
Maristela estaba radiante! Aún no tenía siete años y ya iba a hacer su Primera Comunión. ¡Recibir al Señor era su deseo más grande! Por eso había estudiado con ahínco el catecismo y, sobre todo, rezaba mucho y pedía que su alma estuviese sin mancha para recibir a Jesús en la Sagrada Eucaristía.
Sin embargo, algo inquietaba a aquel inocente corazón: su padre…
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