sábado, 24 de diciembre de 2016

Cenizas quedan

La sangre de San Genaro, famosa reliquia de la Iglesia Católica en Nápoles, no se licuó este diciembre. El hecho es considerado como mal augurio por muchos creyentes.

El 16 de diciembre la sangre de San Genaro no se licuó, como habitualmente ocurre cada año en Nápoles en Italia.

Según informa el diario italiano La Stampa, la sangre custodiada en una ampolla en una bóveda -que suele licuarse el primer domingo de mayo, el 19 de septiembre, fiesta del Santo, y el 16 de diciembre- no se licuó el viernes pasado como habitualmente ocurre en estas fechas.

La licuefacción de los presuntos restos de la sangre del santo es un episodio esperado en la ciudad italiana, y se la considera un buen augurio. Según la tradición, el 16 de diciembre de 1631 la sangre se licuó mientras el volcán Vesubio entraba en erupción. La ciudad no fue afectada pero el cataclismo y esa milagrosa salvación se atribuye al santo y su reliquia.

Cuando el milagro de la licuefacción de la sangre no ocurre "siempre ha estado ligado a momentos nefastos de la historia de la ciudad" como guerras, epidemias y terremotos, explica el periódico italiano La Stampa.

Ante esta situación, el abad de la capilla de los tesoros en la Catedral de Nápoles, Mons. Vincenzo De Gregorio alentó a "no pensar en calamidades o desgracias. Nosotros somos hombres de fe y debemos seguir rezando", según recoge el medio católico ACI Prensa.

La sangre seca de San Genaro se conserva en dos ampollas de vidrio y se licúa tradicionalmente tres veces al año: el primer domingo de mayo, el 19 de setiembre, fiesta del Santo y el 16 de diciembre. La Iglesia dice que el milagro sucede gracias a la dedicación y las oraciones de los fieles.

El milagro consiste en que la masa de sangre reseca rojiza, adherida a un lado de la ampolla, se convierte en sangre completamente líquida tras el paso de varios minutos, llegando a cubrir todo el vidrio.

El proceso de licuefacción a veces toma horas, incluso días o en ocasiones no sucede en absoluto como en esta ocasión.

El 21 de marzo del 2015, mientras el Papa Francisco daba algunos consejos a los religiosos, sacerdotes y seminaristas de Nápoles, también ocurrió el milagro de San Genaro y la sangre se licuó.

Antes de aquel suceso, la última vez que el milagro ocurrió con un Pontífice fue en 1848 con Pío IX. No había sucedido cuando Juan Pablo II y Benedicto XVI visitaron la ciudad en octubre de 1979 y en el mismo mes en 2007, respectivamente.

Pese a las palabras de De Gregorio,, algunos devotos napolitanos temen que ocurra algún tipo de evento catastrófico el próximo año. En el siglo XX fueron dos las ocasiones en las que la sangre no se licuó: La primera fue en 1939, año en que comenzó la Segunda Guerra Mundial. La segunda fue en 1980, cuando se produjo el devastador terremoto de Irpinia, que mató a más de 2.900 personas en esa localidad italiana.

Sin embargo, considerar estos episodios como precedentes carece de sentido. Por desgracia, en nuestro castigado mundo ocurren tragedias muy a menudo, de modo que en cualquier año en que la sangre decida no cambiar de estado, habrá sin duda alguna tragedia a la que asociarlo.

Por otra parte, desde el ámbito de la ciencia se han ofrecido diversas explicaciones posibles al fenómeno, pero la negativa de la Iglesia a someter a análisis las reliquias impide su comprobación o refutación.


Montevideo Portal

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