viernes, 10 de agosto de 2012

En medio de la guerra, sacerdote sirio relata cómo experimenta la importancia de su misión

Damasco (Miércoles, 08-08-2012, Gaudium Press) Un sacerdote sirio contactado telefónicamente por Ayuda a la Iglesia Necesitada describió la situación actual de los católicos en Siria y cómo evidencia la radical importancia de la misión sacerdotal en los momentos más oscuros de la violencia. "Tenemos que infundir fe y esperanza, aún si la explosión de una bomba nos hace sentir miedo", afirmó.

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El conflicto en Siria continúa y, mientras las naciones discuten si se adelantan acciones internacionales para detener la guerra, los sacerdotes se convierten en una valiosa ayuda para los pobladores que afrontan los sufrimientos de la guerra. La situación es desoladora para los presbíteros: "El sábado sufrimos cuatro ataques de bombas. Estaba en otra área de la ciudad (Damasco) y quería regresar a casa cuando escuché la primera bomba. Como era imposible encontrar transporte, tuve que regresar a pie", relató el sacerdote.

"Sentía como si estuviera en un mundo surreal. La mayoría de negocios estaba cerrada y solo unos pocos atendían: la gente que necesitaba hacer un poco de dinero para sobrevivir", continuó el presbítero. "Mientras caminaba, reiteradamente escuchaba el lamento unánime: "Oh, mi Dios", una expresión típica árabe".

La situación de desolación es todavía más angustiosa en la ciudad de Aleppo, y es precisamente allí donde se concentran más cristianos, que huyeron desde otras regiones en conflicto. "Los sacerdotes están haciendo un trabajo extremadamente importante. Su presencia es una fuente de consuelo y alimento espiritual para los que sufren".

En un entorno trágico, brilla con mayor esplendor el valor de la fe. "En la situación que vivimos se hace claro que la religión no es en absoluto algo arcaico, obsoleto o simplemente un asunto privado, como nos dicen tan a menudo", afirmó el sacerdote. "la gente no puede hacer nada, no pueden generar cambios políticos. Pero ellos necesitan apoyo espiritual que les devuelva la paz en sus corazones".

Y es precisamente cuando fallan todas las posibilidades humanas que el ministerio sacerdotal puede ofrecer una ayuda singular. "En mi sermón del domingo me he esforzado para asegurarme que los fieles que están llevando grandes cargas puedan volver a casa sintiéndose un poco más ligeros. Es importante recordarle a la gente que no somos sólo una sustancia física. El espíritu es mucho más que eso".

El clérigo también expresó sus preocupaciones y su cansancio por la dureza de la situación. Relató que lo más difícil para él es mantener su sonrisa y evitar hablar del miedo y el dolor que siente para concentrarse en la esperanza. "Todos queremos que esto se detenga", expresó. Contó que encuentra ánimo en la lectura del Salmo 33 ("Evita el mal y haz el bien, busca la paz y persíguela") y la frase de Santa Teresa de Ávila: "Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda, quien a Dios tiene nada le falta: sólo Dios basta".

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