
El apóstol de las gentes, de hecho, se presenta como un "embajador del Señor", y gracias a sus escritos es posible delinear un programa para este intenso tiempo litúrgico. "La victoria de Cristo, subrayó el pontífice, espera que el discípulo la haga suya, y esto ocurre primero que nada con el bautismo, a través del cual, unidos a Jesús, nos hemos convertido, en "seres vivientes, de regreso de la muerte". Los instrumentos para salir victoriosos de "la lucha entre la carne y el espíritu", concluyó Benedicto XVI, son la oración, la limosna y el ayuno, estrellas para orientar el propio corazón "a la acción vivificante de la Palabra de Dios".
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