miércoles, 16 de febrero de 2011

"Para mantener a flote la barca" de nuestras vidas debemos subir a "la barca de Jesús", dijo el Cardenal Rivera

Publicado 2011/02/14
Autor : Gaudium Press


El Primado de México recordó la historia del Titanic, e invitó a los fieles a poner su confianza primero en Dios

Ciudad de México (Lunes, 14-01-2011, Gaudium Press) "Mantener a flote la barca" de nuestras vidas: fue ese el eje sobre el que giró la homilía del Primado de México, Cardenal Norberto Rivera Carrera, en la Catedral metropolitana de la capital del país el domingo pasado. Para ello, Jesucristo debe estar en el centro de la existencia humana.

"Todos nosotros somos navegantes, somos caminantes que buscamos la felicidad como destino; no perdamos el rumbo, no nos llenemos de soberbia pensando que por nuestra fuerza, nuestras capacidades, nuestras habilidades, podemos llegar a nuestro destino".

"Reconozcamos que somos frágiles, que somos débiles, conscientes de que cualquier tempestad nos puede hundir, acudamos a Cristo Jesús, que es el poder de Dios, subamos a su barca, que es la Iglesia y así llegaremos a puerto seguro", expresó el purpurado.

Apelando a un imaginario de hoy, el Cardenal Rivera recordó la historia del Titanic, el barco que "Ni Dios lo hundía" pero que terminó en el fondo del mar, sin poder llegar a su destino.

Entonces, ¿qué hacer para no zozobrar?

"¿En qué nos tenemos que poner de acuerdo con Cristo Jesús? En tener sus mismos criterios, en tener sus mismos juicios, nosotros sabemos muy bien que esos criterios son muy distintos a los criterios que están de moda".

"También debemos reconciliarnos con él (Jesús), al cual ofendemos, pero también reconciliarnos con nuestro prójimo, pongámonos de acuerdo mientras vamos en el camino para que el odio, la envida, el rencor, no se aniden en nuestro corazón", manifestó el prelado, haciendo una invitación a la reconciliación.

Esa unión fruto de la reconciliación conducirá también a un consenso social, a visiones comunes con las que se enfrenten los problemas de la nación, siempre de acuerdo con la doctrina cristiana.

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