miércoles, 17 de marzo de 2010

AL INICIAR SU MINISTERIO EL NUEVO OBISPO DE CANELONES LLAMÓ A PROCLAMAR LA TOTAL VERDAD SOBRE DIOS Y SOBRE EL HOMBRE


COMUNICADO DE PRENSA
Domingo 21 de marzo de 2010

Ante una Catedral colmada, Mons. Alberto Sanguinetti tomó posesión ayer de la Diócesis de Canelones, en una Misa concelebrada por el Nuncio Apostólico, los Obispos de Uruguay, el Obispo argentino Mons. Marcelo Martorell y el Obispo mexicano Mons. Carlos Suárez. En la ceremonia de inauguración de su Ministerio como Obispo de Canelones, Mons. Sanguinetti exhortó a reconocer el “amor de Jesús” y destacó que la misión de la Iglesia reside en, “respetando la libertad de cada hombre”, proclamar la “total verdad sobre Dios y sobre el hombre”. En la Eucaristía participaron más de 100 sacerdotes, además de religiosos, diáconos, seminaristas y laicos, principalmente de Canelones y Montevideo, así como familiares y amigos del nuevo Obispo, entre los que se encontraba el ex Presidente de la República, Dr. Luis Alberto Lacalle.

Ante una Catedral colmada, Mons. Alberto Sanguinetti tomó posesión ayer de la Diócesis de Canelones, en una Misa concelebrada por el Nuncio Apostólico, los Obispos de Uruguay, el Obispo argentino Mons. Marcelo Martorell y el Obispo mexicano Mons. Carlos Suárez. En la ceremonia de inauguración de su Ministerio como Obispo de Canelones, Mons. Sanguinetti exhortó a reconocer el “amor de Jesús” y destacó que la misión de la Iglesia reside en, “respetando la libertad de cada hombre”, proclamar la “total verdad sobre Dios y sobre el hombre”. En la Eucaristía participaron más de 100 sacerdotes, además de religiosos, diáconos, seminaristas y laicos, principalmente de Canelones y Montevideo, así como familiares y amigos del nuevo Obispo, entre los que se encontraba el ex Presidente de la República, Dr. Luis Alberto Lacalle.

La primera parte de la Eucaristía tuvo lugar al aire libre, delante del atrio de la Catedral. Tras la procesión de entrada y el saludo inicial, Mons. Orlando Romero, quien fuera Obispo de la Diócesis hasta el nombramiento de Mons. Sanguinetti, se despidió de su grey expresando su “incontenible gratitud al Señor quien misericordiosamente me ha elegido, regalándome la vocación al sacerdocio; a la Iglesia que ha depositado en mí la confianza de pastorear esta porción del Pueblo de Dios, y a toda la Comunidad Diocesana que me ha sostenido con su oración, afecto y comprensión facilitada por la corresponsabilidad pastoral”.

Posteriormente, un sacerdote de la diócesis, Pbro. Luis Eduardo Ríos, dio lectura a la Bula papal que da cuenta de la designación por parte del Papa Benedicto XVI de Mons. Sanguinetti como Obispo de Canelones.

Luego de la Liturgia de la Palabra se procedió a la presentación del Obispo.
MONS. COTUGNO: EL OBISPO ASUME LOS GOZOS Y TRISTEZAS DE LOS HOMBRES La homilía estuvo a cargo del Obispo que ofició de ordenante principal, Mons. Nicolás Cotugno (Arzobispo de Montevideo), quien calificó dicha ordenación episcopal como “un acontecimiento de gracia, de alegría y de responsabilidad”.

Posteriormente, el Arzobispo se detuvo en las dimensiones fundamentales y perennes del ministerio episcopal que se desprenden de las escrituras proclamadas en la Eucaristía.

Señaló que si bien todo el pueblo de Dios está llamado a dar testimonio de Cristo resucitado, (…) los Obispos, por voluntad explícita de Jesús, el Buen Pastor, son “testigos cualificados”. Aseveró que “nuestra mirada puesta en la resurrección de Cristo, lejos de apartarnos de los gozos y tristezas de los hombres, nos los hace asumir con la máxima profundidad y radicalidad” “No cabe duda, que para poder hacer presente a Cristo resucitado en las catástrofes de Haití y de Chile — entre otras - la mejor premisa es experimentar su presencia en esa Eucaristía que Él mismo nos manda hacer en conmemoración suya”, indicó Mons. Cotugno.

En este sentido, recordó que “Artigas, el prócer de la Patria, tenía una robusta fe en la presencia de Cristo en la Eucaristía”, y agregó:”baste recordar su actitud al recibir el santo.

