunidad, se les propone un estilo de vida simple, familiar, el descubrimiento del trabajo vivido como un Don de Dios, de la amistad verdadera y de la fe en la Palabra de Dios, hecha carne en Jesucristo, muerto y resucitado por nosotros", resalta la Comunidad.
Parte fundamental del proceso de rehabilitación de los muchachos, es el acompañamiento entendido como amistad. Cada persona tiene un Ángel de la Guarda, normalmente un joven, que le acompaña de forma constante. Hay profesionales y voluntarios que ayudan también en estas labores, algunos de los cuales ya han pasado por un proceso de rehabilitación. Además hay familias que por entero se dedican a los trabajos de la Comunidad, siempre en espíritu de gratuidad.
"Somos nosotros los primeros en sorprendernos de aquello que el Señor está obrando ante de nuestros ojos y en darle las gracias porque nos hace espectadores cotidianos de su Resurrección, resultado de la cual cada día vemos la vida sonreír en los rostros de quienes habían perdido toda esperanza", afirma la Comunidad.
El Cenáculo es hoy una institución canónica. El 30 de mayo de 1998, en la solemnidad de Pentecostés, el obispo de Saluzzo, entonces monseñor Diego Bona, reconoció la "Comunidad Cenácolo" como "Asociación Privada de Fieles". En enero de 2001 fue ordenado el primer sacerdote de la Comunidad. Y en la solemnidad de Pentecostés del mismo año el obispo renovó la Aprobación Eclesial para el Cenáculo como "Asociación Pública de Fieles".
Testimonios
Un apostolado bastante significativo y benéfico de la Comunidad son los testimonios, por los cuáles se quiere hacer partícipes al mundo del éxito operado por la Providencia en sus labores, y con los que también quieren darse a conocer para multiplicar su apostolado. "Desde el inicio sor Elvira y los chicos se han dedicado en varios lugares a proclamar la resurrección a través de encuentros, catequesis y testimonios en iglesias, teatros, plazas...".
Testimonios como el de Silvio, un rubio croata, quien ya rehabilitado, reconoce que "el sacramento de la Confesión me ayudó a reconocer mi pobreza y a encontrar el perdón de Dios. Hoy los valores preciosos que elegí para vivir son el amar a los demás, el amar incluso en la dificultad, el saber perdonar y pedir perdón al Señor y a los hermanos cada vez que en mi pobreza humana los lastimo. Mi vida cambió y también la de mi familia: nos hemos reconciliado, perdonado y ahora estoy muy feliz de haber podido reconstruir nuestra relación. Gracias Señor Jesús por muestra gran familia del Cenacolo, y por todas nuestras vidas en un tiempo muertas y ahora resucitadas".
Matea |
Entretanto, para Matea, con la Comunidad Cenáculo, se abrió la salvación. "Gracias a Dios comencé a experimentar que ser pobre me acercaba a Él y regeneraba en mí algo que había perdido hacía años: ¡la esperanza! Empezaba a creer que todo había encontrado un sentido, que algún día lo lograría, y puedo testimoniar que ese día ha llegado. Hoy conozco mucho más mi fragilidad pero estoy feliz de ser como soy, porque al dejar pasar a Dios por mis debilidades, ¡se transforman en más humanidad y más capacidad de amar! ¡Qué bello: con Dios en el corazón, todo es un regalo!", relata. Las comunidades de chicos y de chicas funcionan de manera separada.
Quien desee conocer más de esta comunidad, puede acceder al link (http://www.comunitacenacolo.it/index.asp?idlingua=6)
miércoles, 22 de agosto de 2012
"La grandeza de creer": Mons. Fisichella convoca a transmitir la fe también con las "razones del corazón"
Madrid (Sábado, 18-08-2012, Gaudium Press) Verano es tiempo de descanso y también oportunidad para leer y para meditar con más tiempo, aquello que se lee. Es lo que me aconteció ayer tarde, cuando me cayó en las manos el interesantísimo artículo de Mons. Rino Fisichella publicado en L´Obsservatore Romano, al inicio de este estival mes de agosto. El presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización recuerda varias intervenciones de S.S. Benedicto XVI y nos coloca a los lectores ante una cuestión de palpitante actualidad.
Mons. Fisichella |
La coherencia entre aquello que se cree y la vida diaria es recordada por Mons. Fisichella, una vez que vivimos en una época en que los modelos y ejemplos a seguir son cada día más necesarios. Los jóvenes de hoy buscan seguir a alguien. Ese alguien con mayúscula es Jesucristo pero también es verdad que le seguirán a Él con más facilidad en la medida en que sus discípulos sean creíbles. "El mundo contemporáneo -señala el citado Arzobispo- tiene hambre de testigos. Siente una necesidad vital de testigos porque busca coherencia y lealtad" concluyendo que "una fe que conlleva las razones del corazón es más convincente, porque tiene la fuerza de la credibilidad. Así pues, el desafío es poder conjugar la fe vivida con su inteligencia y viceversa".
Saber razonar aquello que se cree y dar las razones por las cuales se cree es sin duda una de las tareas pendientes en muchos cristianos. Porque como bien señala Mons. Rino, "sin una sólida reflexión teológica capaz de presentar las razones de creer, la opción del creyente no es tal. Se queda en una cansina repetición de fórmulas o de celebraciones, pero no conlleva la fuerza de la convicción. No es sólo cuestión de conocimiento de contenidos, sino de libertad".
El núcleo de la crisis de la Iglesia es una crisis de fe
La verdad nos hace libres y esa verdad es necesario que presente una nueva vitalidad en nuestros tiempos de crisis. A la Curia Romana se lo ha recordado el Papa en su discurso del 25 de diciembre pasado: "El núcleo de la crisis de la Iglesia en Europa es la crisis de fe. Si no encontramos una respuesta para ella, si la fe no adquiere nueva vitalidad con una convicción profunda y una fuerza real gracias al encuentro con Jesucristo, todas las demás reformas serán ineficaces".
Verano es también tiempo para procurar pensar sobre la Fe, sobre la salida para las crisis más profundas que nos azotan, porque como dice el Papa Ratzínger "no serán las tácticas las que no salven... sino una fe pensada y vivida de un modo nuevo".
