sábado, 8 de octubre de 2016

La práctica de la verdadera gratitud Mons. João Scognamiglio Clá Dias EP, comenta el XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario Año C

[...] ¡Cuán rara es la virtud de la gratitud! Muchas veces se practica sólo por educación y con meras palabras. Empero, para que sea auténtica, es necesario que rebose del corazón con sinceridad. Es lamentable, afirma el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira, que “la virtud de la gratitud sea entendida hoy en día de un modo contable. De manera que si alguien me hace un beneficio, debo responder, contablemente, con una porción de gratitud igual al beneficio recibido. Es, por lo tanto, una especie de pago: el favor se paga con afecto, así como el producto se paga con dinero. Entonces, he recibido un favor y tengo que arrancar del fondo de mi alma un sentimiento de gratitud. También ya estoy pagado, me siento aliviado, sin obligaciones”.9 Esta es una forma pagana, materialista, de concebir la gratitud. Bien diferente es esa virtud cuando está impregnada de espíritu católico.

“La gratitud es, en primer lugar, el reconocimiento del valor del beneficio recibido. En segundo lugar, es el reconocimiento de que no lo merecemos. Y, en tercer lugar, es el deseo de dedicarnos a quien nos hizo el favor en la proporción del mismo favor y, sobre todo, de la dedicación que nos fue dada. Como decía Santa Teresita, ‘el amor con amor se paga’. O pagamos la dedicación con dedicación, o no hemos pagado. […] En esta perspectiva, la gratitud de nuestras almas por el bien que Nuestra Señora nos otorgó consintiendo la muerte de su divino Hijo y aceptando los dolores que padeció para rescatarnos, […] debe ser inmensa y debe llevarnos a querer servirla con una dedicación análoga”.

Ahora bien, además de darnos la vida humana, Dios nos concede el inestimable tesoro de la participación en su vida divina por medio del Bautismo, y más aún, nos da constantemente la posibilidad de recuperar ese estado si lo perdemos por el pecado. Para eso basta el arrepentimiento y la confesión sacramental. Sobre todo, Él se da a sí mismo como alimento espiritual en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, para transformarnos en Él, santificarnos y garantizarnos así una resurrección gloriosa y una eternidad feliz. Él nos ha dejado a su Madre como mediadora, para cuidar del género humano con todo cariño y desvelo. ¡Los beneficios que Dios nos concede son inconmensurables! ¿Cómo debe ser nuestra gratitud en relación al Señor y a su Madre Santísima? Abrazar con entusiasmo y abnegación la santidad y combatir con dedicación siempre creciente por la expansión de la gloria de Dios y de la Virgen Purísima en la tierra, he aquí la mejor manera de corresponder al infinito amor del Sagrado Corazón de Jesús, que se derrama sobre nosotros a torrentes, desde la salida del sol hasta su ocaso.

João Scognamiglio CLA DIAS, EP in “Lo inédito sobre los Evangelios” Librería Editrice Vaticana.

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