Ciudad del Vaticano (Viernes, 10-10-2014, Gaudium Press) El Papa recordó esta mañana en la Casa Santa Marta, que el examen de conciencia es una práctica que evita que el mal entre al corazón.
Primero el Pontífice resaltó que el demonio está siempre tentando al hombre: "El demonio tiene paciencia", "no deja lo que quiere para él", nuestra alma.
"Después de las tentaciones en el desierto, cuando Jesús fue tentado por el diablo, en la versión de Lucas se dice que el demonio lo dejó por un tiempo, pero durante la vida de Jesús volvía y volvía: cuando le ponían a prueba, cuando le tendían trampas, en la pasión, hasta en la Cruz. ‘Si eres el Hijo de Dios, baja, ven con nosotros, así podremos creer'. Y todos sabemos que esta palabra toca el corazón: ‘¿Eres capaz? ¡Déjame que lo vea! ¡No, no eres capaz!'. Como el diablo hasta el final con Jesús, así es con nosotros".
Por ello es importante "custodiar el corazón, como se custodia una casa, con llave". Vigilar el corazón como un centinela: "Cuántas veces entran los malos pensamientos, las malas intenciones, los celos, las envidias. Muchas cosas, que entran. Pero ¿quién les abre la puerta? ¿Por dónde entran? Si yo no me doy cuenta" de cuanto "entra en mi corazón, mi corazón se convierte en una plaza, donde todos van y vienen. Un corazón sin intimidad, un corazón donde el Señor no puede hablar, ni tampoco ser escuchado", expresó el Pontífice.
"Y Jesús dice otra cosa allí -¿no?- que parece un poco rara: ‘Quien no recoge conmigo, desparrama'. Usa la palabra ‘recoger'. Tener un corazón recogido, un corazón sobre el que sabemos lo que pasa, y aquí se puede hacer la práctica tan antigua de la Iglesia, pero buena, el examen de conciencia. ¿Quién de nosotros, por la noche, antes de terminar el día, se queda solo, sola, y se pregunta: ¿qué ha pasado hoy en mi corazón? ¿Qué ha pasado? ¿Qué cosas han pasado por mi corazón? Si no lo hacemos, de verdad no sabemos vigilar bien ni custodiar bien".
Y el Papa insistió en ese recogerse al final del día: "hay que saber recogerse, es decir, estar en silencio ante uno mismo y ante Dios, y al final del día preguntarse: ‘¿Qué ha pasado hoy en mi corazón? ¿Ha entrado alguno que no conozco? ¿La llave está en su sitio?'. Y esto nos ayudará a defendernos de tantas maldades, también de las que nosotros podemos hacer, si entran estos demonios, que son muy astutos, y al final nos engañan a todos".
Con información de Radio Vaticano
Contenido publicado en es.gaudiumpress.org, en el enlace http://es.gaudiumpress.org/content/63602#ixzz3FrFgdyjF
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