sábado, 18 de febrero de 2012

El 4 de marzo será ordenado Obispo Mons. Daniel Sturla

Ya eligió su escudo y lema

El Obispo Auxiliar de Montevideo, designado por el Papa Benedicto XVI el 10 de diciembre pasado, Mons. Daniel Sturla, recibirá su ordención episcopal el próximo 4 de marzo, en la Catedral Metropolitana.

La celebración de ordenación del nuevo Obispo tendrá lugar a las 17 hs y oficiará como Obispo Consagrante el Arzobispo de Montevideo, Mons. Nicolás Cotugno, sdb, y los obispos co-ordenantes, elegidos por el nuevo Obispo serán Mons. Milton Tróccoli, Obispo Auxiliar de Montevideo, y el Obispo de San José, Mons. Arturo Fajardo. Los Presbíteros asistentes serán los Padres: Guillermo Porras y Daniel Costa sdb.

El lema elegido por Mons. Sturla es “Servir al Señor con alegría”.

Con este nombramiento, el episcopado uruguayo pasará a estar conformado por 10 obispos residenciales, 3 obispos auxiliares (2 en Montevideo y 1 en Canelones) y 5 obispos eméritos, dos de los cuales no residen en Uruguay.

En la web del a CEU se ofrece un especial con toda la información : http://www.iglesiacatolica.org.uy/obispo_auxiliar_montevideo_sturla.html

Significado del escudo episcopal

Siguiendo una antigua tradición eclesiástica, cada obispo tiene su escudo, en el que pretende plasmar, a través de elementos simbólicos, algunas características significativas de su propia historia o de su forma de concebir el servicio para el cual ha sido elegido en la Iglesia. Acompaña al escudo el lema episcopal.
Este escudo tiene en la parte superior la mitra, que es uno de los símbolos del episcopado, y que representa la cima de la santidad, a la que está llamado de un modo particular el obispo.
La cruz del Papa, en Tres Cruces.
En la cruz fue clavada “la salvación del mundo”. La blanca cruz del escudo representa la que fue erigida en Tres Cruces, cuando la primera visita de Juan Pablo II al Uruguay (1987), y que se mantuvo en ese histórico lugar, no sin ser, como Cristo, “signo de contradicción”. Las visitas del Papa Juan Pablo al Uruguay y la permanencia de ese monumento conmemorativo marcaron un punto de inflexión en la relación Iglesia-Sociedad uruguaya. La cruz está ubicada en uno de los puntos de llegada a la ciudad, y parece plantear el interrogante de la fe a todo el que pasa por allí: “¿Quién dices que soy?”.

La corona de la Virgen de los Treinta y Tres

María es “vida, dulzura y esperanza nuestra”. Humilde mujer de Nazaret y Reina de toda la Creación. A Ella le ha confiado el nuevo obispo su vida y su ministerio: “Todo tuyo, María”. El ser Madre y Reina, poder y ternura, se unen en la figura de la Patrona del Uruguay, representada en la pequeña talla de origen guaraní-misionero, venerada en la Catedral de Florida, y declarada patrona del Uruguay por Juan XXIII, en 1962, hace 50 años. Ella, Auxiliadora de los cristianos, “estrella del alba” de la patria naciente, continúa acompañando la marcha de nuestro pueblo.
Una pareja de horneros con su nido.
El hornero, que construye su nido de barro, es típico de nuestra tierra, y aparece como imagen de la familia, de la comunidad que se construye día a día. En el grupo de “Horneros” y, luego, de “Castores”, durante los años de liceo, el nuevo obispo descubrió la vida de fe como vida de servicio, especialmente a los más pobres. A su vez, la sólida casa del hornero, que proporciona abrigo y frescor, evoca el hogar. A la hermosa experiencia de familia vivida por el nuevo obispo, siguieron más de 30 años en el “espíritu de familia” propio de la casa salesiana, casa que da cobijo a los jóvenes para prepararlos a volar. Al ser llamado al episcopado, esta experiencia se pone al servicio del Pueblo de Dios que peregrina en Montevideo, en el Uruguay y en el mundo.

El lema: “Servir al Señor con alegría”

Este lema fue elegido por el Obispo Daniel para su ordenación sacerdotal, hace casi 25 años. Tomado del salmo 99, es una expresión usada por Don Bosco para proponer a sus jóvenes la santidad. Expresa el anhelo de un sacerdocio y un episcopado caracterizados por el servicio alegre y sencillo, según el corazón de Aquel que “no vino a ser servido sino a servir”. La alegría es el sello del Espíritu Santo, propio de la vida cristiana. Santa Teresita del Niño Jesús enseñaba a vivir en el gozo, aún en medio de las pruebas, porque caminamos en la “confianza y el amor”.

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