Es el reto del próximo Sínodo de octubre. Es el reto que todos los cristianos tenemos delante.
Gaudium Press / Rafael Ituarte Pujol
La Beata Ana María Taigi: Para confundir a los fuertes…
Redacción (Sábado, 18-08-2012, Gaudium Press) Al observar la Historia atentamente a través de los ojos de la fe, contemplamos las "huellas de Dios" dirigiendo los acontecimientos, de acuerdo a sus designios. Para este fin, no es raro que la elección del Altísimo recaiga sobre los más débiles y sencillos de corazón, para mayor confusión de los soberbios. Varias figuras del Antiguo Testamento son un testimonio de ello, como Gedeón, David, Judit, Ester y muchos más. Y si nos adentramos en el Nuevo Testamento, todavía nos encontraremos con cuantiosos santos: Juana de Arco, Don Bosco, Bernadette Soubirous o los pastorcitos de Fátima, entre otros muchos.
Así lo afirmaba San Pablo: "Lo débil del mundo lo ha escogido Dios para confundir a los fuertes" (1 Co 1, 27). Él mismo que es humildad, se esconde detrás de los humildes para que su acción sea patente. Y Él le da la solución, la respuesta y el remedio a las dificultades de cada época histórica, según las exigencias de cada momento.
Para hacer frente a la irreligiosidad y el ateísmo crecientes a finales del siglo XVII, Dios suscitó de manera diversa y en lugares distintos almas de gran valía, a fin de reconducir a la humanidad que se perdía en el pecado y en la incredulidad. Entre ellas hubo una que fue, sin duda, en palabras de Louis Veuillot, la "respuesta divina a todos los victoriosos del campo de batalla, de la política y de las academias"1, y cuyas oraciones, según la afirmación del Cardenal Salotti, "tenían ante Dios más poder que los ejércitos napoleónicos": la Beata Ana María Taigi.
Infancia en el seno de la honrada burguesía de Siena
Beata Ana María Taigi, esposa y madre de siete hijos |
Durante sus primeros seis años, Ana jugaba despreocupada entre los viñedos, cipreses y olivares de aquellas arenosas llanuras toscanas, coronadas por rúbeas paredes de rosales, donde vivía la familia Giannetti, en una bonita casa de la calle San Martín. La encantadora niña, hija única del joven matrimonio, crecía recibiendo las primeras enseñanzas cristianas de su buena madre, que modelaba su carácter, inculcándole el sentido del deber y de la responsabilidad, sin hacerle perder el entusiasmo y vivacidad que siempre la caracterizaron.
Sin embargo, los años de alegría duraron poco, pues Luigi, de espíritu imprevisor y extravagante, no tardó mucho en vender todo con el fin de pagar sus deudas y abandonar la ciudad. En la completa ruina, aún con la honra salvada, decidió recomenzar la vida bien lejos. Y para ello, escogió la Ciudad Eterna.
Los primeros años en Roma
La vida en Roma trajo consigo un cambio radical en los hábitos de la familia, que se fue a vivir a una pobre y pequeña casa en el barrio Monti. Los padres de Ana se vieron obligados a trabajar como empleados domésticos en casas de familias, ganando tan sólo lo necesario para garantizarse una parca alimentación.
En este período, la pequeña fue matriculada en la escuela pública de la vía Graziosa, bajo el cuidado del Instituto Maestre Pie Filippine. Por sus distinguidas maneras, espíritu afectuoso y verdadera piedad, la niña se convirtió en el regocijo de las hermanas encargadas de la escuela. Allí recibió clases de religión, lectura, cálculo y trabajos domésticos, pero del arte de la escritura sólo pudo aprender su propio nombre, pues fue obligada a interrumpir sus estudios debido a una epidemia de viruela.
Al no frecuentar ya los bancos escolares, se vio en la contingencia de trabajar a fin de ayudar en los gastos familiares. Entró de empleada en un pequeño taller, donde cardaba seda y cosía. Cuando regresaba del trabajo se dedicaba a las tareas domésticas.
La joven mantenía una constante sonrisa, incluso en la adversidad, al contrario de sus padres.
Vida de vanidades mundanas
Con el paso de los años, Ana se convirtió en una hermosa y vanidosa muchacha que soñaba con formar un feliz y próspero hogar. Se interesaba mucho por la literatura romántica de la época y era asidua en la asistencia a fiestas y bailes.
Paseando con su esposo por la columnata de Bernini, Ana se cruzó con el P. Ángelo Verardi por primera vez |
Encantada con la joven, la Sra. Serra no cesaba de elogiarla, dejándola cada vez más vanidosa. Le obsequiaba con los vestidos que ya no quería usar y Ana los aceptaba complacida.
La influencia de esta vida mundana, aliada a su temperamento amable y extrovertido, amenazaba su honestidad, y sólo no cayó en los abismos del mal gracias a sus buenos principios. En 1790 se casó con Domenico Taigi, un criado del vecino palacio del príncipe Chigi. Establecieron su residencia en un pequeño apartamento del ala de servicio del Palacio Chigi, regalo del generoso príncipe a los nuevos esposos.
Domenico se enorgullecía de su hermosa mujer, que se arreglaba elegantemente, haciéndola ser admirada por todos en los bailes, teatros de marionetas y paseos. Llevaba su vida matrimonial muy en serio, cumpliendo todas sus obligaciones de esposa y tomando a su marido como su señor, rindiéndole una entera sumisión afectuosa, suavizando poco a poco su difícil carácter. A los veintiún años nació su primer hijo.
Una conversión plena y completa
Hasta entonces, nada hacía entrever la especial llamada a la que había sido predestinada por la Providencia. Con todo, la gracia fue poco a poco haciéndose sentir en su alma. Sin explicación aparente, una angustia y una inquietud comenzaron a tomar cuenta del corazón de la joven madre, mostrándole el vacío de aquella vida. Un domingo, paseando con su esposo por la columnata de Bernini, en la Plaza de San Pedro, se cruzó con un religioso servita, el P. Ángelo Verardi, a quien nunca había visto. Los dos se miraron y el sacerdote oyó una voz sobrenatural que le advertía: "Presta atención en esta mujer, te será confiada un día y trabajarás por su conversión. Ella se santificará, porque la escogí para ser una santa".
