viernes, 19 de marzo de 2010

El Papa afirma a empresarios que el desarrollo no puede prescindir de la ética y lo trascendental


Publicado 2010/03/18
Autor : Gaudium Press


Benedicto XVI recibió en audiencia privada en el Vaticano, este jueves, a empresarios y emprendedores de la región de Roma

Ciudad del Vaticano (Jueves, 18-03-2010, Gaudium Press) "Saber vencer aquella mentalidad individualista y materialista que privilegia el empeño de los propios capitales en los mercados financieros". Este fue uno de los pedidos del Papa en la audiencia privada con la Unión de los Industriales y las Empresas de Roma. Durante el encuentro, que ocurrió en la Sala Clementina en el Palacio Apostólico en el Vaticano, se abordó el tema de la situación económica y el futuro de las pequeñas y medianas empresas.
El Dr. Aurelio Regina, presidente de la Unión, al saludar al Pontífice, profesó en nombre de todos los empresarios la "necesidad de comunión entre empresarios, sus ejecutivos y sus trabajadores". Después de la crisis, se inicia un "tiempo nuevo que sea ocasión para repensar la economía, para buscar nuevas reglas en una sociedad en profunda transformación, para perseguir el bien común", afirmó, a su vez, el Papa.
Benedicto XVI se refirió también en su discurso al tema de la crisis, los desafíos, los derechos y obligaciones del mercado financiero y el papel de las pequeñas y medianas empresas en relación a lo que pueden hacer en el ambiente económico. La reciente crisis financiera mundial reveló que el desarrollo privilegia el aspecto "material y técnico" en detrimento de lo "ético y espiritual".
La política no debería ser "subordinada a los mecanismos financieros", sino debería "conseguir de manera más eficaz el bien común, por la familia humana", afirmó el Papa. La Iglesia está convencida de que "el trabajo es un bien para el hombre, para la familia y para la sociedad y es fuente de libertad y de responsabilidad".
A pesar de la crisis y las exigencias de la humanidad, el desarrollo "en cualquier sector de la existencia humana implica también la apertura a lo trascendental, a la dimensión espiritual de la vida, a la confianza en Dios, al amor, a la fraternidad, a la acogida, a la justicia, a la paz", sentenció finalmente el Santo Padre.

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