jueves, 23 de octubre de 2008

La Señora del Rosario

Escribe: Padre Antônio Guerra, EP (*)

Santo Domingo de Guzmán, hombre de ardor y de celo apostólico, gran defensor y propagador del Rosario, hizo de esta fundamental práctica de devoción mariana un eficaz instrumento para sus propias necesidades, y la usó con enorme fruto como método de predicación. Y
siguiendo los pasos de su fundador, el Rosario se tornó una verdadera gloria de la Orden Dominicana, la cual le confirió una estructura lógica y atrayente, de fácil asimilación.
Poco habituado a largas y elevadas meditaciones, el pueblo se encanta con las fórmulas más sencillas. Así, el Rosario -con el feliz agregado de los Misterios Luminosos- se presenta como un breve Catecismo sintetizando de manera viva las principales verdades de la fé. Coloca a disposición de quien reza, un resumen del Evangelio, y ya sea en casa, en la iglesia, o por los caminos, se recuerda la Vida, Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, al correr las cuentas por los Padre Nuestro, las Ave Maria y los Gloria al Padre.
Cuando en 1917, se comenzó a difundir la noticia de que Nuestra Señora apareció en Fátima a tres pequeños pastores, numerosas personas de todas las condiciones sociales, se dirigieron hasta aquel inhóspito lugarejo para intentar ver a la Virgen, alcanzar gracias de Ella. Algunas conseguían hacer llegar sus pedidos a los pastorcitos, para éstos a su vez presentárselos a aquella Señora "más brillante que el sol".
Hubo algunos que escribieron una carta a Nuestra Señora. Lucía, consciente de sus responsabilidades, nunca dejaba de presentar todos los pedidos a la Santísima Virgen: era la cura de unos, la conversión de otros, etc. La Virgen de Fátima respondía casi invariablemente que si rezasen el rosario todos los días, Ellas los atendería. Daba a entender, de este modo, que mucho le agradaba esa oración, a través de la cual las personas podrían obtener todo cuanto necesitasen. En la última aparición, en octubre de 1917, la Virgen María dijo que por fin su nombre: "Soy la Señora del Rosario", y volvió a recordar la recomendación ya hecha antes: "Continúen rezando el rosario todos los días".
Además de Fátima, son numerosos los casos de intervención marial a lo largo de la Historia, a propósito de esta devoción. Al punto del Papa Gregorio XIII fijar en el primer sábado de octubre la fiesta de Nuestra Señora del Rosario.
(*) Sacerdote de los Heraldos del Evangelio. Asistente Espiritual del Apostolado del Oratorio "María Reina de los Corazones".
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