Ana percibió aquella mirada que la observaba profundamente, aunque no la entendió. Pero desde ese momento empezó a perder el gusto por las cosas del mundo. Intentó aquietar su ansiedad hablando con su confesor, pero éste se limitó a los consejos habituales para las señoras casadas: sea fiel y obediente a su marido...
Entonces, buscó otros confesores. No obstante, ninguno consiguió devolverle la paz de alma. Finalmente decidió visitar la iglesia de San Marcelo, donde se había casado, y encontró a un sacerdote en el confesionario: era el P. Verardi. Mientras Ana se arrodillaba para confesarse, el sacerdote oyó de nuevo la misma voz: "Mírala... Yo la llamo a la santidad". Lleno de alegría y satisfacción, le dijo: "Al final has venido, hija mía. El Señor te llama a la perfección y no puedes rechazar su llamada". 2 Y le contó el mensaje que recibió en la Plaza de San Pedro.
Por fin, Dios le había concedido a esa alma escogida la gracia de la conversión. A partir de entonces, renunció a todas las vanidades del mundo y no participó más en diversiones fútiles, encontrando su mayor consuelo y alegría en la oración.
El comienzo de una nueva vida
Empezaba así para esta bienaventurada, de condición sencilla y desconocida, una vida de oración, penitencia y austeridad.
Visiones, revelaciones, sufrimientos, curaciones y milagros serán ahora lo cotidiano en ella, sin dejar de cumplir nunca sus deberes de esposa y madre.
Siete niños bendijeron aquel hogar, tres niños y cuatro niñas. No obstante, la Providencia quiso llevarse a tres de ellos siendo aún pequeños. Como madre extremosa, velaba por la educación de los chiquillos, transformando su casa en un verdadero santuario.
El orden reinaba en cada rincón. En las paredes, símbolos religiosos dispuestos con gusto y piedad. Una lamparita se mantenía encendida continuamente en honor de María Santísima y la pila de agua bendita nunca se secaba, se abastecía todos los días para ahuyentar a los demonios.
La rutina seguía una disciplina casi monacal, con horarios de oraciones, de comidas, de conversaciones y de ocio, siempre en la armonía y paz características de una familia católica. Nunca discutió con su marido, consiguiendo mediar en las dificultades entre ambos, y jamás dejó de corregir a sus hijos, velando por su inocencia y por la salvación de sus almas.
Pío IX |
En ese día tan esperado, oyó la voz del Salvador que le decía: "Te destino para convertir a las almas pecadoras, para consolar a las personas de cualquier condición: sacerdotes, prelados e incluso a mi Vicario.
A todos los que escuchen tus palabras, los colmaré con gracias especiales... Aunque también encontrarás almas falsas y pérfidas, y serás motivo de escarnio, desprecio y calumnias.
Pero todo lo soportarás por mi amor". Ana respondió algo atemorizada: "Dios mío, ¿a quién habéis elegido para esta obra? Soy una indigna criatura". La misma voz le replicó: "Así lo quiero. Soy Yo quien te conduciré de la mano, como un cordero llevado por su pastor al altar del sacrificio".
Gracias místicas extraordinarias
Las gracias que recibió fueron singulares y especialísimas. Un tiempo después de haber sido llamada a la vía de la perfección, empezó a ver a su lado un globo de luz sobrenatural, un "sol místico", como decía ella, en donde tenía largos coloquios con el divino Creador, veía acontecimientos presentes y preveía los futuros, escrutaba el secreto de las almas y de los corazones, al igual que se ve una película o se lee un libro. Este fenómeno le acompañó hasta el final de su vida.3
En sus primeras apariciones, la luz de este "sol" tenía el color de la llama, y el disco era como el del oro.
Sin embargo, a medida que la bienaventurada progresaba en la virtud, aquel se hacía más brillante y se revestía de una luz más intensa que la de siete soles juntos. Tal resplandor estaba ante ella a una distancia de un metro y a unos veinte centímetros de su cabeza. Una corona de espinas rodeaba, horizontalmente, todo el diámetro del globo, y de ella bajaban dos espinas largas, una a la derecha y otro a la izquierda del círculo, cruzándose con las puntas arqueadas hacia abajo. En el centro de la esfera había una mujer sentada, majestuosa y con la frente levantada en dirección al cielo, contemplativa, brillando con una luz muy viva.
A respecto de este fenómeno sobrenatural, el Cardenal Pedicini, que convivió con Ana y fue su confidente a lo largo de 30 años, comentó: "Durante 47 años, día y noche, en su hogar, en la iglesia o en la calle, veía en su ‘sol', cada vez más brillante, todas las cosas físicas y morales de esta Tierra; penetraba en los abismos y se elevaba al Cielo.
[...] Veía los lugares, a las personas tratando de negocios, sus vías políticas, la sinceridad o hipocresía de los ministros, toda la política subterránea de nuestro siglo, así como los decretos de Dios para confundir a los grandes personajes. [...] Además, ejercía un apostolado sin límites, conquistando almas, en todos los puntos del globo, preparando el terreno a los misioneros; el mundo entero fue escenario de sus trabajos".
Veía aún, en su globo de luz, a las almas que se salvaban o se perdían para siempre.
Si alguien se acercaba a ella en estado de gracia, la luz se ponía más intensa y ella sentía el perfume de la virtud. Si, por el contrario, era un alma pervertida, el globo se quedaba en tinieblas y ella sentía el mal olor del pecado.
Era procurada por gente del pueblo, por nobles, diplomáticos o eclesiásticos que le pedían consejos para los más variados campos de la espiritualidad y de la vida humana.
Por mucho que le ofrecían alguna cosa a cambio de su ayuda, la rechazaba con total desprendimiento y humildad, diciendo: "No sirvo a Dios por interés. [...] Me confío a
Él, que provee, cada día, mis necesidades". Todos la respetaban y la temían, pues en su propio físico reflejaba la nobleza de su alma: una sencillez doméstica con porte de reina.
