miércoles, 22 de agosto de 2012

"La grandeza de creer": Mons. Fisichella convoca a transmitir la fe también con las "razones del corazón"

Madrid (Sábado, 18-08-2012, Gaudium Press) Verano es tiempo de descanso y también oportunidad para leer y para meditar con más tiempo, aquello que se lee. Es lo que me aconteció ayer tarde, cuando me cayó en las manos el interesantísimo artículo de Mons. Rino Fisichella publicado en L´Obsservatore Romano, al inicio de este estival mes de agosto. El presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización recuerda varias intervenciones de S.S. Benedicto XVI y nos coloca a los lectores ante una cuestión de palpitante actualidad.

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Mons. Fisichella
Bajo el título "La grandeza de creer" el Arzobispo señala que "se puede hablar de fe como si se tratara de fórmulas químicas sabidas de memoria. Sin embargo, si falta la fuerza de la opción sostenida por una confrontación con la verdad sobre la propia vida, todo se resquebraja. La fuerza de la fe es alegría de un encuentro con la persona viva de Jesucristo que cambia y transforma la vida. Saber dar razón de esto permite a los creyentes ser nuevos evangelizadores en un mundo que cambia".

La coherencia entre aquello que se cree y la vida diaria es recordada por Mons. Fisichella, una vez que vivimos en una época en que los modelos y ejemplos a seguir son cada día más necesarios. Los jóvenes de hoy buscan seguir a alguien. Ese alguien con mayúscula es Jesucristo pero también es verdad que le seguirán a Él con más facilidad en la medida en que sus discípulos sean creíbles. "El mundo contemporáneo -señala el citado Arzobispo- tiene hambre de testigos. Siente una necesidad vital de testigos porque busca coherencia y lealtad" concluyendo que "una fe que conlleva las razones del corazón es más convincente, porque tiene la fuerza de la credibilidad. Así pues, el desafío es poder conjugar la fe vivida con su inteligencia y viceversa".

Saber razonar aquello que se cree y dar las razones por las cuales se cree es sin duda una de las tareas pendientes en muchos cristianos. Porque como bien señala Mons. Rino, "sin una sólida reflexión teológica capaz de presentar las razones de creer, la opción del creyente no es tal. Se queda en una cansina repetición de fórmulas o de celebraciones, pero no conlleva la fuerza de la convicción. No es sólo cuestión de conocimiento de contenidos, sino de libertad".

El núcleo de la crisis de la Iglesia es una crisis de fe

La verdad nos hace libres y esa verdad es necesario que presente una nueva vitalidad en nuestros tiempos de crisis. A la Curia Romana se lo ha recordado el Papa en su discurso del 25 de diciembre pasado: "El núcleo de la crisis de la Iglesia en Europa es la crisis de fe. Si no encontramos una respuesta para ella, si la fe no adquiere nueva vitalidad con una convicción profunda y una fuerza real gracias al encuentro con Jesucristo, todas las demás reformas serán ineficaces".

Verano es también tiempo para procurar pensar sobre la Fe, sobre la salida para las crisis más profundas que nos azotan, porque como dice el Papa Ratzínger "no serán las tácticas las que no salven... sino una fe pensada y vivida de un modo nuevo".

Es el reto del próximo Sínodo de octubre. Es el reto que todos los cristianos tenemos delante.
Gaudium Press / Rafael Ituarte Pujol

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