Anita era, según sus padres, una niña feliz. Ella no siempre estaba de acuerdo.
Su padre y su madre la querían mucho… pero ambos trabajaban y la niña sólo los veía de noche. Las profesoras de la escuela eran muy exigentes. Su hermano mayor había sido un buen compañero de juegos, pero después creció y se desinteresó de ella.
Y por fin, estaba su abuela. Ella sí le prestaba mucha atención, era muy cariñosa, respondía con calma todas sus preguntas, sabía hacer dulces y, mejor que todo, le contaba cuentos, hermosas historias de castillos fabulosos, princesas, santos y milagros. Pero vivía lejos, y sólo de vez en cuando visitaba la casa de su nieta.
La abuela también le hablaba mucho de Dios. Enseñó a la inocente pequeña a rezar y le explicó muchas cosas interesantes de la religión. Pero había algo que Anita no podía entender: si Dios lo puede todo y es tan bueno, ¿por qué no soluciona los problemas de todo el mundo?
“Por ejemplo –pensaba– no le costaría hacerme la vida más fácil: sería cosa que mis papás estuvieran más tiempo en casa, que la escuela pusiera menos tareas, que mi hermano me hiciera compañía, que mi abuela viniera más veces… Pero parece que Dios no quiere. ¡No entiendo! Le preguntaré a la abuela cuando venga.”
* * *
Anita pensaba en estas cosas mientras paseaba sola por el jardín de su casa, donde había muchas flores, algunos arbustos y árboles. Era el escenario de los pensamientos solitarios de la pequeña, como también de sus pequeños hallazgos. En él descubrió con encanto un nido de pájaros, pero también recibió la primera una picadura de abeja. Ahí le enseñó su hermano que las orugas se transforman en mariposas.
Al principio no le creyó, pero él colocó uno de estos insectos rastreros en un envase de vidrio con agujeros en la tapa; y un buen día ambos contemplaron maravillados ese pequeño milagro de la naturaleza, cuando dentro del vidrio, encima de la crisálida abierta y vacía, se movía una linda mariposa de alas amarillas.
Desde entonces la niña sintió un gusto especial en observar las mariposas, fascinada por la misteriosa transformación de las desagradables orugas en delicadas joyas voladoras. Escudriñaba los arbustos hasta encontrar las crisálidas y las visitaba todos los días, deseosa por asistir a la “salida” de cada una de ellas. Pero nunca supo llegar en el momento exacto.
Un día tuvo la sorpresa de descubrir un capullo adherido al tallo de una flor en la jardinera justo bajo su ventana. “¡Qué bueno! ¡Aquí mismo! ¡A ésta la podré seguir de cerca todas las mañanas sin salir de mi cuarto!” Con esa ilusión se levantaba todos los días un poco más temprano, siguiendo atentamente el desarrollo de “su” futura mariposa. Y una soleada mañana de domingo, cumplido el plazo, el pequeño insecto rompió el capullo y empezó a esforzarse por abandonar la cáscara. Todo pasaba bajo la mirada anhelante de Anita, que no perdía detalle del “gran acontecimiento”.
–¡Por fin voy a ver salir una mariposa!
El animalito, sin embargo, pese al esfuerzo tenaz sólo ganaba unos cuantos milímetros en su intento. Había momentos en que se detenía, exhausto, para luego reanudar su empeño. “¡No puede salir! ¿Qué le pasará?”, se preguntaba Anita.
De repente, el insecto se detuvo como derrotado, y la afligida niña, creyéndolo moribundo, se decidió a intervenir. Tomó una tijerita y cortó cuidadosamente la delicada crisálida. El insecto pudo salir entonces sin mayores problemas.
El sol ascendía lentamente. Anita esperaba con ansias que las alas de la mariposa, dobladas y arrugadas, se fueran alisando y extendiendo. Pero no. Pasado un lapso considerable de tiempo tuvo que bajar corriendo a desayunar, comió rápidamente y volvió al cuarto, para verificar decepcionada que “su” mariposa sólo se había movido de un tallo a otro, mientras sus alas seguían tristemente plegadas…
Poco más tarde llegó su hermano, y ella le contó lo sucedido.
–¿No lo sabías? Justamente el esfuerzo del insecto por salir del capullo es lo que impulsa la sangre a las alas, forzándolas a abrirse. Al comienzo las alas están mojadas y flexibles, pero después de secarse quedan rígidas. Como tu mariposa no hizo ese esfuerzo, no le crecieron las alas, y ahora que ya se secaron…
–¿O sea que nunca volará?– interrumpió la asustada niña.
–No. Nunca volará.
Anita estalló en lágrimas y su hermano se alejó meneando la cabeza y refunfuñando: “¡Estas cosas de mujeres…!” De hecho, el pobre insecto deambuló algunos días en la jardinera y desapareció. Si cayó al jardín o fue sorprendido por algún pájaro, nadie lo pudo saber.
* * *
Algunos días después la abuela vino de visita. Anita le contó la triste historia de la mariposa y también sus dudas sobre la bondad de Dios, que podría resolver fácilmente los problemas de todos pero no parecía querer hacerlo.
–¡Pero si una cosa explica la otra! –exclamó la buena anciana, abrazándola – Me preguntas por qué Dios parece no querer ayudar a la gente… Es que así les permite sufrir un poco, que se esfuercen y recen para obligar sus “alas” a abrirse, como las mariposas. Quienes huyen siempre de los sufrimientos y no se esfuerzan en vencer las dificultades se quedan como mariposas sin alas, arrastrándose por la vida.
–¡Ah, ya entiendo…!
–Y Dios, en su sabiduría, permitió que tu pobre bichito se quedara sin volar para enseñarte una gran lección a ti, Anita, a quien ama más que todas las mariposas del mundo. Cuando tengas sufrimientos y dificultades que vencer, ya sea en la casa o en el colegio, acuérdate de la mariposa: Dios quiere que pasemos por eso para tener alas grandes y bonitas con que volar a lo largo de nuestras vidas.
–¡Claro! Dios sabe lo que hace. Nunca más me quejaré de la vida– concluyó la niña, entendiendo bien las sabias palabras de la abuela.
–Y no llores más por tu mariposa. En el Paraíso, Jesús tiene otras mucho más bonitas que mostrarte. ¿Quién sabe si allá la vuelves a encontrar?
Anita entonces, ya consolada de su pena, miró al jardín y susurró con tierna inocencia: “Adiós mariposita mía. ¡Hasta el Paraíso!”
miércoles, 19 de enero de 2011
Anita y las mariposas - cuentos para niños
Etiquetas: heraldos del evangelio, uruguaay, uruguauy, uruguay, uruuguay
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