Dones especiales: curaciones y milagros, visiones y previsiones
En cualquier momento o lugar era arrebatada en éxtasis, pero también padeció todo tipo de enfermedades, quedando en cama largos períodos, sin poder ir a la iglesia. Por eso recibió autorización del Papa Gregorio XVI para tener un oratorio privado en su propia casa.
Fueron innumerables, igualmente, los hechos de la vida cotidiana que atestiguaban sus dones especiales, sobre todo los de curaciones y milagros. Un día, por ejemplo, su nieta se metió un hueso de ciruela en un ojo, perdiendo la vista casi por completo. La beata Ana hizo la señal de la cruz sobre el ojo de la niña, con aceite de la lamparita que mantenía encendida en casa, y la curó hasta el punto de poder ir a la escuela ya al día siguiente. Su esposo también fue objeto de su acción milagrosa.
Una mañana de invierno tuvo un ataque apopléjico, cuando se encontraba en la iglesia de San Marcelo. Con sus oraciones, Ana le obtuvo la curación prodigiosa e instantánea.
En su misterioso "sol", previó varios hechos, entre ellos la elección de muchos Papas, posteriores a Pío VII, y predijo acontecimientos que tendrían lugar en sus respectivos pontificados.
El cuerpo de la Beata Ana María Taigi permanece incorrupto en Roma, en la iglesia de San Crisógono, de los trinitarios |
Víctima de amor por la Iglesia hasta el final
La bienaventurada fue "la víctima de la Iglesia y de Roma", declaran quienes convivieron de cerca con ella: el confesor, fray Filippo di San Nicola, su confidente y director espiritual, el Cardenal Pedicini, y el propio Mons. Raffaeli Natali.
Su amor a la Iglesia la consumía. Y muchas veces la Providencia le pedía sufrimientos por el bien del Cuerpo Místico de Cristo sin revelarle exactamente sus fines.
En uno de sus éxtasis, María Santísima le dictó una oración que se hizo conocida por medio del Cardenal Pedicini, quien la presentó a Pío VII, el cual la aprobó y enriqueció con indulgencias. Esta oración pide por la Iglesia, terminando con las siguiente palabras: "Obtenme este gran don, que el mundo entero no sea sino un solo pueblo y una sola Iglesia".
En su última enfermedad, quiso el Señor hacerla partícipe de sus dolores en las últimas horas de la Cruz, sufriendo el abandono total. Después de recibir el Santo Viático un miércoles y la Extrema Unción al día siguiente, sintió los dolores de la muerte. Sin embargo, todos pensaron que aún no había llegado su fin, y la dejaron tranquila y sola. En la madrugada del viernes, el 9 de junio de 1837, Mons. Natali tuvo la premonición de su agonía y fue a la casa de la enferma, encontrándola sola, en sus últimos momentos. Rezó las oraciones de la Iglesia para esta hora extrema, le dio la última absolución y la bienaventurada partió hacia la Mansión Celestial.
La vida de Ana María Taigi fue una respuesta divina al racionalismo y escepticismo reinantes por entonces, al orgullo de los poderosos y al materialismo del siglo: "El Señor se burla de los insolentes y concede su favor a los humildes" (Pr 3, 34).
Su cuerpo permanece incorrupto en la iglesia de San Crisógono, de los trinitarios de Roma, como para testimoniar la victoria de la Iglesia, vista en su "sol" luminoso: "El Señor quiere purificar el mundo y su Iglesia, para la que prepara un renacimiento milagroso, triunfo de su misericordia".
Pidamos que esta victoria venga cuanto antes y se haga oír, en este mundo secularizado y olvidado de las cosas de lo Alto, el mensaje que su vida encierra: "Dios existe, lo sobrenatural existe".
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1 Todas las citas de este artículo entre comillas, salvo que se indique lo contrario, han sido extraídas de BESSIÈRES, SJ, Albert. La bienheureuse Anna- Maria Taïgi . Mère de Famille. 7ª ed. Montsûrs: Résiac, 1987; omitiéndose la referencia de la página. Para la presente redacción también fueron usadas como fundamento biográfico las siguientes fuentes: BOUFFIER, SJ, Gabriel. La vénérable servante de Dieu, Anna Maria Taïgi . D'après les documents authentiques du procès de sa béatification. 6ª ed. París: Pierre Téqui, 1935; PARODI, Marino. Anna Maria Taïgi, mystique, épouse et mère . Hauteville: Du Parvis, 2009; LORIT, Sergio C. La sainte aux sept enfants. Montréal: s. n., 1984. Traduit du livre italien LITALIEN, O.SS.T. Marcel. Taïgi, la santa con sette figli. Roma: Città Nuova, 1964.
2 PORTERO, Luis. Beata Ana María Taïgi. In: ECHEVERRÍA, Lamberto, LLORCA, Bernardino, BETES, José Luis (Org.). Año Cristiano . Madrid: BAC, 2004, v. VI, p. 238.
3 Este tipo de gracia es definida por la teología como gracias gratis datæ , y según Santo Tomás, estas gracias son así llamadas porque sobrepasan la capacidad natural y los méritos personales de quien las recibe, y no tiene como finalidad primordial la santificación del propio depositario, sino para que éste coopere con la santificación del otro (Cf. SANTO TOMÁS DE AQUINO. Suma Teológica , I-II, q. 111, a. 1).
Miles de católicos en Vietnam celebran la Asunción de María en Santuario de La Vang
Ciudad de Ho Chi Minh (Sábado, 16-08-2012, Gaudium Press) El Santuario Mariano de La Vang, en la provincia de Quang Ti de Vietnam, acogió la peregrinación de decenas de miles de católicos con motivo de la fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen, el pasado 15 de agosto. La Eucaristía solemne fue presidida por el Delegado Pontificio, Mons. Leopoldo Girelli, y concelebrada por los Arzobispos y Obispos de siete diócesis del país, además de unos 200 sacerdotes.
