viernes, 16 de septiembre de 2011

Evangelio del día

2011-09-16 - Evangelio según San Lucas 8,1-3
Publicado 2011/09/16
Autor : Sagrada Biblia

¿Por qué voy a temer en los momentos de peligro, cuando me rodea la maldad de mis opresores, de esos que confían en sus riquezas y se jactan de su gran fortuna?

Primera Carta de San Pablo a Timoteo 6,2c-12

Y si sus dueños son creyentes, que no los respeten menos por el hecho de ser hermanos. Al contrario, que pongan mayor empeño en servirlos, porque así benefician a hermanos queridos en la fe. Enseña todo esto, e insiste en ello.

Si alguien enseña otra cosas y no se atiene a los preceptos saludables de nuestro Señor Jesucristo, ni a la doctrina que es conforme a la piedad, es un ignorante y un orgulloso, ávido de discusiones y de vanas polémicas. De allí nacen la envidia, la discordia, los insultos, las sospechas malignas y los conflictos interminables, propios de hombres mentalmente corrompidos y apartados de la verdad, que pretenden hacer de la piedad una fuente de ganancias.

Sí, es verdad que la piedad reporta grandes ganancias, pero solamente si va unida al desinterés. Porque nada trajimos cuando vinimos al mundo, y al irnos, nada podremos llevar. Contentémonos con el alimento y el abrigo.

Los que desean ser ricos se exponen a la tentación, caen en la trampa de innumerables ambiciones, y cometen desatinos funestos que los precipitan a la ruina y a la perdición. Porque la avaricia es la raíz de todos los males, y al dejarse llevar por ella, algunos perdieron la fe y se ocasionaron innumerables sufrimientos.

En lo que a ti concierne, hombre Dios, huye de todo esto. Practica la justicia, la piedad, la fe, el amor, la constancia, la bondad. Pelea el buen combate de la fe, conquista la Vida eterna, a la que has sido llamado y en vista de la cual hiciste una magnífica profesión de fe, en presencia de numerosos testigos.

Salmo 48

¿Por qué voy a temer en los momentos de peligro, cuando me rodea la maldad de mis opresores, de esos que confían en sus riquezas y se jactan de su gran fortuna?

No, nadie puede rescatarse a sí mismo ni pagar a Dios el precio de su liberación, para poder seguir viviendo eternamente sin llegar a ver el sepulcro: el precio de su rescate es demasiado caro, y todos desaparecerán para siempre.

No te preocupes cuando un hombre se enriquece o aumenta el esplendor de su casa: cuando muera, no podrá llevarse nada, su esplendor no bajará con él. Aunque en vida se congratulaba, diciendo: "Te alabarán porque lo pasas bien", igual irá a reunirse con sus antepasados, con esos que nunca verán la luz.

Evangelio según San Lucas 8,1-3

espués, Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y también algunas mujeres que habían sido curadas de malos espíritus y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los ayudaban con sus bienes.

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