martes, 26 de agosto de 2008

El Salvador: Festividad del Divino Salvador del Mundo

Cada 5 de agosto el pueblo salvadoreño celebra con solemnidad y fervor la Transfiguración del Señor.
El origen de las celebraciones del Divino Salvador del Mundo se remonta al año 1787.
Para la tradicional Bajada, la imagen de Nuestro Señor, tallada en cedro, recorre más de 30 cuadras del centro capitalino; para esta ocasión cofradías de diferentes zonas del interior del país se dan cita, con el propósito de cargarla sobre sus hombros en un anda decorada con cientos de lirios.
Es costumbre que las fiestas agostinas, además de tener como motivo principal la Transfiguración del Hijo de Dios, cuenten con un eje principal de la celebración; en esta ocasión, por ser el Año Jubilar dedicado a la figura del Apóstol de los Gentiles, San Pablo. El lema de la festividad este año ha sido: “El amor de Dios me unge, me quema”.
La imagen de San Pablo estaba en uno de los costados del monumento, sobre la frase: “Anunciar el Evangelio es para mí una necesidad. Ay de mí si no evangelizara”.
Mientras el pueblo canta himnos al Redentor Divino, emerge de la esfera del mundo la figura de Nuestro Señor revestido con una túnica escarlata.
Este año, Mons. Gregorio Rosa Chávez, Obispo Auxiliar de S. Salvador, leyó la homilía que dejó preparada Mons. Fernando Sáenz Lacalle, Arzobispo Metropolitano de S. Salvador.
Enseguida, la esfera del mundo se vuelve a abrir y la Imagen del Divino Salvador, surgiendo esta vez de la esfera terráquea ya transfigurado, y luciendo una túnica blanca. Los fieles entonan himnos de alabanza al Divino Salvador del mundo.
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