miércoles, 22 de diciembre de 2010

El monje y el escorpión

Hace mucho tiempo, cuando los EE.UU. todavía estaba siendo colonizado, se fundó un pequeño poblado cerca del mar. Su puerto, amplio y seguro, era muy frecuentado por los buques que iban y venían, trayendo pasajeros, mercancías y noticias de otras tierras. Este movimiento hizo prosperar al poblado.

Los comercios y tiendas se multiplicaron. Más tarde los residentes construyeron una Catedral, bella y grande, y junto a ella los monjes benedictinos levantaron un austero monasterio.

Allí se estableció Carlos, un inmigrante recién llegado del Viejo Continente con su familia, sus pocas pertenencias y, sobre todo, su esperanza de que en el Nuevo Mundo estaba el próspero futuro con el que soñaba.

No se engañó, pues su pequeño negocio creció ante los ojos de todos.

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