Viático antes de su muerte”. “El nos recuerda a los católicos todos, particularmente a quienes sirven en las estructuras de la educación, de la cultura y de la política, que la separación de la Iglesia del Estado representa la mejor oportunidad social para brindar, en un contexto de auténtica y positiva laicidad, el testimonio entusiasta en favor del Cristo vivo resucitado en medio de nosotros, dando vida a toda la sociedad”, sostuvo.

Al concluir su homilía, el Arzobispo evocó al primer Obispo de Uruguay, Mons. Jacinto Vera quien “con sus virtudes heroicas de Pastor nos ha dejado el testimonio de Obispo discípulo misionero, martirizado, como Cristo, por su pasión apostólica y glorificado, como Cristo, en la resurrección del Reino eterno de Dios”.

Tras desearle al nuevo Obispo un fecundo ministerio episcopal, Mons. Cotugno encomendó a Mons. Sanguinetti y a los presentes, al Primer Obispo “para llevar a cabo en nuestras diócesis la MISIÓN CONTINENTAL propiciada por Aparecida, a fin de que nuestros pueblos, en Cristo, nuestro Obispo y Pastor, tengan vida y vida en abundancia”.

Tras la homilía tuvo lugar el rito central de la ordenación del obispo que se realiza por la imposición de las manos de los obispos y la oración consagratoria que la acompaña. Asimismo se realizaron los ritos complementarios que significan la gracia de la consagración episcopal: unción en la cabeza con el santo Crisma, la entrega del libro de los evangelios, imposición del anillo, de la mitra y del báculo pastoral.

El ordenante principal acompañó al nuevo obispo a su Cátedra ubicada en el altar de la Catedral pasando a presidir la Eucaristía.

MONS. SANGUINETTI: PROCLAMAR LA VERDAD DEL EVANGELIO CON PLENA LIBERTAD APOSTÓLICA

Al dirigir unas palabras a sus diocesanos el flamante Obispo los invitó a reconocer el amor “de Jesús, por quien fuimos creados, en quien somos salvados”, a conocer en El la realidad y el sentido de la existencia”.

“La Iglesia, que debe guiar y cuidar el Obispo, ha de ser humilde en todo, reconociendo las debilidades y pecados de sus miembros, a los que llama a conversión y a los que les da el perdón y la vida nueva”, señaló Mons. Sanguinetti.

“Los cristianos no nos asombramos de que haya pecados, porque sabemos de la universalidad del pecado y de la muerte, y confesamos que Cristo vino a salvar a los pecadores, entre los cuales, cada uno con San Pablo, y antes que nada el obispo ha de decir: "y el primero de ellos soy yo" (1 Tim.1,15)”, añadió. Empero, advirtió que “por la misma humildad de la Iglesia, la vuelve intrépida en anunciar la gracia de Cristo su Esposa y Señor. Por ello, proclama en todas las plazas del mundo la verdad del Evangelio, con plena libertad apostólica que no recibe como donación de ningún poder humano, sino de Dios mismo, libertad que la obliga a ir hasta el martirio en la confesión del nombre de Jesucristo”.

“Respetando la libertad de cada hombre, la Iglesia proclama la total verdad sobre Dios y sobre el hombre: esa es su misión, ese es su servicio al hombre, a los pueblos”, manifestó. “Llamando a los hombres a la obediencia de la fe, la Iglesia, y de un modo particular el obispo, ha de enseñar con palabras y con hechos, que la máxima obra del hombre es adorar a Dios, y que el principio, el centro y la cumbre de toda la actividad y cultura humana está en la recta adoración del Padre, por Jesucristo en el Espíritu”, sostuvo el Obispo de Canelones.

“Al recibir esta cátedra de la Iglesia de Canelones, recibo el testimonio de su fe y perseverancia en el servicio del Evangelio, la multitud de personas y trabajos que enriquecen a esta diócesis”, indicó Mons. Sanguinetti al tiempo que evocó suscitamente las raíces familiares que lo relacionan con la tierra y la sociedad de Canelones.

“Créanme, que así como los quiero entrañablemente y los llevo conmigo, me dejaré querer por ustedes”, aseguró Mons. Sanguinetti al finalizar su alocución.

Antes de concluir la Santa Misa de ordenación episcopal de Mons. Sanguinetti, el Nuncio Apostólico, Mons. Anselmo Pecorari, dirigió unas palabras a los presentes a los que exhortó a agradecer al Santo Padre por haber nombrado a este Pastor específicamente para la Diócesis de Canelones. Expuso su deseo de que Mons. Sanguinetti sea “padre, maestro, guía y testigo” y que tenga mucha “caridad y bondad” porque “esos son signos del amor de Dios Padre hacia cada uno de vosotros”.

Asimismo, pidió a los diocesanos que ayuden al nuevo pastor a ser “un buen Obispo, por él, por la Iglesia, por el Pueblo de Dios y por Canelones”.






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