Roma (Viernes, 10-08-2012, Gaudium Press) En los domingos y días festivos, el Papa Juan XXIII comenzó a rezar -antes de dar la bendición a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano- una antigua y corta oración dedicada a Nuestra Señora, el Ángelus (El Ángel del Señor anunció a María...).
Él estaba iniciando una costumbre que hasta hoy persiste, que se tornó una tradición y forma parte de la agenda cotidiana del Papa.
Una oración que cada semana millares de fieles aguardan ansiosamente para rezarla con el Papa |
Con el Papa Benedicto XVI sucede el mismo fenómeno. Todos los domingos, millares de fieles aguardan ansiosamente el aparecimiento del Papa en una de las ventanas del Palacio Pontificio. Exactamente al mediodía ellos rezan con el Santo Padre la Oración del Ángelus. E incluso como ahora, estando en Castel Gandolfo -residencia de verano de los Pontífices- la escena ocurre: multitudes de fieles buscan estar junto a su Pastor para rezar con él.
Papa Benedicto XVI durante la oración del Ángelus |
Si está haciendo frío o calor, si la lluvia cae o el sol resplandece, eso poco importa: lo importante es rezar con el Papa.
¿Pero, qué viene a ser el Ángelus? Es una oración mariana que recuerda el momento de la Encarnación de Nuestro Señor Jesucristo en el seno purísimo de la Virgen María. Recuerda la ocasión en que el arcángel Gabriel dijo a la Santísima Virgen que ella había sido escogida para ser la Madre del Salvador.
Desde los primeros tiempos del cristianismo, existe la piadosa costumbre de recordar este instante de la vida de Nuestra Señora. Los siglos pasaron y surgió la tradición de rezar con esa recordación tres Ave Marías en honor a la Madre de Dios.
A partir del siglo XVI fueron juntadas a esas Ave Marías tres frases que recuerdan verdades evangélicas referentes a Nuestra Señora.
El único momento del año en que no se recita el Ángelus es después de la Semana Santa.
Durante el período Pascual él es substituido por otra oración mariana, el Regina Coeli. Una oración que recuerda la resurrección de Nuestro Señor y las alegrías de María, siendo rezada hasta la fiesta de Pentecostés.
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