La Basílica de Nuestra Señora de La Vang, destruida en 1972. A la derecha, imagen de la Santísima Virgen en el lugar de la aparición en 1798. |
Las decenas de miles de fieles católicos presentes en la celebración peregrinaron desde todas las regiones del país al que es el Santuario Mariano más importante del país, donde se recuerda la aparición de la Virgen María a los católicos que, huyendo de la persecución del rey Son Tay Canh, se refugiaron en los bosques de La Vang, en 1798. En las duras condiciones del exilio que les produjo una grave enfermedad, Nuestra Señora se presentó, con el Divino Niño Jesús en sus brazos, mientras oraban el Rosario. Nuestra Señora los consoló y les enseñó a preparar la medicina para el mal que les aquejaba.
La historia de esta advocación se relaciona estrechamente a las difíciles condiciones que enfrenta actualmente la Iglesia en varias provincias de Vietnam, donde la libertad religiosa sufre grandes restricciones y las discriminaciones y ataques a los católicos son cotidianos. La multitudinaria asistencia al Santuario es un mensaje de fidelidad y comunión de los fieles católicos en medio de las dificultades y una renovación de la confianza del pueblo vietnamita en la ayuda y compañía de la Santísima Virgen en la persecución.
Con información de Asia News
Iglesia en Cuba celebra dos ordenaciones sacerdotales y restauración de histórico templo
La Habana (Sábado, 18-08-2012, Gaudium Press) En menos de una semana, la Iglesia en Cuba celebró dos hechos de gran significado: la ordenación, el pasado 11 de agosto, de dos sacerdotes que habían sido educados bajo la imposición del ateísmo y la restauración de un histórico templo que alberga una de las 29 cruces que Cristóbal Colón plantó al llegar a América. Dos signos de renovación en una Iglesia que emprende un difícil camino de recuperación bajo la dictadura comunista.
Los trabajos en la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, en Baracoa, culminaron oportunamente para su fiesta patronal celebrada el día 15. "Baracoa tiene a partir de hoy una iglesia parroquial más bella, más acogedora, como Dios y los baracoesos se merecen", afirmó el Obispo de Guantánamo-Baracoa, Mons. Willy Pino. "Una iglesia que deberá recibir a todos, amparar a todos y abrazar a todos bajo su sombra bienhechora".
La Iglesia sufre las restricciones del régimen
Los trabajos de restauración en el templo de Nuestra Señora de la Asunción. |
El prelado destacó el compromiso de los presbíteros que deben ejercer su ministerio en medio de la austeridad y las limitaciones, "reuniéndose lo mismo debajo de una mata de mangos que junto a un río, que en la sala o el patio de una casa", describió Mons. Pino. "Dios les premiará a todos estos sacerdotes y a ustedes su paciente, pero activa esperanza".
La celebración fue concelebrada por el Nuncio Apostólico, Mons. Bruno Musaró, el Presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, Mons. Dionisio García, cinco Obispos y más de 20 sacerdotes.
La fe vence la imposición del ateísmo
La escasez de templos y medios materiales es un reflejo de una grave situación espiritual: los estragos de la persecución comunista a la Iglesia y la educación radicalmente atea de varias generaciones. En medio de este ambiente hostil a la fe, la Diócesis de Santa Clara celebró la ordenación sacerdotal de dos presbíteros quienes en su juventud fueron víctimas de la imposición del ateísmo, pero cuya fe consiguió renacer y hoy da el fruto de la entrega al servicio de Dios y la Iglesia.
Los ahora sacerdotes, en el día de su ordenación como diáconos (revestidos con el alba). |
El sacerdote narró que en su escuela tenía compañeros católicos, que padecían rechazo por parte de los demás alumnos, pero que daban un buen ejemplo: "Estos para mí eran los mejores estudiantes y los más educados". Tras la muerte de su padre, cuando apenas tenía 13 años, le obligó a pensar en el sentido de la existencia y la posibilidad de una vida después de la muerte. "Por invitación de unos amigos asistí a la Iglesia y (...) desde ese momento todo en mi vida cambió, fui conociendo quién es Jesús de Nazaret", relató. "He vivido mi juventud como un joven más, con ilusiones, esperanzas. He pasado trabajos, carencias como los demás cubanos, pero con la diferencia de que sé que tengo un Dios en quien confiar, y con Él no debo temer a nada ni a nadie, pues Él siempre está junto a mí".
Para el padre Neldo Hernández, las políticas antirreligiosas significaron que su abuela, que solía llevarlo a la Iglesia, se viera obligada a dejarlo en casa. "Me recuerdo sentado en el balcón llorando porque abuela se iba sin mí a cruzar la calle (ahí donde se ve a La Virgencita)", relató. Sin embargo, después de haber vivido alejado de la fe, a los 14 regresó a la Iglesia y pidió ser bautizado, "como el hijo pródigo, vapuleado por la vida, maltrecho por elecciones propias y otras ajenas".
El P. Hernández refirió la experiencia de la fe vivida en un ambiente completamente contrario: "he descubierto que Dios se vale incluso de los muros que otros levantan para salir a nuestro encuentro. Que el caído y lejano encontrará los brazos tendidos de un Padre y extendidos de un Hijo, lo mismo que experimenté yo".
Con información de ACI.
El Papa envía mensaje a participantes de peregrinación pro vida al Santuario de Czestochowa
Santuario de Czestochowa |
viernes, 17 de agosto de 2012
La historia de 'Antonio', musulmán argelino que se convirtió al catolicismo escuchando Radio María
Autoridades invaden una capilla en Vietnam y reemplazan el Crucifijo con un retrato de Ho Chi Minh
Kon Tum (Jueves, 16-08-2012, Gaudium Press) Los católicos de Dak Pnan, Vietnam, fueron expulsados de su capilla por las autoridades locales el pasado 13 de agosto. Los fieles tuvieron que llevarse el altar, el crucifijo y la imagen de la Virgen, mientras los funcionarios instalaron retratos de Ho Chi Mihn en los lugares que ocupaban la imagen de Cristo crucificado y al Santísima Virgen. La persecución a la Iglesia continúa mientras las leyes dicen proteger la libertad religiosa en el país asiático.
