viernes, 17 de diciembre de 2010

Un regalo para el Niño Jesús



Aquella pintoresca aldea alemana parecía que estaba hecha de mazapán.

Era el mes de diciembre. Los tejados de las casas estaban cubiertos por un manto blanquísimo que brillaba con la tenue luz del sol de invierno, como si jugara al escondite con las nubes. De noche, las bolitas coloridas de los árboles navideños, el denso humo de las chimeneas y el aroma de los panes de miel creaban un ambiente de ensueño. Una atmósfera jubilosa se apoderaba de los corazones y los niños se dedicaban a confeccionar, con sus propias manos, los regalos que le darían al Niño Jesús en la iglesia parroquial, después de la Misa del Gallo.

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