sábado, 14 de enero de 2017

¿Qué es el Pecado? Parte 2

La moral no consiste en el cumplimiento mecánico de una serie de preceptos, sino en nuestra respuesta cordial a la llamada de Dios que se traduce en una actitud fundamental en el servicio de Dios.

La opción fundamental es la orientación permanente de la voluntad hacia un fin.

Esta actitud debe explicitarse en el fiel cumplimiento de los preceptos, no de modo rutinario, sino vivificado por el dinamismo que el Espíritu imprime en nuestros corazones.

La opción fundamental no consiste en liberarse del cumplimiento de determinadas normas o preceptos, sino muy al contrario, en hacer una llamada a la interiorización y profundización de la vida de cada cristiano.

La opción fundamental por Dios consiste en colocar a Dios en el centro de la vida.

»Concebirle como el Valor Supremo hacia el cual se orientan todas las tendencias, y en función del cual se jerarquizan las múltiples elecciones de cada día»14.

La opción fundamental es una decisión libre, que brota del núcleo central de la persona, una elección plena a favor o en contra de Dios, que condiciona los actos subsiguientes, y es de tal densidad que abarca la totalidad de la persona, dando sentido y orientación a su vida entera.

«Es claro que las actitudes determinan nuestro comportamiento moral de forma positiva o negativa»15.

Las actitudes son predisposiciones estables o formas habituales de pensar, sentir y actuar en consonancia con nuestros valores. Son, por tanto, consecuencia de nuestras convicciones o creencias más firmes y razonadas de que algo «vale» y da sentido y contenido a nuestra vida. Constituyen el sistema fundamental por el que orientamos y definimos nuestras relaciones y conductas con el medio en que vivimos.

Evidentemente que en el hombre tienen más valor las actitudes que los actos. Hay «actos que expresan más bien la periferia del ser y no el ser mismo del hombre.

»Los actos verdaderamente valiosos son los que proceden de actitudes conscientemente arraigadas.

»Se ve claramente que, aunque la actitud sea lo que define auténticamente al ser moral del hombre, los actos tienen también su importancia, porque, repetidos, conscientes y libres van camino de convertirse en actitud»16.

Incluso podemos decir que hay actos de tal trascendencia que, si se realizan responsablemente y sin atenuantes posibles, son el exponente de una actitud interna17.

No hace falta que el acto se repita para que sea considerado grave18. Por ejemplo: un adulterio o un crimen planeado a sangre fría, con advertencia plena de la responsabilidad que se contrae, buscando el modo de superar todas las dificultades, y sin detenerse ante las consecuencias con tal de conseguir su deseo, ¿qué duda cabe que compromete la actitud moral del hombre?

La opción fundamental puede ser radicalmente modificada por actos particulares»19.

No es sincera una opción fundamental por Dios, si después esto no se confirma con actos concretos. Los actos son la manifestación de nuestra opción20 .

Si la opción fundamental no va acompañada de actos singulares buenos, se ha de concluir que la tal opción se reduce a buenas intenciones21.

Es en las acciones particulares donde la opción fundamental de servir a Dios se puede vivir de verdad. (...) La ruptura de la opción fundamental no es sólo por apostasía»22.

Lo que sí parece cierto es que la actitud no cambia en un momento.

Los cambios vitales en el hombre son algo paulatino.
El pecado mortal que separa al hombre definitivamente de Dios es la consecuencia final de una temporada de laxitud moral23.

Por eso decimos que el pecado venial dispone para el mortal.

Algunos opinan que al final de la vida, Dios dará a todos la oportunidad de pedir perdón de sus pecados; pero esta posibilidad de la opción final no tiene ningún fundamento en la Biblia24. Por eso es rechazada por teólogos de categoría internacional como Ratzinger, Rahner, Pozo, Alfaro, Ruiz de la Peña, etc.

Hay, además otros pecados llamados pecados de omisión: «los pecados cometidos por los que no hicieron ningún mal..., más que el mal de no atreverse a hacer el bien, que estaba a su alcance»25.

Jesucristo condena al infierno a los que dejaron de hacer el bien: «Lo que con éstos no hicisteis»26. A veces hay obligación de hacer el bien, y el no hacerlo es pecado de omisión.

«Se equivocan los cristianos, que pretextando que no tenemos aquí ciudad permanente, pues buscamos la futura, consideran que pueden descuidar las tareas temporales, sin darse cuenta que la propia fe es un motivo que les obliga a un más perfecto cumplimiento de todas ellas, según la vocación personal de cada uno.

Pero no es menos grave el error de quienes, por el contrario, piensan que pueden entregarse totalmente a los asuntos temporales, como si éstos fueran ajenos del todo a la vida religiosa, pensando que ésta se reduce meramente a ciertos actos de culto y al cumplimiento de determinadas obligaciones morales.

El divorcio entre la fe y la vida diaria de muchos debe ser considerado como uno de los más graves errores de nuestra época»27.

«Hoy es muy usual en algunos ambientes hablar de pecado social.

»Pero el pecado, en sentido verdadero y propio, es siempre un acto de la persona.

»Una sociedad no es de suyo sujeto de actos morales.

»Lo cierto es que el pecado de cada uno repercute en cierta manera en los demás.

»Pero en el fondo de toda situación de pecado hallamos siempre personas pecadoras»28.

Las estructuras de pecado se deben a los pecados de los hombres.

«Todo pecado es un ultraje a Dios. (...) En un sentido propio y verdadero tan sólo son pecado los actos que de forma consciente y voluntaria van contra la ley de Dios. (...) Por eso, precisamente, el hombre es la única creatura que puede ser pecadora entre los seres que componen la creación visible»29.

Aunque es cierto que pecados personales generalizados crean un ambiente de pecado, «no se puede diluir la responsabilidad personal en culpabilidades colectivas anónimas»30

Hay que sentirse responsables de nuestros pecados que deterioran el ambiente. Hausherr, Profesor del Instituto Oriental de Roma, publicó un libro titulado Le Penthos en el que habla del influjo de algunos pecados en el medio ambiente espiritual del Cuerpo Místico de Cristo31.

http://es.catholic.net/op/articulos/7194/cat/385/que-es-el-pecado.html

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