California, E.E.U.U. (Viernes, 17-02-2012, Gaudium Press) Zoila Leiva enfrentó una decisión de vida o muerte, como ninguna otra en su vida, a sus 42 años y en el cuarto mes de un embarazo de mellizos. En ese momento, diciembre de 2007, fue diagnosticada con un cáncer de seno avanzado (etapa III) y su médico le aseguró que la única opción para salvar su vida era recurrir al aborto de sus dos hijos. Ella, madre además de una niña de catorce años, se negó a abortar y salvó su vida y la vida de sus pequeños. Su historia seguiría siendo desconocida, pero estudio recién revelado sobre la seguridad del tratamiento de cáncer de seno para mujeres embarazadas la motivó a contactar a los medios de comunicación y narrar su experiencia.
En el día que transformaría los próximos meses en una lucha por la vida, las palabras de su médico fueron radicales: "La única forma de tratarte, la única forma de salvar tu vida, es que tengas un aborto", refiere Zoila. Un tumor en su seno, que había sido diagnosticado como benigno en febrero, era en diciembre un cáncer que se propagaba a los ganglios linfáticos.
Tras este diagnóstico, ella aceptó asistir a una charla informativa sobre el procedimiento de aborto, que según el concepto médico debía realizarse en menos de dos semanas. De esta reunión salió horrorizada. Podía sentir a sus hijos moviéndose dentro de ella y quedó convencida de que era incapaz de acabar con sus vidas. "Moriría de depresión si los mato ahora, pensé. Así que nunca regresé a ese centro médico", recuerda.
En su lugar, Zoila buscó alternativas. Con la ayuda de la organización Hope for Two, buscó un oncólogo dispuesto a tratarla sin recurrir al aborto. Un equipo de médicos, entre quienes se contaba la doctora Elyce Cardonick, obstetra y especialista en medicina materna y fetal, le informó que se podría llevar a cabo un tratamiento normal con seguridad, especialmente en su caso, que ya había superado la tercera semana de gestación.
Las sesiones de quimioterapia se dieron inicio entonces y Zoila pudo lucir su cabello hasta la fiesta de quince años de su hija, tras la cual lo perdió por completo. "Era una verdadera montaña rusa, pero yo iba a mi "quimio" con mi cabeza calva y mi gran abdomen y de verdad tenía ganas de ir", comenta. "Era bueno tener a todas esas mujeres a mi alrededor". Sus médicos refieren que su valentía era un ejemplo para las otras pacientes. "Las pacientes en embarazo son guerreras", asegura la doctora Jane Kakkis, cirujana oncóloga que atendió a Zoila, "se preocupan de la superviviencia de sus bebés, pero también quieren vivir para poder cuidarlos"
Los resultados del tratamiento fueron muy alentadores: tras doce semanas de administración de medicamentos y cuatro sesiones de quimioterapia el tumor se redujo hasta casi desaparecer. La mayor preocupación del equipo médico era el estado de sus hijos, de quienes se temía un peso muy bajo al nacer (cerca de dos libras) y que requirieran unas cinco semanas de cuidados intensivos después del parto. Sin embargo, Joel y Julián pesaron al nacer más de tres y cuatro libras, respectivamente. "Respiraban solos, comían solos. Eran niños fuertes, y lo siguen siendo" recuerda Zoila con alegría.
Después de dar a luz, Zoila inició un tratamiento más agresivo y, después de seis meses, se sometió a cirugía. "No quería correr riesgos", afirma. "Estos bebés necesitan tener a su madre por mucho tiempo". Joel y Julián tienen hoy cuatro años de edad.
Nuevas evidencias científicas
El estudio que motivó a Zoila a contactar a los medios de comunicación concluye precisamente lo que ella constató por experiencia: las mujeres embarazadas que padecen cáncer de seno pueden dar a luz normalmente, sin necesidad de anticipar el parto ni de posponer el tratamiento. Fue realizado por investigadores del Instituto de Cáncer de Leuven, el Hospital Gasthuisberg y la Universidad Católica de Leuven, de Bélgica, y la Clínica Offenbach, de Alemania.
Los investigadores concluyeron, además, que los tratamientos de quimioterapia y cirugía pueden ser practicados con seguridad después del primer trimestre de embarazo. Una conclusión notable es que no hay indicios de que el aborto mejore en algo las posibilidades de que la madre sobreviva a la enfermedad, como ha sido comúnmente sugerido en los debates legales en torno a este tema.
Más aún, el equipo investigador afirma que el cáncer de seno durante el embarazo no constituye una emergencia y que el tiempo requerido para consultar un equipo de expertos no empeora el pronóstico de la enfermedad. También recomiendan informar adecuadamente sobre estas alternativas de tratamiento a las mujeres y sus parejas. The Lancet, una de las revistas de investigaciones médicas más reconocidas del mundo, publicó este estudio el pasado 11 de febrero.
