Publicado 2011/09/05
Autor: Gaudium Press
Sección: Espiritualidad
Redacción (Lunes, 05-09-2011, Gaudium Press) La familia es un bien necesario e imprescindible para toda la sociedad, núcleo y realidad natural, fundamento de la propia sociedad, y tiene el derecho de ser protegida y reconocida por la sociedad y el Estado. Ella tiene una dimensión social única, por su naturaleza, puesto que la procreación se sitúa como principio "genético" de la sociedad, como lugar primario de transmisión y cultivo de valores y, consecuentemente, como principio de la cultura y garantía de la propia sobrevivencia de la sociedad. Podemos decir con toda seguridad que el matrimonio tiene sus propias leyes, no dependiendo del arbitrio de las personas o la sociedad. No es un fenómeno meramente cultural y dependiente del "sentir" subjetivo de la época actual, sino que tiene como fundamento al propio Dios.
Es preciso tener presente que la estabilidad del matrimonio y la familia no está exclusivamente confiada a la intención y la buena voluntad de los implicados; él tiene un carácter institucional, adquiere carácter público, inclusive después del reconocimiento jurídico por parte del Estado. Está en causa la propia dignidad del generado; ser el fruto de uniones íntimas permanentes, provenir de padres unidos, estabilidad ésta que debe ser del interés de todos, sobre todo velando por estos que son los más débiles: los hijos.
"Con el matrimonio se asumen públicamente, mediante el pacto de amor conyugal, todas las responsabilidades del vínculo establecido. De esta asunción pública de responsabilidades resulta un bien no solo para los propios cónyuges e hijos en su crecimiento afectivo y formativo, sino también para los otros miembros de la familia. De esta forma, la familia que tiene por base el matrimonio es un bien fundamental y precioso para la sociedad entera, cuyos entrelaces más firmes están bajo los valores que se manifiestan en las relaciones familiares que encuentran su garantía en el matrimonio estable. El bien generado por el matrimonio es básico para la propia Iglesia, que reconoce en la familia la "Iglesia doméstica" (Lumen gentium n.11, Decr. Apostolicam auctositatem, n.11). Todo eso se ve comprometido con el abandono de la institución matrimonial implícito en las uniones de hecho".1
Por el P. Álvaro Mejía Londoño, EP
sábado, 10 de septiembre de 2011
La familia, bien necesario e imprescindible para toda la sociedad
Etiquetas: heraldos del evangelio, uruguaay, uruguauy, uruguay, uruuguay
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