Escribe: Padre Antonio Guerra, EP (*) Setiembre es el mes dedicado a la Biblia y es una excelente ocasión para meditar sobre los tesoros contenidos en los libros sagrados.
La Biblia nos revela verdades que nuestra inteligencia nunca sería capaz de alcanzar.
Por ejemplo, cómo podríamos saber quién es Dios, si no fuese por medio de una revelación divina? Por medio de la Biblia sabemos que Dios se reveló a Moisés como: "Yo soy Aquel que soy. Yavé, el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Este es mi nombre para siempre, y es así que me llamarán de generación en generación" (Exodo 3, 14-15). En otro trecho son revelados otros atributos de Dios: "el Señor es nuestro juez, el Señor es nuestro legislador; el Señor es nuestro rey que nos salvará" (Isaías 33, 22).
Pero esta descripción de Dios será completa? Debo confesar que muchas personas tendrían cierto miedo de acercarse de un Dios que fuese apenas "rey, legislador y juez"...
-Será que Dios me va a tratar con cariño?, sería la pregunta conciente o subconciente de estas personas.
Para nuestra alegría, en otro trecho de la Biblia, Dios también nos llama también de hijos. De cierta manera era preciso que Dios fuese también nuestro Padre, para que sintamos toda la inmensidad de su amor: "Seré para ti un Padre y ustedes serán para mi hijos e hijas, dice el Señor todo poderoso" (II Corintios 6, 18). Este es apenas uno de los tesoros que nos revela la Biblia: el amor que Dios tiene por todos sus hijos e hijas.
La Biblia está compuesta por 73 libros, todos ellos repletos de enseñanzas y de mensajes divinos que están al alcance de todos nosotros.
Aprovechemos este mes de setiembre, para meditar algún trecho escogido de la Biblia, de la Palabra de Dios, que es el pan divino que alimenta nuestro espíritu.
(*El Padre Antonio Guerra pertenece a los Heraldos del Evangelio y es Asesor Espiritual del Apostolado del Oratorio "María Reina de los Corazones")
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