Este fue el motivo final que condujo a Zoila Leiva a compartir su experiencia. "Quiero que las mujeres sepan que hay esperanza y que pueden salvar sus vidas y las de sus bebés también", afirmó. "El cáncer no tiene que ser una sentencia de muerte".
Con información de ABCNews, Daily Mail y The Lancet.
Gaudium Press / Miguel Farías
En el día que transformaría los próximos meses en una lucha por la vida, las palabras de su médico fueron radicales: "La única forma de tratarte, la única forma de salvar tu vida, es que tengas un aborto", refiere Zoila. Un tumor en su seno, que había sido diagnosticado como benigno en febrero, era en diciembre un cáncer que se propagaba a los ganglios linfáticos.
Tras este diagnóstico, ella aceptó asistir a una charla informativa sobre el procedimiento de aborto, que según el concepto médico debía realizarse en menos de dos semanas. De esta reunión salió horrorizada. Podía sentir a sus hijos moviéndose dentro de ella y quedó convencida de que era incapaz de acabar con sus vidas. "Moriría de depresión si los mato ahora, pensé. Así que nunca regresé a ese centro médico", recuerda.
En su lugar, Zoila buscó alternativas. Con la ayuda de la organización Hope for Two, buscó un oncólogo dispuesto a tratarla sin recurrir al aborto. Un equipo de médicos, entre quienes se contaba la doctora Elyce Cardonick, obstetra y especialista en medicina materna y fetal, le informó que se podría llevar a cabo un tratamiento normal con seguridad, especialmente en su caso, que ya había superado la tercera semana de gestación.
Las sesiones de quimioterapia se dieron inicio entonces y Zoila pudo lucir su cabello hasta la fiesta de quince años de su hija, tras la cual lo perdió por completo. "Era una verdadera montaña rusa, pero yo iba a mi "quimio" con mi cabeza calva y mi gran abdomen y de verdad tenía ganas de ir", comenta. "Era bueno tener a todas esas mujeres a mi alrededor". Sus médicos refieren que su valentía era un ejemplo para las otras pacientes. "Las pacientes en embarazo son guerreras", asegura la doctora Jane Kakkis, cirujana oncóloga que atendió a Zoila, "se preocupan de la superviviencia de sus bebés, pero también quieren vivir para poder cuidarlos"
Los resultados del tratamiento fueron muy alentadores: tras doce semanas de administración de medicamentos y cuatro sesiones de quimioterapia el tumor se redujo hasta casi desaparecer. La mayor preocupación del equipo médico era el estado de sus hijos, de quienes se temía un peso muy bajo al nacer (cerca de dos libras) y que requirieran unas cinco semanas de cuidados intensivos después del parto. Sin embargo, Joel y Julián pesaron al nacer más de tres y cuatro libras, respectivamente. "Respiraban solos, comían solos. Eran niños fuertes, y lo siguen siendo" recuerda Zoila con alegría.
Después de dar a luz, Zoila inició un tratamiento más agresivo y, después de seis meses, se sometió a cirugía. "No quería correr riesgos", afirma. "Estos bebés necesitan tener a su madre por mucho tiempo". Joel y Julián tienen hoy cuatro años de edad.
Nuevas evidencias científicas
El estudio que motivó a Zoila a contactar a los medios de comunicación concluye precisamente lo que ella constató por experiencia: las mujeres embarazadas que padecen cáncer de seno pueden dar a luz normalmente, sin necesidad de anticipar el parto ni de posponer el tratamiento. Fue realizado por investigadores del Instituto de Cáncer de Leuven, el Hospital Gasthuisberg y la Universidad Católica de Leuven, de Bélgica, y la Clínica Offenbach, de Alemania.
Los investigadores concluyeron, además, que los tratamientos de quimioterapia y cirugía pueden ser practicados con seguridad después del primer trimestre de embarazo. Una conclusión notable es que no hay indicios de que el aborto mejore en algo las posibilidades de que la madre sobreviva a la enfermedad, como ha sido comúnmente sugerido en los debates legales en torno a este tema.
Más aún, el equipo investigador afirma que el cáncer de seno durante el embarazo no constituye una emergencia y que el tiempo requerido para consultar un equipo de expertos no empeora el pronóstico de la enfermedad. También recomiendan informar adecuadamente sobre estas alternativas de tratamiento a las mujeres y sus parejas. The Lancet, una de las revistas de investigaciones médicas más reconocidas del mundo, publicó este estudio el pasado 11 de febrero.
Este fue el motivo final que condujo a Zoila Leiva a compartir su experiencia. "Quiero que las mujeres sepan que hay esperanza y que pueden salvar sus vidas y las de sus bebés también", afirmó. "El cáncer no tiene que ser una sentencia de muerte".
Con información de ABCNews, Daily Mail y The Lancet.
Gaudium Press / Miguel Farías
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