Arriba: La capilla, desmantelada por las autoridades. Abajo: el Obispo de Kon Tum, Mons. Michael Hoang Duc, ora con los fieles en la capilla improvisada en la casa de una familia católica local. |
El Obispo Michael Hoang Duc, de Kon Tum, visitó el lugar el mismo día del ataque y oró con los fieles en la casa que alberga el sagrario, el altar y las imágenes sagradas. Allí se informó de primera mano sobre los acontecimientos, sobre los cuales aún se prepara una respuesta oficial. Durante su visita, animó a los fieles a continuar viviendo su fe con valentía y a trabajar por el bien común.
La capilla se edificó en 1999 con ayudas de una institución francesa y se destinó exclusivamente para usos religiosos. El poblado, en el cual viven principalmente enfermos de lepra, es visitado semanalmente por sacerdotes de otros lugares desde 2007 y la capilla era usada para las celebraciones y las actividades pastorales.
Con información de UCA News.
La Gloria inefable de María manifestada en su Asunción
"¡Oh pasión de amor!
2) Cfr. Gabriel Roschini, Instruções Marianas, Ed. Paulinas, São Paulo, p. 202.
3) D. Alastruey, Tratado de la Virgen Santísima, p. 414.
4) São Francisco de Sales, Obras Selectas, B.A.C., p. 480.
5) Cfr. Cant 6,10
Obispo norteamericano aclara aspectos de la doctrina social de la Iglesia frente a críticas a candidato católico
Madison (Jueves, 16-08-2012, Gaudium Press) Una serie de opiniones y críticas a las políticas promovidas por un político católico designado como candidato a la vicepresidencia de Estados Unidos motivaron una aclaración por parte del Obispo de Madison, Mons. Robert Morlino, sobre ciertos aspectos de la doctrina social de la Iglesia, el deber orientador de los Obispos y la misión específica de los laicos.
La recta formación de la conciencia
"No corresponde al Obispo o a los sacerdotes avalar a candidatos particulares", aclaró Mons. Morlino. "El papel de los Obispos y sacerdotes es enseñar los principios de la fe", mientras que el deber de los laicos -entre ellos los candidatos a cargos públicos- "es formar sus conciencias de acuerdo a esos principios" y de esta forma solucionar los asuntos particulares.
Mons. Robert Morlino |
Cuando se trata de los asuntos fundamentales, un católico "no puede hacer excepciones a la prohibición de actos que son intrínsecamente malos". De igual forma, "tampoco puede una conciencia bien formada por la razón o la fe católica escoger votar por alguien que clara, consciente y persistentemente promueve lo que es intrínsecamente malo", expuso el Obispo.
La misión de los laicos
Mons. Morlino explicó también que muchas decisiones políticas no involucran asuntos fundamentales o maldad intrínseca. "Cómo atender a los pobres es probablemente el mejor ejemplo actual", señaló el prelado. En este caso se persigue un fin bueno, pero existen muchas alternativas para conseguirlo, sobre las cuales se pueden presentar desacuerdos. "Nadie cuestiona el derecho de alguien a trabajar y proveer para sí mismo o su familia. Sin embargo, pueden existir diferencias sobre cómo seguir mejor los principios que la Iglesia ofrece".
Las decisiones políticas sobre estos asuntos específicos de la aplicación de la doctrina social de la Iglesia "corresponden a la misión de los laicos, no a los Obispos ni a los sacerdotes". Con esta aclaración, el prelado rechazó el juicio que, en términos religiosos, se ha hecho sobre algunas propuestas del candidato católico.
Como estas críticas se han originado en algunos casos en sectores de la Iglesia Católica, "en obediencia a la ley de la Iglesia sobre el derecho de las personas a la buena reputación", el Obispo aclara que "no tiene duda alguna" sobre el conocimiento del candidato sobre la doctrina social de la Iglesia y su cuidado en intentar aplicar sus principios de la mejor manera posible.
El prelado concluyó su declaración pidiendo a Dios que los católicos puedan profundizar su vivencia de la unidad y extendiendo su bendición sobre los fieles.
Panamá tendrá la mayor imagen de la Virgen del mundo
Santa María La Antigua |
miércoles, 15 de agosto de 2012
Santa Teresa Benedicta de la Cruz: una filósofa en busca de la Verdad
Redacción (Viernes, 10-08-2012, Gaudium Press) Edith Stein, la menor de una numerosa familia hebrea, nació el 12 de octubre de 1891 en Breslau (Alemania). Aún no cumplía dos años cuando quedó huérfana de padre. La pequeña poseía un temperamento fuerte, vivaz e independiente. Además, demostraba una inteligencia muy precoz, que le proporcionó el primer lugar de la clase durante toda su vida escolar. Miembro de una familia judía observante, Edith creía en Dios y le dirigía sus plegarias.
Joven filósofa en busca de la Verdad
Pero al llegar a la adolescencia, perdió la fe en la existencia de Dios, dejó de rezar y abandonó los estudios. Así lo declaró más tarde: "Con plena con ciencia y por libre elección, dejé de rezar. Mis ansias de conocer la verdad eran mi única oración".
A los 14 años decidió retomar los estudios con el ánimo de entrar a la universidad. Y en 1911 se matriculó no en uno, sino en tres cursos: Filosofía, Lengua Germánica e Historia. En aquellos años no era común que una mujer estudiara en la universidad, ¡y menos que una joven de 20 años tomara tres materias al mismo tiempo!
Todas las preferencias de Edith eran para la filosofía. Así, en 1913 se mudó a Göttingen para asistir a las clases de Edmund Husserl, considerado el filósofo alemán más importante de su tiempo.
La joven estudiante parecía sucumbir por completo en la crisis de fe, pues ya se declaraba atea. Pero, por muy paradojal que resulte, seguía siendo una infatigable peregrina en busca de la Verdad.
Descubre el Padrenuestro
Por su parte, la Divina Providencia la guiaba por caminos misteriosos cada vez más cerca de Dios, la Verdad Absoluta.
