martes, 24 de abril de 2012

En el centenario de la tragedia del Titanic, tres sacerdotes son recordados

Washington (Lunes, 23-04-2012, Gaudium Press) El legendario caso del Titanic todavía hoy es recordado con mucha curiosidad, sobre todo en nuestros días, cuando se cumplen 100 años del naufragio. De entre las varias historias contadas por los sobrevivientes hay una sobre tres sacerdotes que por distintos motivos se encontraban a bordo del inmenso navío en la noche en que este colisionó con un iceberg.

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Los padres Juozas Montvila, Joseph Peruschitz y Thomas Byles
Los presbíteros heroicamente ayudaron a los pasajeros a subir a los botes salvavidas y administraron los sacramentos a las víctimas del desastre.

Padre Juozas Montvila

El más joven de los tres nació en 1885 en Lituania, el Padre Juozas Montvila. Se dirigía a los Estados Unidos para servir a las comunidades de inmigrantes lituanos en Nueva York o en Massachusetts.

Según testimonios de sobrevivientes, el sacerdote "siguió su llamado hasta el fin", ofreciendo su vida para ayudar a otros pasajeros a salvar las suyas. Hasta hoy él es considerado un héroe en Lituania.

Padre Joseph Peruschitz

Otro presbítero presente en el Titanic era un alemán perteneciente a la Orden de San Benito. El Padre Joseph Peruschitz viajaba a los Estados Unidos para asumir la función de director de la escuela preparatoria de los benedictinos en Collegeville, Minnesota.

Él a ejemplo de sus dos hermanos de vocación, escuchó confesiones y celebró la Santa Misa diariamente.

Uno de los sobrevivientes declaró que mientras su bote se alejaba del navío, él vio a los sacerdotes rezando el Rosario junto a los que habían permanecido a bordo del Titanic.

Padre Thomas Byles

El tercer sacerdote viajaba a América del Norte a fin de presidir el matrimonio de su hermano William. Padre Thomas Byles se encontraba rezando el breviario en el momento de la colisión del Titanic.

En el momento en que el navío comenzaba a hundirse, lo que no tardó en suceder, el sacerdote británico, que poseía un gran liderazgo y valor, rezó el Acto de Contrición junto a los fieles que arrodillados aguardaban la absolución de sus pecados. Salvado por la obediencia

Pintoresca es la historia del seminarista jesuita Francis Browne, que viajó a bordo del Titanic, pero a pesar de haber conocido a una pareja de millonarios que se comprometió a financiar su viaje hasta Nueva York, tuvo que desistir del mismo y abandonar el navío en el último puerto europeo en que el Titanic desembarcó, antes de seguir viaje a los Estados Unidos.

Un telegrama dirigido al joven seminarista decía: "¡Salga ya de ese navío!". Gracias a la "Santa Obediencia" él se salvó de la catástrofe. El Padre Browne guardó esa correspondencia en su billetera hasta el último día de su vida.

El sacerdote se volvió capellán de las fuerzas irlandesas durante la I Guerra Mundial. Durante ese período demostró gran valor, recibiendo varias condecoraciones, en la cual se destaca la Cruz Militar.

Con informaciones de ACI.

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