Roma (Jueves, 03-05-2012, Gaudium Press) Hoy de mañana, en el 50° aniversario de nacimiento de la Facultad de Medicina y Cirugía de la Universidad Católica del Sagrado Corazón, Benedicto XVI fue al Policlínico Gemelli en visita y afirmó que "sin amor, hasta la ciencia pierde su nobleza" porque "solo el amor garantiza la humanidad en la investigación". El tema de la crisis del pensamiento en la investigación y el servicio a los enfermos estaban presentes en el discurso proferido a los profesores, pacientes, cardenales y autoridades italianas presentes.
En el tiempo en que el hombre se siente potente y al mismo tiempo vive la crisis profunda que no solamente toca la economía y la cultura, sino también la ciencia, el Pontífice reafirmó el verdadero sentido de la pesquisa. "De hecho, en el fondo del difuso optimismo del conocimiento científico ronda la sombra de una crisis del pensamiento". Esta crisis deriva de una investigación privada del interés en lo Absoluto. "El hombre de nuestro tiempo - observó el Santo Padre - vive muchas veces condicionado por el reduccionismo y relativismo, que lo llevan a perder el sentido de las cosas" y, "paradójicamente, la propia cultura positivista, excluyendo del debate científico la pregunta sobre Dios, determina el declive del pensamiento y la debilidad de la capacidad de la inteligencia de lo real". El Papa hizo votos de que la "cultura redescubra el vigor del significado y el dinamismo de la transcendencia", el recíproco diálogo entre la ciencia y la fe.
El segundo tema del discurso fue el servicio a los enfermos. "La cura de aquellos - dijo - que sufren es por tanto el encuentro cotidiano con el rostro de Cristo, y la dedicación de la inteligencia y del corazón son señales de la misericordia de Dios y de su victoria sobre la muerte". Esto sea también la misión de una Universidad Católica, continuó el Papa, que es "llamada hoy a ser una institución ejemplar que no reduce lo aprendido a la funcionalidad de un éxito económico", un lugar en el cual "el humanismo no es un "slogan" retórico, sino regla vivida de la dedicación cotidiana". Al final del discurso el Santo Padre saludó de modo cordial a los pacientes.
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