Finalmente, ¿qué es Dios? ¿En qué consiste esa Verdad definitiva, por la que he trazado mi vida? ¿Qué sentido tiene el sufrimiento? ¿Cómo se explica el mal? Este género de asuntos poblaba la mente inquieta de Edith. Años después afirmó: "El estudio de la filosofía es un continuo caminar al filo del abismo". Y agregó: "Yo vivía en el ingenuo autoengaño de creer que todo es taba correcto en mí, como es frecuente en personas sin fe, que viven en un tenso idealismo ético".
Atravesaba dicha situación cuando hacia 1914 realizó un análisis del Padrenuestro, no desde el punto de vista religioso, sino que para un curso de etimología. La oración la impresionó mucho, y la repasó varias veces.
En esa misma época conoció a Adolf Reinach, judío y discípulo de Husserl como ella, y que también buscaba la Verdad con fervor y rectitud. Entre ambos surgió pronto una sincera amistad, en la que participaba además Anne, esposa de Adolf. De hecho, los Reinach estaban en vísperas de su con versión al catolicismo, y eso tendría especial repercusión sobre Edith.
Enfermera voluntaria
El mismo año 1914, las actividades intelectuales en Alemania sufrieron un gran trastorno al estallar la Primera Guerra Mundial. Edith volvió a su natal Breslau y se alistó como enfermera voluntaria. "Ahora no tengo vida propia -escribió-. Todas mis fuerzas se deben al gran acontecimiento. Cuando la guerra haya pasado, y si por entonces aún sigo viva, podré pensar en mis asuntos privados". Siguió un curso de enfermería y fue destinada a un hospital militar donde, además de prestar asistencia en el quirófano, quedó a cargo de los pacientes de tifus. Su disponibilidad y entrega con los enfermos, especialmente los moribundos, le valieron la medalla de honor de la Cruz Roja.
El hospital militar cerró y Edith se trasladó a Friburgo, donde hizo su doctorado en filosofía con calificación summa cum laude (máxima con elogios).
La fuerza del ejemplo
Poco tiempo después, la Providencia puso ante sus ojos dos episodios que, a manera de flashes fotográficos, iluminaron el alma de la joven doctora en camino a la conversión.
Un día, visitando la catedral de Friburgo con simples intenciones turísticas, vio entrar a una aldeana con la cesta de la compra y arrodillarse para una breve oración. "Esto fue para mí algo completamente nuevo -confesó-. En las sinagogas y en las iglesias protestantes que he frecuentado, los creyentes acuden a las funciones del culto comunitario. Aquí, sin embargo, una persona entró en la iglesia desierta, como si fuera a conversar en la intimidad. No he podido olvidar lo ocurrido".
Otra escena sucedió en casa de un campesino católico, donde se había hospedado durante un paseo. Le causó viva impresión ver al padre de familia reunirse con sus trabajadores en la mañana para una oración antes de marchar a las labores del campo.
Por fin, la conversión
Adolf Reinach -el amigo que buscaba la Verdad al igual que ella- falleció en 1917. Visitando a su viuda, Anne Reinach, Edith quedó desconcertada al encontrarla con más esperanza que dolor. Pero al mismo tiempo se maravilló cuando ésta le comunicó su conversión y le explicó el papel de la Cruz de Cristo. "Ha sido mi primer encuentro con la cruz y con la fuerza divina que transmite a sus portadores... Fue el momento en que se desmoronó mi irreligiosidad" , confidenció más tarde.
Alrededor de 1918 leyó los Ejercicios Espirituales de san Ignacio de Loyola, llevada por un interés académico. No obstante, al percibir la densa espiritualidad contenida en esa obra, realizó los 30 días de meditaciones, de los que salió con el ferviente deseo de hacerse católica. Aun así, debió vencer algunas luchas internas antes de llegar a la conversión definitiva.
Eso ocurrió el verano de 1921. Edith fue invitada a pasar unas semanas en la finca de una amiga en Berzabern, Alemania. Una noche, sola en la casa, tomó sin mayor interés un libro de la biblioteca. Dios colocaba en sus manos la "Vida de santa Teresa de Ávila, escrita por ella misma". "Me puse a leerlo -contará después- y de golpe quedé cautivada y no me detuve hasta el final. Cuando cerré el libro, me dije: ¡Aquí está la verdad!".
Luego de buscar en vano la Verdad en los libros y los razonamientos filosóficos, la encontró en la historia vibrante de amor de la gran mística re formadora del Carmelo, cuyo ejemplo todavía perfumaba las almas a cinco siglos de su muerte.
Al día siguiente, Edith compró un catecismo y un misal y, después de estudiar meticulosamente su contenido, asistió por primera vez a misa, luego de la cual buscó al párroco para pedir el bautismo, que recibió pocos meses después, el 1 de enero de 1922.
Profesora apostólica
No fue por casualidad que la Virgen María puso en manos de esa alma excepcional la autobiografía de la gran santa Teresa. Desde el día de su conversión se sintió tan poderosamente llamada a la vida contemplativa en la Orden del Carmen, que dejó atrás todas sus pretensiones mundanas y empezó una vida de carmelita tanto como las circunstancias se lo permitían.
Sin embargo, su director espiritual, Mons. Canon Schwind, creyó más provechoso para la Iglesia que ella empleara sus talentos en el apostolado laico, y la invitó a enseñar alemán e historia en el Instituto de Educación de Santa María Magdalena, en Spira. Edith hizo in pectore los votos de pobreza, obediencia y castidad y se volcó a la enseñanza. La Fräulein Doktor (se ñorita doctora), como se hizo conocida, se expresaba a la perfección en seis idiomas, a la vez que conocía y traducía con facilidad las obras de santo Tomás de Aquino.
Pero, más que dar clases, se empeñaba en "ayudar a las alumnas a mo dear su vida según el espíritu de Cristo" . Y persuadida que "Fray Ejemplo es el mejor predicador", hacía su apostolado principalmente a través de una auténtica vida de piedad: pasaba horas arrodillada ante Jesús Sacra mentado como si nada más hubiera en el mundo, y tenía una profunda devoción al Sagrado Corazón de Jesús y a la Virgen María.
