miércoles, 19 de noviembre de 2014

"Pobreza en espíritu": verdadera pobreza que conduce al Cielo

Redacción (Martes, 18-11-2014, Gaudium Press) Todas las veces que entramos en contacto con un comentario de uno de los Padres de la Iglesia respecto a los Santos Evangelios, sentimos una alegría interior movida por la sabiduría, precisión y lucidez de sus explicaciones.

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Resurrección de Lazaro
Detalle - Giotto
Mucho se habla hoy en pobreza, sin embargo ella no siempre es sinónimo de desapego a los bienes terrenales y amor a los bienes celestiales. Al contrario, es común ver personas pobres que alcanzan buena situación financiera olvidar del pasado, dejando de lado la humildad y simplicidad de carácter, y acumulando toda especie de riquezas materiales. Se lanzan en ellas como si fuese el fin último del hombre en la tierra. Y como bien nos enseña San Pablo en sus epístolas, las criaturas están ordenadas para la gloria del Creador.

Abraham, rico en posesiones, fue pobre en espíritu, por eso agradó tanto al Señor. Lo mismo se puede decir de Lázaro, amigo y discípulo de Nuestro Señor Jesucristo.

Para entender bien el significado de lo que es ser pobre en espíritu, leamos abajo el comentario del Papa San León Magno en su sermón sobre las Bienaventuranzas.

Liturgia de las Horas 5-9-2013
Segunda lectura
Inicio del Sermón sobre las Bienaventuranzas, de San León Magno, Papa
(Sermo 95,1-2: PL 54,461-462) (S. V)

Imprimiré mi ley en su interior

"Bienaventurados los pobres en espíritu porque de ellos es el reino de los cielos" (Mt 5,3). Sería tal vez ambiguo a qué pobres se refería la Verdad, si dijese: Bienaventurados los pobres, sin agregar nada sobre la especie de pobres, pareciendo bastar la simple indigencia, que tantos padecen por pesada y dura necesidad, para poseer el reino de los cielos. Diciendo sin embargo: Bienaventurados los pobres en espíritu, muestra que el reino de los cielos será dado a aquellos que más se recomiendan por la humildad de los corazones que por la falta de riquezas.

Liturgia de las Horas de 6-9-2013
Segunda lectura
Del Sermón sobre las Bienaventuranzas, de San León Magno, papa
(Sermo 95,2-3: PL 54,462) (S. V)

Bienaventurados los pobres de espíritu

No hay duda de que los pobres alcanzan más fácilmente que los ricos el bien de la humildad; estos, en las riquezas, la conocida altivez. Con todo en muchos ricos se encuentra la disposición de emplear su abundancia no para hincharse de soberbia, sino para realizar obras de benignidad; y así ellos tienen por máximo lucro todo cuanto gastan en aliviar la miseria del trabajo de los otros.

A todo género y clase de personas es dado tener parte en esta virtud, porque pueden ser iguales en la intención y desiguales en el lucro; y no importa cuánto sean diferentes en los bienes terrenos, si son idénticos en los bienes espirituales. Feliz entonces la pobreza que no se prende al amor a las cosas transitorias, ni desea el crecimiento de las riquezas del mundo, sino que anhela enriquecerse con los tesoros celestes.

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