martes, 3 de julio de 2012

En la Solemnidad de San Pedro y San Pablo y Día del Papa


El Nuncio Apostólico en Uruguay rogó para que Dios sostenga al Papa en las circunstancias difíciles del mundo contemporáneo

En la tardecita de esta jornada, Solemnidad de los apóstoles Pedro y Pablo, en la Catedral de Montevideo se celebró una Eucaristía para orar en su día por el Sucesor de Pedro, el Papa Benedicto XVI. La Misa fue presidida por el Arzobispo de Montevideo y concelebrada por sus Obispos Auxiliares, Mons. Milton Tróccoli y Mons. Daniel Sturla y el Nuncio Apostólico en Uruguay, Mons. Anselmo Pecorari.

Al finalizar la Eucaristía, el representante del Papa en Uruguay, dirigió un saludo a los presentes, en el que pidió al Señor “que proteja a nuestro Sumo Pontífice Benedicto Dieciséis y lo sostenga en el cumplimiento de su Ministerio Petrino, en circunstancias a veces tan difíciles como las del mundo contemporáneo en el que vivimos”. “Pidamos al Señor que ayude a Su Vicario a ser la “Piedra” sobre la que está construida la Iglesia; que le conceda ser el timonel firme y seguro de la barca, que es la Iglesia Católica; que le regale salud y serenidad”, invitó.

En su mensaje a los feligreses presentes en la Catedral Metropolitana, Mons. Pecorari explicó que sus primeras responsabilidades son de carácter eclesial, pastoral, misionero. “El primer deber del Nuncio es precisamente este servicio a la Comunión, que se traduce en el servicio al Ministerio del Sucesor del Apóstol Pedro, y en el servicio a las Iglesias locales, a las que el Nuncio Apostólico es enviado por el Santo Padre”, acotó el Nuncio Apostólico.

Mons. Pecorari destacó que “junto a este primer servicio de carácter eclesial, el Nuncio Apostólico cumple también una función en el ámbito de la sociedad civil, de parte del Santo Padre”. No obstante, precisó que “esta dimensión diplomática es una consecuencia lógica de la dimensión pastoral, y no debe ser colocada por encima de ella”.

Saludo final para la Misa en la Catedral de Montevideo
EN LA FIESTA DEL PAPA - SAN PEDRO Y SAN PABLO - 29 de junio de 2012

Agradezco de corazón a S. Ex. Mons. Nicolás Cotugno, Arzobispo de esta querida Arquidiócesis de Montevideo, por haberme invitado a concelebrar esta Eucaristía con él - Pastor de esta porción del Pueblo de Dios que está en Montevideo - y con sus primeros colaboradores, los dos Obispos Auxiliares. Es para mí una gracia participar en esta Eucaristía junto a ustedes, sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas y laicos, en la Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo que, en los albores de la difusión del Evangelio, fueron columnas de la Iglesia naciente, en Roma, centro de la Iglesia Católica.

Como Nuncio Apostólico, representante del Santo Padre en el Uruguay, con mi presencia deseo ser hoy testigo y signo viviente de la profunda unión que existe entre la Iglesia Madre, que está en Roma - congregada en torno al sucesor del Apóstol Pedro, el Papa, Pastor universal y centro de la comunión eclesial - y esta Iglesia particular de Montevideo. A la luz del Motu Proprio del Papa Pablo Sexto, Sollecitudo Omnium Ecclesiarum, resulta claro que, siendo el Papa el centro de la comunión entre las Iglesias en la única Iglesia Católica, también cada Nuncio Apostólico tiene el deber - que no significa un peso, sino un gozoso servicio - de promover la comunión de las Iglesias particulares con la Iglesia que está en Roma, guiada y gobernada por Su Pastor. El primer deber del Nuncio es precisamente este servicio a la Comunión, que se traduce en el servicio al Ministerio del Sucesor del Apóstol Pedro, y en el servicio a las Iglesias locales, a las que el Nuncio Apostólico es enviado por el Santo Padre.

Las primeras responsabilidades del Nuncio son, entonces, de carácter eclesial, pastoral, misionero. Su servicio, en la Iglesia Católica, es el de favorecer los vínculos fraternos del Papa, Pastor Universal, con la vida de las Iglesias locales de la Nación donde él reside, para sostenerlas, favorecerlas y  ayudarlas. Al mismo tiempo, él hace presente al Santo Padre la realidad de esas Iglesias, y hace conocer al Sumo Pontífice la situación de las Iglesias locales. Por esto, el Nuncio, en los diversos Países del mundo en los que realiza su servicio, vínculo de comunión en el mosaico de la Iglesia Católica, es llamado a tener una gran sensibilidad pastoral y misionera, para poder servirlos, favoreciendo la catolicidad de las distintas iglesias particulares, y enriqueciendo así a la única familia, que es la Iglesia Católica, reunida en torno al Santo Padre, Sucesor del Apóstol San Pedro. Por eso, el Nuncio es llamado “Apostólico”.

Junto a este primer servicio de carácter eclesial, el Nuncio Apostólico cumple también una función en el ámbito de la sociedad civil, de parte del Santo Padre. En su cargo de Embajador de la Santa Sede y miembro del Cuerpo Diplomático, mantiene relaciones de diálogo con las Autoridades y las personas del Estado en el que habita, y busca el bien común, con todos los integrantes de la sociedad donde vive, comenzando por los jóvenes y los más necesitados. Algunos ponen en primer lugar este aspecto, de carácter “diplomático”, que tiende a favorecer el diálogo, la paz, la justicia, la libertad, el bien común de los Pueblos. Pero hay que decir que esta dimensión diplomática es una consecuencia lógica de la dimensión pastoral, y no debe ser colocada por encima de ella.

Por tanto, queridísimos hermanos, es una alegría, un privilegio y un honor, en este día de la Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, día en el que recordamos especialmente al Santo Padre, sentirme unido a ustedes en la oración que dirigimos al Señor para que proteja a nuestro Sumo Pontífice Benedicto Dieciséis y lo sostenga en el cumplimiento de su Ministerio Petrino, en circunstancias a veces tan difíciles como las del mundo contemporáneo en el que vivimos. Pidamos al Señor que ayude a Su Vicario a ser la “Piedra” sobre la que está construida la Iglesia; que le conceda ser el timonel firme y seguro de la barca, que es la Iglesia Católica; que le regale salud y serenidad. Por nuestra parte, colaborando hoy también con nuestra oferta generosa al Óbolo de San Pedro, ayudamos al Santo Padre a sostener a los fieles católicos y a todos los hombres y mujeres del mundo que se encuentran en situación de necesidad. Finalmente, les pido también que rueguen por el Nuncio Apostólico, para que sea un digno representante del Papa en el Uruguay.
  

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