Oradora y catedrática
Entre 1928 y 1933, por iniciativa de un insigne sacerdote, recorrió Europa dando conferencias sobre el papel de la mujer católica en el ámbito familiar y social, ofreciendo como modelo a María, la Virgen Madre. En 1932 fue nominada a la cátedra de antropología en el Instituto Alemán de Pedagogía Científica de Münster. Pero los maléficos vientos del nazismo soplaban ya; apenas un año más tarde perdió el puesto por su ascendencia judía.
Una novicia camino a la santidad
Si la arbitraria dimisión fue un bien o un mal para ella, no es algo que analizaremos en este artículo. Lo concreto es que el 14 de octubre ingresó al Carmelo de Colonia. En abril de 1934 tuvo lugar la toma de hábito. Edith Stein moría a este mundo y nacía una nueva esposa de Cristo: la hermana Teresa Benedicta de la Cruz.
El noviciado no fue fácil pues ya tenía 43 años, y entre las hermanas su ciencia no interesaba mucho. Además, el trabajo manual era parte importante de la vida monástica y la hermana Teresa era muy torpe... La maestra de novicias no dejaba de reprenderla en las ocasiones oportunas, pero jamás se mostró resentida. Sabía que esos pequeños sacrificios formaban parte del camino a su santificación y los tomaba con serenidad.
La muerte de su madre en 1936 dejó a su hermana Rosa libre para recibir el bautismo que deseaba Sta Teresa Benedicta de la Cruz - Edith Steinardorosamente, y para ser recibida en el mismo monasterio de Colonia como terciaria carmelita. Ambas mujeres permanecerán unidas hasta la muerte.
"Los judíos católicos, nuestros peores enemigos"
En la segunda mitad de la década de 1930, la beligerancia entre el partido nazi y la doctrina católica fue haciéndose más reñida. El gobierno encabezado por Hitler perseguía solapadamente a la Iglesia. Cuando en 1937 el Papa Pío XI condenó de manera contundente al nazismo con la Encíclica Mitbren nender Sorge ("Con ardiente preocupación"), creció la animosidad de los hitlerianos: la campaña anticlerical se agudizó, muchos obispos fueron agredidos en público y miles de fieles fueron deportados a los campos de concentración.
Para evitar que su presencia hiciera peligrar el Carmelo de Colonia, la hermana Teresa Benedicta pidió ser trasladada a algún convento fuera de Alemania. Antes que atendieran su petición, delegados del gobierno nazi violaron la clausura del monasterio en su búsqueda. Ante eso, fue transferida apresuradamente al Carmelo de Echt, en Holanda. Un año y medio después llegó también su hermana Rosa.
En julio de 1942, los obispos holandeses asumieron formalmente una postura contraria al nazismo, en protesta por la injusta persecución a los judíos. La reacción del régimen nazi no se hizo esperar: el 2 de agosto la Gestapo sacó del convento a las dos hermanas, que fueron deportadas al campo de Amersfoord, al norte de Holanda, junto a otros 242 judíos católicos. El Comisario General Schmidt reconoció públicamente que la tiránica medida se había tomado a raíz de la valerosa actitud del Episcopado: "Como el clero católico no se deja disuadir por ninguna negociación, nos vemos forzados a considerar a los judíos cató licos como nuestros peores enemigos, y por esta razón, a deportarlos al Este lo más rápido posible".
Parecía una imagen de la Pietà pero sin Cristo
Fácil resulta comprender el desánimo y hasta la desesperación que minaban a esos infelices, brutalmente arrancados de sus hogares y llevados hacia un campo de concentración en vagones de carga. Pero la hermana Teresa no se dejó abatir. Durante los pocos días pasados en ese sitio, se mantuvo gallardamente revestida con su hábito carmelitano, impresionando a todos con su fortaleza de ánimo, serenidad y recogimiento. Todo el tiempo que la "Monja Alemana", como era llamada, no pasaba en oración, lo empleaba en consolar a los afligidos, reconfortar a las mujeres y cuidar a los niños. Era una "Pietà sin Cristo", como declaró un sobre viviente.
Muerta por odio a la fe católica
El 7 de Agosto, los verdugos del gobierno embarcaron a sor Teresa Benedicta y a su hermana Rosa -junto a un centenar de otros judíos- en un convoy hacia el campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau (Polonia). El tétrico viaje duró casi tres días, sin agua ni comida. El día 9, inmediatamente después de llegar, fueron introducidas en una cámara de gas. Luego, sus cuerpos fueron cremados y las cenizas esparcidas en los campos.
Edith Stein Edith Stein murió víctima del odium fidei del régimen hitleriano. El P. Hopster, SVD, lo afirma claramente: "Luego de haber oído las explicaciones del comisario Schmidt, es posible declarar que los religiosos arrestados en la ocasión fueron muertos en testimonio de la fe. Su prisión se determinó por odio a las palabras de nuestros obispos. Eran, pues, los obispos y la Iglesia los apuntados y alcanzados con la deportación de los religiosos y católicos de origen judaico".
Solamente en 1947 las carmelitas de Echt y Colonia recibieron noticias seguras sobre la muerte de santa Teresa Benedicta de la Cruz, y pudieron avisar a las demás casas de la Orden: "No la busquemos más sobre la tierra, sino junto a Dios a quien fue agradable su sacrificio, haciéndolo fructificar a favor del pueblo por el que rezó, su frió y murió".
La conclusión del libro "La Ciencia de la Cruz"
Todos los momentos libres de su vida como carmelita, y también parte de la noche, sor Teresa Benedicta los dedicaba a la redacción de la obra "La Ciencia de la Cruz", que le había sido encomendada para conmemorar el cuarto centenario del nacimiento de san Juan de la Cruz. Pero no llegó a concluirla.
O más bien, sí la terminó, pero no en el papel: realizó la conclusión por medio de la entrega de su propia vida. Al igual que la Verdad eterna se manifestó al mundo plenamente en un Hombre, Jesús, y no escrita en un libro.
Puede decirse de ella lo que afirmó de sí mismo el Apóstol de los Gentiles: combatió el buen combate, recibió la corona de gloria. Fue canonizada en 1998 y, al año siguiente, proclamada copatrona de Europa junto a santa Brígida y santa Catalina de Siena.