sábado, 11 de noviembre de 2017

Podemos tocar la eternidad

Santo Evangelio según San Lucas 16, 9-15. Sábado XXXI del tiempo ordinario.

Por: H. Iván Yoed González Aréchiga, L.C. | Fuente: missionkits.org

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, te pido el regalo de crecer en la caridad; de crecer en el interés de amar, de imitarte. Confío en tu ayuda. Confío en tu presencia. Confío en que me acompañas en cada momento.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 16, 9-15

En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos: "Con el dinero tan lleno de injusticias, gánense amigos que, cuando ustedes mueran, los reciban en el cielo.

El que es fiel en las cosas pequeñas, también es fiel en las grandes; y el que es infiel en las cosas pequeñas, también es infiel en las grandes. Si ustedes no son fieles administradores del dinero, tan lleno de injusticias, ¿quién les confiará los bienes verdaderos? Y si no han sido fieles en lo que no es de ustedes, ¿quién les confiará lo que sí es de ustedes?

No hay criado que pueda servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o se apegará al primero y despreciará al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero".

Al oír todas estas cosas, los fariseos, que son amantes del dinero, se burlaban de Jesús. Pero él les dijo: "Ustedes pretenden pasar por justos delante de los hombres; pero Dios conoce sus corazones, y lo que es muy estimable para los hombres es detestable para Dios".

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

El mensaje de Jesús no es un mensaje terreno. Sin embargo, su mensaje sigue estando dirigido hacia los hombres de la Tierra. Vivimos en el mundo y aquí vino Dios a hacerse hombre. No vino a revelarnos una doctrina humana, sino una divina. Una doctrina que va más allá de todo lo creado, pero sin excluirlo. Una doctrina que, desde aquí, nos lleva hacia Él. Una doctrina que nos enseña un "amo" nuevo. No externo, ajeno o extraño a nosotros, sino uno que puede vivir en nosotros. Un mensaje que podemos "encarnar" en cada instante. Uno que, aunque no es terrenal, tiene su eficacia en el corazón de cada hombre y mujer aquí y ahora.

Podemos vivir llenos de ilusión este mensaje. Jesús nos lo muestra: este mensaje no es solo para disfrutarlo en la vida futura, lo podemos vivir desde ahora. No tenemos que esperar a llegar al cielo para saber qué es la bondad. No tenemos que esperar al cielo para poder experimentar el amor. No tenemos que esperar llegar al cielo para poder apreciar la belleza.

En cada instante podemos tocar la eternidad. Cristo nos ofrece su ayuda para poder alcanzarlo. Nos acompaña. Nos regala la libertad para poder quererlo. Viviremos la plenitud en el cielo, pero ya en la tierra podemos descubrirla. El polvo y la ceniza dejarán de ser nuestros amos. Dios se convertirá en el único motivo de nuestro corazón.

Las riquezas son buenas cuando se ponen al servicio del prójimo, de lo contrario son inicuas. Por tanto, el dinero debe servir, en vez de gobernar. Es un principio clave: el dinero debe servir en vez de gobernar. El dinero es sólo un instrumento técnico de intermediación, de comparación de valores y derechos, de cumplimiento de las obligaciones y de ahorro. Como toda técnica, el dinero no tiene un valor neutro, sino que adquiere valor según la finalidad y las circunstancias en que se usa.
(Homilía de S.S. Francisco, 17 de noviembre de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy viviré con la actitud de amar en cada instante a Dios y, en Dios, a los demás.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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