Publicado 2010/09/23
Autor : Gaudium Press
Originario de la ciudad de Pietrelcina, al sur de Italia, el Padre Pio vivió en plenitud su vocación de colaborar en la redención del hombre. Gracias a sus virtudes y a su espíritu de oración, gozó en vida de una notable fama de santidad
Bogotá (Jueves, 23-09-2010, Gaudium Press) "El padre Pío fue generoso dispensador de la misericordia divina, poniéndose a disposición de todos a través de la acogida, de la dirección espiritual y especialmente de la administración del sacramento de la penitencia (...) El ministerio del confesonario, que constituye uno de los rasgos distintivos de su apostolado, atraía a multitudes innumerables de fieles al convento de San Giovanni Rotondo. Aunque aquel singular confesor trataba a los peregrinos con aparente dureza, estos, tomando conciencia de la gravedad del pecado y sinceramente arrepentidos, volvían casi siempre para recibir el abrazo pacificador del perdón sacramental"; estas fueron algunas de las palabras con las que el Papa Juan Pablo II resaltó la vida de santidad del Padre Pio de Pietrelcina -santo de que la iglesia conmemora hoy- en la homilía de la ceremonia de su canonización, celebrada en la Plaza de San Pedro el 16 de junio de 2002.
Nacido el 25 de mayo de 1887 en Pietrelcina, ciudad de la provincia de Benevento al sur de Italia, fue bautizado con el nombre de Francisco justo al día siguiente de su nacimiento. Sus padres, Grazio Forgione y María Giuseppa De Nunzio, le inculcaron desde temprana edad el amor a Jesús, tanto así que a la edad de 12 años, recibió el Sacramento de la Confirmación y la Primera Comunión.
A sus 16 años, en 1903, el joven Francisco decidió ingresar al noviciado en la Orden de los Frailes Menores Capuchinos en Morcone, donde recibió el nombre de Fray Pío, vistiendo desde ese momento el hábito capuchino. A finales de ese mismo año emitió la profesión de los votos simples y en 1907, la profesión solemne. Su ordenación sacerdotal fue en Benevento el 10 de agosto de 1910. En 1916, luego de permanecer por 6 años con su familia por motivos de salud, el Padre Pío es enviado al Convento de San Giovanni Rotondo, donde permaneció hasta su muerte y vivió en plenitud su vocación de colaborar en la redención del hombre.
"En los libros buscamos a Dios, en la oración lo encontramos. La oración es la llave que abre el corazón de Dios"
Pío de Pietrelcina fue ante todo un hombre de fe dedicando gran parte de su jornada a la oración, no en vano el Santo italiano solía decir: "En los libros buscamos a Dios, en la oración lo encontramos. La oración es la llave que abre el corazón a Dios". Pero, la Eucaristía era parte primordial de su día y de su vida, convirtiendo a la celebración de la Santa Misa en el momento cumbre de su actividad apostólica.
San Pío, también es recordado como gran confesor y guía espiritual, ya que acogió, por más de 50 años, a centenares de personas que acudían a su confesonario en busca de consuelo y de un consejo. Igualmente, fue un hombre de una inmensa caridad, especialmente con los dolores y dificultades que padecían las familias pobres. Este compromiso con los más necesitados se vio reflejado con la fundación, en 1956, de la "Casa del Alivio al Sufrimiento".
Por su enfermedad, el Padre Pío comprendió que su camino era la Cruz, aceptándola con amor y valor. Por mucho tiempo el santo experimentó los sufrimientos del alma y del cuerpo, soportando con gran serenidad los dolores de sus llagas. Su fallecimiento ocurrió el 23 de septiembre de 1968, a la edad de 81 años.
Su fama de santidad en vida fue tal que no tardó en ser beatificado por Juan Pablo II el 2 de mayo de 1999, y canonizado por el mismo Pontífice el 16 de junio de 2002.
viernes, 24 de septiembre de 2010
Padre Pío de Pietrelcina: el santo que se glorió en la Cruz del Señor
Etiquetas: heraldos del evangelio, uruguaay, uruguauy, uruguay, uruuguay
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